La controversia – particularmente compleja en torno a unos pocos libros (Ezequiel, Proverbios, Cantar de los Cantares y Eclesiastés) – alcanzo a un punto álgido con la “Meguilat Esther”, el último libro que llegó a integrar el TaNaKh.
Era de esperar: Llevado a su valor nominal todo lo que sucede en Ester niega lo que se enseña en los libros anteriores. La Meguilá asombra por su silencio acerca de Dios y su ausencia en los eventos. La violación de las prácticas religiosas judías es anonadante, en particular cuando se considera que libros tales como “Judith y Tobit donde los principales protagonistas son mucho más piadosos que Ester no fueron incluidos en el canon judío.
La intención del TaNaKh es revelar algo sobre Dios, su pueblo y su propósito para con ellos y el mundo. Lo hace principalmente inspirando pensamientos, fomentando el estudio y provocando la discusión.
La particularidad de la Meguilat Ester consiste en describir el orden de los acontecimientos y no simples coincidencias, sin embargo, no los explica. El lector debe proporcionar la explicación. Absteniéndose de cualquier referencia a Dios, insinúa que hay una providencia divina que trabaja entre bastidores y al mismo tiempo acentúa el papel de la responsabilidad humana en la conformación de la historia.
Lo que hace que el libro sea una lectura tan cautivadora es la forma en que crea cuidadosamente y mantiene la incertidumbre. Al exigir la responsabilidad y la iniciativa humana, y mencionar las prácticas religiosas, evitando situarlas en un contexto religioso, la Meguilá está requiriendo una lectura seria y meditativa.
“El Libro de Ester representa una significativa maduración del juicio político y teológico y aquellos que cada año, durante la festividad de Purim, leen el último capítulo, por así decirlo, el último libro que entró en el TaNaKh, son parte de esa comunidad que se extiende a través de los siglos y alrededor del mundo: los judíos”.