La festividad de Purim ocurrió hace un mes, Pesaj se acerca en unas semanas y el mundo entero se encuentra paralizado por una epidemia que ha tenido dimensiones internacionales. Hay mucha gente que toma el riesgo de seguir con su trabajo y salir todos los días a la calle como si nada pasará, algunos convencidos de que aunque la cosa este mal es necesario salir adelante y otros porque no pudieron darse lujo. Algunos, pensando en su propia salud y de quiénes lo rodean han decidido restringir todas sus actividades y salidas, y limitarse a trabajar desde casa. Este párrafo no pretende en ninguna medida criticar las acciones que cada individuo decidió realizar; ambas opciones fueron caminos que cada individuo tomó desde su situación personal y su necesidad.
Cada quien tiene formas distintas de reaccionar al entorno y la adversidad. Sin embargo, la situación y la festividad que está a la vuelta de la esquina me ha llevado a pensar en cómo el judaísmo maneja las emociones, especialmente la tristeza. Puesto que la habilidad de dar consuelo y el alivio son herramientas que todos necesitamos en la vida y a veces es muy difícil saber cómo ayudar a un amigo en esta situación o como ayudarnos a nosotros mismos. Las personas tendemos a sentir vergüenza o culpa frente a la depresión o la tristeza y nos cuesta mucho generar empatía. Los siguientes aprendizajes fueron tomados de distintos textos judíos y nos hablan sobre cómo ve el judaísmo la tristeza y qué recomendaciones podemos tener para lidiar con ella. Esperamos les guste.
1) RECONOCER LAS EMOCIONES
Rab. Twerski es uno de los rabinos más influyentes en la comunidad estadounidense. Entre muchos de sus logros personales y académicos ha logrado crear un centro de rehabilitación para el abuso de las sustancias que se enfoca en el trabajo psicológico de las personas. Entre las muchas enseñanzas que ha dado al mundo secular y de Torá por igual se encuentra todo el trabajo que ha ayudado a hacer a sus pacientes con respecto a las emociones. Uno debe aprender a entrar en contacto con sus propias emociones para detectar los aspectos de la vida que quiere mejorar. Esta es una idea muy presente en el judaísmo, puesto que para la filosofía judía las emociones son el radar de nuestras necesidades. Para rab Ackerman, la culpa representa deseo de cambio, el dolor necesidad de cuidar de uno mismo, la tristeza, la depresión y la ansiedad” necesidad de acción que parta desde uno mismo, que uno mismo sea el agente del cambio.
A través de la Kabalá, el Musar y las festividades el judaísmo te ayuda a escuchar lo que cada emoción te dice. Por ejemplo, la Kabalá te explica la raíz espiritual de tus emociones y te ayuda a dirigirlas a través del balance y la armonía; el Musar habla sobre los pensamientos que te llevan a sentirte de esa forma y las acciones que se pueden realizar para cambiarlo. Mientras que las festividades, cada una de ellas, te obliga a explorar y sentir una emoción distinta: Purim te ayuda a explorar la alegría, Pesaj la autodeterminación, Kipur el perdón y la culpa como emociones que deben ser resueltas internamente y el Nueve de Av la tristeza. Así cada una te va llevando a escuchar lo que tu alma y tu cuerpo te están comunicando y te dan herramientas para trabajar con ellas.
2) LA TRISTEZA TAMBIÉN TIENE UN COMPONENTE QUÍMICO
Estamos acostumbrados a pensar que toda emoción necesariamente tiene un motivo de psicológico de fondo y no siempre es así. Si bien la depresión o la tristeza en la mayoría de los casos es la respuesta a un evento, usualmente a una pérdida, es necesario detectar si no hay un desequilibrio químico en la persona que se está atendiendo. Rab Twerski recomienda encarecidamente a los rabinos estadounidenses que entrena que tomen cursos de psicología y psiquiatría para detectar los casos en que la persona genera una depresión por desequilibrio químico. Hay casos incluso en los que la depresión termina cuando el paciente se cura un problema mecánico como la apnea obstructora del sueño en el que el paciente no oxigena bien su cuerpo al dormir, y eso genera cansancio; en estos casos particulares los síntomas de depresión acaban cuando el paciente se atiende su problema respiratorio.
Aunque es una idea que se ha ido investigando y refinando a lo largo de los milenios, Maimónides, el Rambam habla sobre las distintas causas de la tristeza y entre ellas menciona el fenómeno químico; asociando la bilis negra con él. Hoy sabemos que toda manifestación de la tristeza es química, la causa muy probablemente sea emocional, en cuyo caso un medicamento sería mucho más nocivo y contraproducente que una terapia dialógica, sin embargo, la manifestación en el cuerpo es química.
3) ACEPTAR EL SUFRIMIENTO Y VER LA DECEPCIÓN COMO UN RETO
En la gran mayoría de los casos (cuando el agente no es químico) la tristeza surge de un sentimiento de pérdida. Hay muy pocos pasajes en que la Torá nos habla de la tristeza de sus personajes. Uno de los más significativos es cuando Moisés está pronto a la muerte. Él sabe que no entrará a la tierra prometida, y la Torá remarca su dolor, sin embrago, en los midrashim D-os le muestra a Yoshua entrando. Este pasaje y esta lectura nos trae muchas enseñanzas sobre la tristeza.
La primera es que debemos aceptar su existencia. En este mundo el sufrimiento es cotidiano, los anuncios en la televisión, los malos artículos de auto ayuda y la filosofía de la rapidez nos invitan a taparlo continuamente. Se cree que la tristeza desaparece si no pensamos en ella y que venimos a este mundo únicamente a sentir placer. Desafortunadamente esta filosofía es la que más gente lleva a tratarse con depresión, porque no tienen las herramientas suficientes para afrontar los retos que enfrentan. Nadie es totalmente feliz en está vida porque nadie es totalmente exitoso. Al mostrar la tristeza de Moisés la Torá nos está diciendo: ni el hombre que habló cara a cara con D-os pudo evitar sentir tristeza, ni el hombre que dedicó su vida a seguir todos los mandatos divinos, nis siquiera él fue perfecto; tuvo errores y esos errores le produjeron tristeza.
El aceptar la tristeza como una respuesta natural a la decepción o a la pérdida, en vez de taparla con estímulos externos nos ayuda a encontrar consuelo. Saber que aunque vivamos nuestro sufrimiento como personal, debemos saber que no es superior a nosotros, que no somos los únicos sintiéndolo y que podemos controlarlo. La principal recomendación que da rab Twerski que tratan a pacientes con adicciones, es que la persona les ayude a ver el sentido y el placer de la vida en detalles pequeños. Ya que la mayoría de la gente que busca las, lo hace para huir del dolor; o por la incapacidad de encontrar disfrute en otro lugar. Lo que nos ayuda a todos cuando sentimos dolor, depresión y tristeza es tener un motivo por el cual vivir, algo que nos traiga felicidad día a día. Lo cual nos lleva a nuestro siguiente punto.
4) RESTABLECER EL SENTIMIENTO DE ESPERANZA
Otro gran aprendizaje que el midrash nos trae al mostrarnos el consuelo de Moisés en Yoshua es que la cura más grande para la depresión y la tristeza es la esperanza. Moisés encuentra consuelo porque sabe que aunque él mismo no entre a la Tierra prometida, su lucha no fue en vano, pues el pueblo al que guío por el desierto entraría. Si vemos que nuestra tristeza es momentánea y tomamos acciones que nos dirijan hacia el futuro que queremos tener, será más fácil encontrar consuelo porque nos permite encontrar alegría y paz en el futuro que estamos construyendo.
El judaísmo, además de los modelos que presenta en la Torá le permite a uno restablecer la esperanza en el futuro con su filosofía con respecto a D-os y el mundo. Nos recuerda que al final, todas las cosas emanan de D-os y se dirigen hacia Él, por lo cual no importa cuán oscura sea la realidad actual uno puede llegar a pensar que es para bien y eventualmente las cosas mejorarán. También te obliga a vivir la vida con sentido y plenitud, sabiendo que hay cosas eternas; como Job encuentra consuelo al hablar con el Creador del Sol, del aire, de la tierra, del fuego, del mar.
5) NO ABANDONES A TU AMIGO. PONTE EN SU LUGAR
Cuando tenemos gente cercana a nosotros que ha caído en depresión o vive una tristeza profunda es fácil decirles que se están haciendo daño y remarcar los errores que han cometido para llegar ese punto. Ésto es una de las peores cosas que suelen hacerse en dichos momentos. La persona en situación de depresión es incapaz de poner un filtro a la crítica, lo que tiende a suceder es que ésta se expande totalmente a su sistema, incrementando el dolor y fortaleciendo sentimientos de abandono y soledad. Tanto la Mishná como el libro de Job nos advierten sobre no caer en este tipo de actitudes.
La Mishná en Pirkei Avot específicamente nos dice que no podemos “juzgar a tu prójimo hasta que estés en su lugar” (Prikei Avot 2) En cuanto al libro de Job al sentir el juicio y el rechazo de sus amistades éste expresa: “Mis hermanos me han traicionado como la tormenta, cambian como el flujo de los arroyos, escondiéndose bajo el hielo, cubiertos por la nieve” (6:15, 16) Este fragmento muestra el sentimiento que el juicio genera.
Por su lado, el comentario de la Mishná es mucho más profundo de lo que parece, nos dice que la mejor forma de ayudar a un amigo a buscar consuelo es a través de la empatía, a través de ocupar su lugar. A veces, la persona no quiere escuchar palabras de consuelo, no quiere que le digan que hay fe, esperanza o que el momento es pasajero; quiere saber el otro siente y entiende su dolor. Por eso la halajá que existe en cuanto al luto, prohíbe saludar de beso a los deudos, y hay costumbres que te obligan a sentarte en el suelo con ellos cuando vas a verlos. Te obliga a escucharlos y a estar presente, afinado al estado de ánimo que ellos están viviendo.