“Del inodoro a la jarra” y el papel del reciclaje del agua en nuestra vida

El agua es uno de los recursos naturales más importantes, quizás el más importante. 

Muchas regiones del mundo están experimentando crecientes problemas de déficits hídricos. Esto, básicamente se debe al crecimiento en la demanda debido al aumento de la población, el cambio climático y el calentamiento global. Estos fenómenos son los principales generadores de estancamiento o déficit en las reservas de agua, transformando al recurso agua en un artículo costoso que conlleva graves costos económicos, sociales e incluso políticos, generando entre los tomadores de decisiones una verdadera preocupación para el futuro.

En caso de extrema escasez se suele optar por derivar el agua de los agricultores hacia las ciudades, dado que el agua tiene mayor valor económico en su uso industrial y urbano que en la mayoría de los fines agrícolas. ¿Cómo podemos enfrentarnos a esta problemática y cuáles son los caminos a seguir? Los expertos señalan tres opciones que en realidad deberán aplicarse en forma individual o conjunta acorde con las necesidades específicas de cada región. Ahorro de agua, reciclaje y desalinización.  La presente nota se referirá solo al tema de reciclaje de aguas.

Para poder comprender y analizar el verdadero valor del proceso de reciclaje me permito exponer los datos que la Autoridad del Agua en Israel publicó acerca del consumo de agua de una persona en Israel. ¡La cantidad de agua promedio que un hombre o mujer utilizan es de 165 litros! (en el mundo se calculan entre 200 a 400 litros) ¡Es decir más de 60.000 litros al año! El 30 % del agua es usada en el inodoro, 40% en la bañera, lavabo y similares, 14% en el lavado de ropa, 6% en el lavado de vajilla, 5% en jardinería y otro 5% para cocinar y beber. De los 165 litros, prácticamente la mitad son lo que comúnmente se conoce como aguas grises. Las aguas grises son aquellas provenientes del uso doméstico, tales como el lavado de utensilios y de ropa así como el baño de las personas. Se distinguen de las cloacales contaminadas con excremento del inodoro, llamadas aguas negras, que también pueden ser recicladas, si bien el proceso requerido es más complejo. Además, debemos tener en cuenta que las aguas residuales urbanas también contienen diversos detergentes y diversos materiales sintéticos tóxicos. El boro, por ejemplo, una sustancia derivada de los detergentes, es perjudicial para muchos cultivos si están por encima de 0,4 mg por litro.  Si sumamos las cantidades de ambos tipos podemos rápidamente comprender que la cantidad es muy significativa. Si una ciudad promedio reciclara el agua que usa, ahorraría casi un 60% del suministro.

El reciclaje y posterior reutilización de las aguas depuradas tiene regulaciones diferentes en distintos países del mundo. En algunos países, sus usos pueden llegar a ser para abastecimiento, en cambio, en otros sólo está permitido para usos industriales o agrícolas. En cualquier caso, la regulación de reutilización de agua tiene algo en común a nivel mundial: ésta debe cumplir unos exigentes criterios de calidad.

El uso en agricultura de agua reciclada es una opción que se está adoptando cada vez más en regiones con escasez de agua, poblaciones urbanas crecientes y con una mayor demanda de agua de riego. ¿A qué grado de purificación deben llevarse las aguas residuales para ser usadas en la agricultura?

En general, pueden pasar por tres niveles de purificación. Purificación inicial, que incluye filtración gruesa de aguas residuales y sedimentación de partículas pesadas. Esta agua aún no es adecuada para su uso en la agricultura. La segunda purificación se basa en la descomposición biológica que descompone la materia orgánica en las aguas residuales y la eliminación de los sólidos en suspensión y la desinfección de efluentes para eliminar los microorganismos que causan enfermedades. Esta agua se usa en la agricultura, pero con restricciones severas como por ejemplo para cultivos que no entran en contacto directo con el consumidor. La purificación terciaria incluye la eliminación de nitrógeno y fósforo en procesos biológicos y químicos, filtración de sólidos en suspensión e infiltración. Este proceso crea efluentes de alta calidad y elimina más del 95% de los contaminantes en el agua como boro, sales, ácidos, aceites, compuestos orgánicos de nitrógeno y materiales sintéticos.

En estas circunstancias, el uso de agua regenerada en agricultura permite conservar agua dulce para un fin de mayor valor económico y social y, al mismo tiempo, los agricultores reciben un suministro de agua fiable y rico en nutrientes. Este intercambio también acarrea posibles beneficios ambientales, al permitir la asimilación de los nutrientes de las aguas residuales por las plantas y reducir así la contaminación aguas abajo.

De no optar por la opción del reciclado, el déficit hídrico produciría contaminación provocada por las aguas residuales de ciudades y la penetración de dichas aguas contaminadas a los acuíferos. Dicha contaminación del agua empeoraría los efectos de la escasez, al reducir la cantidad de agua segura para el consumo.

Desgraciadamente la brecha entre la oferta y demanda de agua seguirá aumentando a medida que las poblaciones urbanas crezcan y el cambio climático disminuya los recursos hídricos. Esta situación obliga a adoptar soluciones de reciclaje. Ya en los años 60 del siglo pasado, se creó la primera planta recicladora de aguas residuales. Muchos años después ya en el año 2013 se crea una planta de recicladora con objetivo de reciclar aguas servidas y transformarla en potable.

Los últimos años se caracterizaron por un continuo desarrollo de sistemas de reciclaje que son capaces de transformar el agua que usamos en los inodoros, llevando las aguas negras a un grado de purificación que permite su uso como agua potable. ¿Sería usted capaz de beber ese tipo de agua?

Una de las mayores barreras para la difusión de la tecnología de tratamiento de aguas residuales es, por supuesto, la opinión pública. En 2006, por ejemplo, una ciudad del este de Australia golpeada por la sequía trató de implementar el reciclado del agua. La realidad llevo a las autoridades a tomar una decisión desesperada sin dar a los ciudadanos el tiempo para acostumbrarse a la idea. Pero el esfuerzo fue un desastre político. En un referéndum, el 62% de los votantes rechazaron la medida. Muchas personas evitan beber agua que proviene de aguas residuales, incluso cuando innumerables pruebas muestran que el agua es completamente segura para beber.

Se ha demostrado que el cambio en la opinión publica deberá basarse en programas de educación que puedan explicar en detalle el proceso durante cada etapa del mismo, de cualquier forma, hasta convencer a la población se puede comenzar con programas que eduquen a ahorrar agua, activar sistemas que reciclen las aguas residuales con un grado de purificación que permita su uso en riego para agricultura y de existir excedentes  que deban verterse al mar, ríos, arroyos, etc., no sean contaminantes.

¿Y qué pasa en Israel? Israel recicla entre el 80 y el 90% de los efluentes, lo cual lo convierte en el país líder en reciclaje de agua. La reutilización en su mayoría es con fines agrícolas, el 10% aproximadamente es usado con fines ambientales como incremento de caudales en ríos, combate de incendios y el 5% se descarga al mar. Paralelamente se continúa investigando para adaptar cultivos a los tipos de agua, invirtiendo en el desarrollo de tecnología que aumente la eficiencia en el uso del recurso y desarrollando infraestructuras que lleven el agua reciclada a cada agricultor de Israel.

Es importante continuar alentando el cambio de mentalidad por intermedio de programas de educación que eduquen a todas las generaciones de la población en temas de ahorro y cuidado de las fuentes de agua.

El reciclaje del agua ofrece un “triple dividendo” para los usuarios urbanos, agricultores y el medio ambiente.

Daniel Werner, Ingeniero agrónomo de vasta experiencia en dirección de proyectos agropecuarios en América Latina, Asia y África.

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