ISAIAS 27:6 – 28:13 – 29:22-23
Con esta haftará que acompaña a nuestra parashá, comenzamos un nuevo libro, el libro de los nombres, el libro de Shemot.
En un camino que se ha iniciado con Abraham rompiendo los ídolos, escuchando la palabra de D’s, dejando de adorar lo que los ojos ven para escuchar, para entender.
Llegando a Iaacov, Israel, bendiciendo a todos y cada uno de sus hijos.
Y desde ahí el camino hacia la ley, hacia la constitución como pueblo, hacia aquello que es alimentado por el deseo de libertad.
Nos encontraremos en este libro con la elección que D’s hace de Moshé para liderarnos hacia la tierra prometida.
Dura lucha la que tenemos dentro de cada uno de nosotros, porque bien sabemos que existe frecuentemente algo que podríamos llamar la vocación de ser esclavo, de vivir sometido a otro, otros, a ideas que no son exactamente las propias.
Construir para otros, para el faraón de turno, es no escucharnos a nosotros mismos, es no poder escuchar a D’s, de eso está hecha la vocación de esclavitud.
Nuestro profeta al no ser entendido aparece ante el pueblo como el que balbucea, y no como el que dice la verdad, nos dice Edery, z’l.
Y entendemos también que nos habla de un paralelismo con Moshé.
Aparece como el hombre que habla otro idioma, ya que el pueblo rechaza la palabra de D’s.
El mensaje que no quisieron escuchar, dice: “…Esta es la quietud, hacer reposar al extenuado…”
“…Empero ellos no quisieron escuchar”. ( vers. 12)
El mensaje de A’d fragmentado, dividido y, por ende, tergiversado, no será jamás fuente de salvación sino de lo contrario.
Así, muchas veces, nos encontramos no siendo entendidos, sólo fragmentos pasan de boca en boca, lógicamente tergiversados como si se tratara del teléfono roto, de palabras, comentarios, y en el camino la verdad se pierde.
Todo lo que se escucha fragmentadamente, tendenciosamente, no es verdad, es una verdad a medias, por lo tanto, una mentira.
Quizás lo más difícil es escucharnos a nosotros mismos, escuchar nuestras verdades sin fragmentarlas.
Y por qué no querríamos enterarnos de la verdad?
Quizás porque se trata de algo que presenta una realidad diferente a la que esperamos, porque no estamos preparados para enfrentarnos con lo que nos trae, sobre todo, porque no estamos dispuestos, muchas veces, a enfrentarnos con nuestras propias verdades internas, porque no estamos dispuestos a escucharnos a nosotros mismos, a poner en juego nuestro ego.
Y cómo vamos a escuchar a D’s sino podemos escucharnos a nosotros mismos?
Sólo terminaríamos llevando a cabo construcciones para otros, pirámides en lugar de sucot.
Nuestra Haftará concluye con una profecía de esperanza, nos habla del futuro, de los hijos, de aquello que seremos capaces de construir, consagrando así a D’s.
Tener un buen nombre, construirnos un buen nombre, es el mayor capital al que podemos aspirar, para ello habrá que luchar como Iaacov, para ser Israel, con nosotros mismos como Moshé para hacernos entender.
Que podamos este Shabat Shemot escucharnos a nosotros mismos y escuchar a nuestros semejantes.
Realizar nuestras propias construcciones, enfrentarnos a nuestras propias ideas y comenzar así a caminar el difícil camino hacia la libertad.
Norma Dembo