Para nosotros los judíos, la vivencia de estar encerrados, dedicados sólo a los esencial, no es desconocida.
La Shivá, los siete días de duelo estricto después de sepultar a un familiar cercano es parte de lo que la mayoría ha atravesado o atravesará. Una semana donde la introspección, el recuerdo y la tefiláh (plegaría) acompañan el día a día. No hay trabajo, no hay compras, no hay paseos, no hay distracciones, no hay placeres. Hay toma de conciencia de la perdida. Hoy la humanidad toda está en Shivá, por una cantidad enorme de muertos, que somos todos.
Pero la Avelut, (duelo), continúa durante once meses. Primero la etapa del Shloshim, esos treinta días, donde no nos afeitamos, ni maquillamos y vamos poco a poco reincorporándonos a la vida. Durante toda la Avelut no iremos a espectáculos, cines, ni distracciones, no nos compraremos ropa nueva ni saldremos de ese estado de presencia de la pérdida. Diariamente diremos el Kadish, la santificación y exaltación del nombre de Di-os y su Creación.
Cuarenta fueron los días en que Noe sobrevivió en el arca mientras el Diluvio universal se llevaba todo a su paso. Cuarenta fueron los días que requirió Moisés para traernos las tablas de la ley. Es verdad, para algunos se hizo largo, incluso luego de haber vivido todos los milagros de la salida de la esclavitud egipcia y terminaron construyendo el becerro de oro, que los hizo morir en el desierto, en ese transitar de 40 años.
Hoy comienza el mes de Nisan, que en dos semanas nos traerá la festividad de Pesaj, aquella que evoca la salida de la esclavitud de Egipto, la salida de “Mitzraim” y sus “estrecheces”. La epopeya que nos confronta con la potencia Divina a través de su dominio sobre la naturaleza que golpea la soberbia del Faraón. La que nos enseña que para ser libres requerimos obedecer y encerrarnos en nuestras casas para que las plagas no nos toquen. De la necesaria fe para cruzar el mar de los juncos, aunque parezca una odisea imposible y que siempre es mejor comer el pan de la pobreza en libertad, que los banquetes de Egipto en la esclavitud
¿Cuáles serán los mensajes de esta plaga maldita que con un microscópico virus derrumba todos los faraones que nos hemos construido? Seguro derrumba el Di-S del mercado capitalista y su agresión al ecosistema; que de paso se viene recuperando de manera increíble con tan sólo unos días sin agredirlo. Derrumba las certezas de pensar que todo es predecible y dominable. Derrumba la creencia de que para todo tenemos una solución inmediata. Derrumba el individualismo y la creencia que uno se puede salvar mientras al otro lo mata la plaga.
Estamos en el proceso de redención, sabiendo que “esto también pasará”. Los duelos cuando se elaboran bien concluyen en algún momento.
Es imposible predecir cuándo, cuántos y cómo llegaremos al monte Sinaí. Qué tipo de tablas de la ley nos escribiremos ahí y cómo será nuestro nuevo andar en busca de la tierra prometida.
Sabemos que no seremos los mismos. No sabemos si seremos más sabios y mejores.
¿Sabremos volver a vivir con y de acuerdo a lo esencial?
Mientras escribo estas líneas llega finalmente la esperada noticia de un posible gobierno de unidad en Israel. En tantos lugares parecería que el corona llama a superar grietas y volver a poner el eje en lo verdaderamente importante.
Por el momento escuchemos al profeta Isaías que nos dice” Anda pueblo mío, entra en tus habitaciones y cierra la puerta tras de ti, escóndete por un momento, hasta que pase la ira.
Jodesh Tov Umeboraj, que tengamos un mes de bendición, que siempre comienza por tener salud y vida. Que veamos prontamente desaparecer esta plaga maldita habiendo aprendido mucho de esta experiencia límite.
Miguel Steuermann Director General