– “La crisis de 1930 lo cambió todo”, dice el último reporte de Delphos. “El mundo pasó a ser otro luego de la misma. Y creemos que esta crisis también imprimirá un fuerte cambio en los patrones de consumo e inversión globales, y el relacionamiento entre los distintos países del mundo. Creemos que este es el desenlace más probable suponiendo que en términos generales se mantienen las reglas actuales del sistema capitalista occidental”, agregaron y aclaran que dejan de lado “el escenario de un cambio de régimen total, dado que el mismo tiene una muy baja probabilidad”.
Básicamente, dicen, vienen tres grandes shocks.
Globalización. El proceso de integración y globalización será uno de los grandes afectados luego de que esta crisis vaya menguando. Las cadenas de valor globales, el turismo como industria cada vez más relevante, y el transporte y la logística como eslabones centrales del proceso productivo global seguramente pasarán a tener una nueva configuración. Países que habían logrado reconvertirse luego de la industrialización asiática hacia sectores de servicios podrían verse afectados en el “nuevo mundo”. Europa parece ser el principal perjudicado dada su falta de crecimiento y dinamismo del mercado doméstico, la dependencia de las exportaciones y el fuerte peso del sector turismo. La presencia “virtual” se impondrá finalmente, haciendo que viajes de negocios, educación presencial y visitas familiares reduzcan su intensidad.
Productividad y eficiencia. La maximización de las utilidades empresariales llevaron al mundo a un nivel de eficiencia y productividad inédito. La concentración de la producción en pocos países, las economías de escala y especialización, y la integración de cadenas de valor globales posibilitaron una expansión formidable de los márgenes de ganancias. Para las empresas todo esto implica menores ganancias, lo cual deberá ser asimilado por los mercados financieros en inferiores ratios de valuación. Una mayor diversificación geográfica o la superposición de cadenas de valor a nivel global podrían incrementar el nivel de inversiones y reducir el “cash” disponible para los accionistas. Asia podría dejar de ser el protagonista único en el campo de la manufactura global, apareciendo una oportunidad única para otras regiones del mundo. La re-industrialización norteamericana y europea podrían ser un nuevo elemento a considerar en el “nuevo” mundo.
Monetización global. Aprendiendo las lecciones que dejó la crisis del ‘30, los banqueros centrales globales y los políticos se lanzaron a la arena de la asistencia fiscal y monetaria al sector privado afectado por la crisis. En EE.UU. hablamos de US$ 6,5 billones entre la Fed y el Tesoro, una dosis inédita de ayuda que seguramente lo cambiará todo. ¿Lograrán evitar la depresión y delfación de los ‘30? El patrón oro jugó un rol en aquel entonces limitando el accionar de los bancos centrales, al igual que una ideología menos intervencionista. Los tiempos han cambiado y ahora los políticos se disponen a evitar el quiebre del sistema capitalista occidental asistiendo a consumidores y empresas por dos frentes: el fiscal, poniéndoles dinero para las necesidades de corto plazo, y el monetario, para que no se corte el financiamiento. En los ’30, este último factor fue determinante para sumergir a la economía en una profunda crisis depresiva/deflacionaria. Esta vez, al igual que en 2008, todo indica que las autoridades podrían ganar la batalla. Los precios de los activos deberían “inflarse” medidos en “fiat currencies”, lo cual no necesariamente implica que suban cuando se los exprese en otros activos u oro. Es decir, con los gobiernos “all in” se gana la batalla contra la depresión/deflación emitiendo lo que sea necesario para que la cadena financiera no colapse, y con ella el régimen político/económico actual
El precio a pagar es el de monedas que perderán su valor frente a las “cosas”, entre las cuales deberían estar el oro, la plata y las acciones de empresas que puedan sobrevivir por el bajo endeudamiento. Hasta el petróleo debería subir medido en dólares, obvio que luego de la debacle de demanda actual, estimada en 20 millones de barriles por día. Las mayores dudas aparecen para el largo plazo, ante un eventual quiebre del dominio mundial del dólar. Vale la pena repetir algunas de las dudas que expresa Ray Dalio en relación a un posible fin de período hegemónico del “imperio” norteamericano. Son período largos y altamente intensos, asociados a enormes grados de inestabilidad, pero que implican grandes cambios económicos, sociales y políticos