En épocas de aislamiento social y “mucho tiempo libre en casa”, Netflix sigue renovando su catálogo de estrenos, esta vez, de la mano de “Poco Ortodoxa” (Unorthodox, 2020), miniserie alemana dividida en cuatro episodios, basada en la historia real de Deborah Feldman y su libro “Unorthodox: The Scandalous Rejection of My Hasidic Roots”, publicado en el año 2012.
El drama dirigido por Maria Schrader -y con un equipo mayoritariamente femenino detrás de las cámaras- nos lleva hasta el barrio de Williamsburg (Brooklyn, Nueva York) y al seno de una comunidad judía jasídica y ultraortodoxa conocida como Satmar, donde solo se habla ídish, entre otras tradiciones que deben ser respetadas. Esther “Esty” Schwartz (Shira Haas) es la joven (muy joven) esposa de Yakov “Yanky” Shapiro (Amit Rahav), quien decide abandonar su matrimonio, a su familia (la abuela y la tía que la criaron) y a su colectividad poniendo rumbo hacía Berlín (Alemania), donde reside su mamá biológica, quien también dejó todo años atrás.
“Poco Ortodoxa” arranca con la impulsiva partida de Esty (auxiliada por Vivian Dropkin, su profesora de piano) y su llegada a la capital europea sin pertenencias y sin saber muy bien a dónde ir. Por algún motivo decide no contactar a su mamá, pero encuentra un poco de alivio en un grupo de jóvenes músicos del conservatorio de la ciudad, con los que conecta inmediatamente. Mientras tanto, en Nueva York, Yanky busca ayuda en los más sabios de la comunidad para hallar y recuperar a su esposa. Su primo, Moische Lefkovitch (Jeff Wilbusch), tiene la tarea de acompañarlo, en parte, para saldar sus propias deudas con los suyos.
La historia de Feldman nos pasea por el presente de esta chica de tan solo 19 años intentando encontrar su propio camino, alejada de esas costumbres que conoció durante toda su vida. En Berlín trata de ser aceptada en el conservatorio de música, un poco siguiendo esos sueños que siempre le fueron negados. Como mujer ortodoxa, la función primordial de Esty es engendrar hijos y cuidar de su familia, mientras los hombres trabajan y estudian las escrituras. Los Satmar son una de las comunidades más “cerradas”, al menos en los Estados Unidos, donde ni siquiera permiten que se hable el inglés dentro de sus casas.
Al mismo tiempo, el relato nos muestra el pasado de la chica, abandonada por su mamá y con un padre “ausente”, en camino hacia el matrimonio, arreglado como la mayoría. Entre tradiciones milenarias (y algunas un tanto arcaicas), Esther se prepara para conocer a su futuro esposo, las responsabilidades que tienen cómo mujer y hasta el comportamiento que debe tener en el lecho nupcial, siempre arraigado en la concepción y nunca en el propio placer. Estas costumbres chocan de frente con sus nuevas experiencias en Berlín y su nueva libertad, aunque cueste desprenderse de tanto condicionamiento.
Lo que Esty no sabe es que Yanky y Moische también están en la ciudad dispuestos a regresar con ella a Williamsburg, sea como sea. Un elemento de tensión que se suma a esta trama ambientada una década atrás, que intenta mostrar las necesidades de aquellos que no encajan en la comunidad, y cuya su única opción es huir como delincuentes.
La libertad tiene muchas formas
A pesar que la trama demoniza un poco a los jasídicos (no estamos ante una secta, sino a una elección de vida y religión como los amish, si se quiere) y es demasiado indulgente con los alemanes cuando se trata de “bromear” sobre sus actos de guerra y sus atrocidades, “Poco Ortodoxa” nunca se corre del punto de vista de su protagonista y su alter ego de la vida real, nacida en 1986 y residente de Berlín desde el año 2014. La historia de Deborah es un relato de empoderamiento que habla mucho más sobre el trato a las mujeres que sobre la religión, aunque intente atraparnos con sus giros de suspenso, los momentos más flojos de estos dos primeros episodios.
Lo interesante de la miniserie es el retrato de ese universo del que intenta escapar la joven Esty y las imposibilidades, sobretodo culturales, para adaptarse a ese otro mundo tan diferente que no siempre la recibe con los brazos abiertos. La actuación de Haas sobresale por sobre todas las cosas, mucho más cuando, estéticamente, Schrader no tiene mucho para ofrecer, pero sí su mirada femenina, al igual que algunas de sus guionistas. A pesar de cierta falta de atractivo visual y capítulos de una hora de duración, “Poco Ortodoxa” atrapa desde lo más esencial: la historia real de esta joven en busca de un rumbo propio