El 11 de enero, el Gobierno chino anunció que el origen de la epidemia de coronavirus estaba en el mercado húmedo de Wuhan. El mismo régimen chino dijo después que el virus «puede que no se originara en China», y todavía más tarde algunos de sus funcionarios denunciaron que lo habían llevado a Wuhan soldados norteamericanos. ¿Qué científico o institución respetables pueden confiar ya en nada de lo que diga China?
Estamos pagando muy caro las mentiras chinas.
«Esta es una de las peores operaciones de encubrimiento de la historia humana, y ahora el mundo afronta una pandemia global», declaró el congresista republicano Michael T. McCaul, del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, al conocerse que la comunidad norteamericana de inteligencia concluyó, en un informe clasificado para la Casa Blanca, que China había ocultado el origen y las dimensiones del catastrófico brote de coronavirus.
El «fallo» del Partido Comunista de China «ha provocado un contagio global que está matando a miles de personas», escribió el cardenal Charles Maung Bo, presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia, el pasado día 1. «Mientras analizamos el daño producido en todo el mundo, hemos de preguntarnos quién es el responsable».
… hay un Gobierno que tiene una responsabilidad primordial por lo que ha hecho y por lo que no ha hecho, y ese Gobierno es el del PCC [Partido Comunista de China]. Déjenme ser claro: el responsable es el PCC, no el pueblo chino (…) Las mentiras y la propaganda han puesto en peligro millones de vidas en todo el mundo (…) En los últimos años hemos visto una intensa represión de la libertad de expresión en China. Abogados, blogueros, disidentes y activistas de la sociedad civil han sido cercados y hechos desaparecer.
Acaba de desaparecer otra persona más: la doctora Ai Fen, que estaba al frente del servicio de urgencias del Hospital Central de Wuhan y trabajaba con el difunto doctor Li Wenliang. Ai, que había denunciado que sus jefes silenciaron sus alertas tempranas sobre el coronavirus, parece haberse esfumado. Según 60 Minutes Australia, nada se sabe de su paradero. Los periodistas que sabían lo que pasaba en Wuhan también han desaparecido. Caixin Global informó de que a los laboratorios que secuenciaron el coronavirus en diciembre se les ordenó entregar las muestras a las autoridades, o destruirlas, y no divulgar sus hallazgos. «Si hubiera sabido lo que estaba ocurriendo, no me habría importado la reprimenda y habría hablado con quien fuera y donde fuera», declaró Ai Fen en marzo, en una entrevista. Esas fueron sus últimas palabras grabadas.
A todo esto, no hay registros sobre el origen de la pandemia. ¿Un mercado húmedo? ¿Una cueva atestada de murciélagos? ¿Un pangolín? ¿O un laboratorio de armas biológicas? No hay médicos, periodistas, analistas, observadores internacionales en Wuhan. Si el virus surgió en una cueva o en un mercado húmedo, ¿por qué China está suprimiendo de tal forma las investigaciones? ¿Por qué ordenó en diciembre la destrucción de las muestras del virus? ¿Por qué sus funcionarios han clamado que fueron soldados norteamericanos los que llevaron el virus a Wuhan? ¿Por qué habría de ser escandaloso que un presidente norteamericano llamara «virus chino» a un virus surgido en China?
¿Quién anunció el 11 de enero que el origen de la epidemia era un mercado húmedo de Wuhan? El régimen chino. Posteriormente se descubrió que el primer caso databa del 17 de noviembre de 2019.
El régimen chino dijo posteriormente que este coronavirus «podría no haberse originado en China». ¿Qué científico o institución respetables pueden ya confiar en nada de lo que diga China?
Numerosos científicos de prestigio han desechado la idea de que el virus del covid-19 sea un patógeno de diseño, idea diríase que basada en el hecho de que Wuhan es sede de dos grandes laboratorios de investigación vírica: el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, que aparentemente está a menos de un kilómetro y medio del mercado, y el Instituto de Virología de Wuhan, un laboratorio de bioseguridad de nivel 4 (BSL-4) que trabaja con los patógenos más mortíferos del mundo y distante 11 kilómetros del mismo mercado. Inmediatamente se tachó todo esto de «teoría de la conspiración».
Esos científicos dicen que es probable que el virus se originara en el mundo animal y que posteriormente se expandiera al humano, posiblemente a través de un mercado húmedo de Wuhan. Asimismo, dicen que, gracias al secuenciado genético, han identificado al causante de la covid-19 como un coronavirus de murciélago. ¿Fin de la historia? Afortunadamente, lo que hace la ciencia es plantear cuestiones y a continuación buscar respuestas.
Por lo visto, no se venden murciélagos en el mercado húmedo de Wuhan. En un artículo publicado en The Lancet en enero se advirtió de que el primer caso de covid-19 registrado en Wuhan no estaba relacionado con el mercado. El paper, escrito por investigadores chinos de diferentes instituciones, detallaba que 13 de los primeros 41 casos no tenían conexión con el mercado. «Es un número elevado», comentó Daniel Lucey, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Georgetown. Así que ¿cómo se desató la epidemia?
«Parece ya claro que [el] mercado de pescados no es el único origen del virus, pero, para ser honestos, aún no sabemos de dónde procede», afirma Bin Cao, especialista pulmonar de la Capital Medical University y uno de los autores del referido artículo.
El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, ha asegurado que el Partido Comunista Chino está reteniendo información sobre el coronavirus.
Si nada sabemos, es necesario abrirse a todas las posibilidades.
«A menos de 300 metros del mercado pescatero se encuentra la delegación en Wuhan del Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades», ha escrito David Ignatius en el Washington Post.
Investigadores de dicho centro y del cercano Instituto de Virología de Wuhan han publicado artículos relacionados con el atesoramiento de coronavirus procedentes de toda China para el estudio y prevención de futuras enfermedades. ¿Acaso se perdió una de esas muestras, o se depositaron desperdicios peligrosos en algún lugar desde el que pudo expandirse?
Presumiblemente, el atesoramiento de virus no excluye la posibilidad de una fuga de virus. Peor aún: si China no es capaz de proteger sus laboratorios, se le han de pedir cuentas y ha de pagar por el devastador daño global causado.
«Los expertos saben que el nuevo coronavirus no es una arma biológica. En lo que discrepan es en si podría haber habido una fuga en un laboratorio de investigación», se lee en The Bulletin of the Atomic Scientists. El profesor Richard Ebright, del Instituto Waksman de Microbiología de la Universidad de Rutgers, gran experto en bioseguridad, coincide con los autores de Nature Medicine que dicen que el coronavirus no fue manipulado por humanos. Pero considera posible que todo se iniciara con una fuga accidental de un laboratorio donde se estudien virus que afectan a murciélagos, como uno de los dos radicados en Wuhan:
La recolección de virus o de animales infectados con un virus que reúnen las características para la transmisión de un brote vírico supone un riesgo sustancial de infección para un trabajador de laboratorio, y de [transmisión desde] éste a la sociedad.
Igualmente, Ebright ha manifestado que los coronavirus de murciélago se han analizado en Wuhan en un nivel de bioseguridad 2, «que procura una protección mínima» en comparación con la muy superior que ofrece el BSL-4.
«No sabemos qué ocurrió, pero hay un montón de razones para pensar que de hecho se produjo una liberación de alguna clase», ha declarado el sinólogo Gordon Chang a Die Weltwoche.
Nadie ha podido investigar [lo sucedido]. ¿Cómo puedes decir que no ha sido una liberación originada en un laboratorio si no puedes ir a los laboratorios? Es más, estamos viendo cómo Pekín hace lo imposible por impedir que los virólogos y los epidemiólogos acudan a Wuhan. La Organización Mundial de la Salud fue a Wuhan durante cosa de medio día, y con sólo una parte de su equipo.
He aquí otro problema fundamental. La OMS, que debería ser el investigador de referencia del origen de la pandemia, está siendo acusada de ser «cómplice de China». En fecha tan tardía como el 14 de junio, la OMS andaba remitiéndose a los funcionarios chinos que decían que aún no se habían registrado casos de transmisiones a humanos.
China representa una amenaza para la bioseguridad de todo el planeta. Un año antes de que se identificara el primer caso en Wuhan, agentes del departamento norteamericano de Aduanas y Protección de Fronteras destacados en el aeropuerto de Detroit dieron el alto a un biólogo chino que llevaba en el equipaje tres viales con la etiqueta de «anticuerpos». Según un informe no confidencial de la unidad de inteligencia táctica del FBI al que tuvo acceso Yahoo News,
el análisis de lo escrito en los viales y en los recipientes declarados llevó al personal de inspección a pensar que el contenido podía consistir en componentes viables del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS) y del Síndrome de Insuficiencia Respiratoria Aguda (SARS).
En primer lugar, ¿por qué está China traficando con esos peligrosos virus?
Al decir de Yanzhong Huang, investigador de Sanidad Global en el Council on Foreign Relations:
Se cree que en 2004 una brecha de seguridad en un laboratorio pequinés del Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades causó cuatro casos sospechosos de SARS, uno de ellos con resultado de muerte. Un accidente similar provocó que 65 trabajadores del Instituto de Investigación Veterinaria de Lanzhou resultaran infectados de brucelosis en diciembre de 2019. En enero de 2020, un reputado científico, Li Ning, fue condenado a 12 años de prisión por vender a mercados locales animales destinados a la investigación.
En febrero, Botao Xiao y Lei Xiao, de la Universidad Tecnológica del Sur de China en Guangzhou, escribieron en un paper de investigación:
Junto a un origen en una recombinación natural y con un anfitrión intermedio, el mortífero coronavirus surgió probablemente de un laboratorio de Wuhan. Puede que se necesite reforzar el nivel de seguridad [sic] en laboratorios biológicos de alto riesgo.
Xiao declaró posteriormente al Wall Street Journal que había retirado el texto porque «no estaba apoyado en pruebas directas».
Ha habido fallos en laboratorios chinos con anterioridad. En 2010, había investigadores que publicaban como un hecho cierto lo siguiente: «El caso más famoso de liberación de una cepa de laboratorio es la reemergencia del influenzavirus A subtipo H1N1, que se detectó en primer lugar en China en mayo de 1977 y poco después en Rusia». Puede que el virus escapara de un laboratorio que estuviera tratando de preparar una vacuna ante la alerta de pandemia de gripe porcina en EEUU.
En 1999, Ken Alibek, el desertor de más alto rango del programa de guerra biológica de la URSS, reveló que oficiales soviéticos habían concluido que China sufrió a finales de los 80 un grave accidente en una de sus instalaciones biológicas secretas, que provocó dos grandes epidemias de fiebre que se extendieron por todo el país. «Nuestros analistas», escribió Alibek en su libro Biohazard, «concluyeron que fueron provocadas por un accidente en un laboratorio en el que científicos chinos trabajaban convirtiendo enfermedades víricas en armas».
En 2004, la Organización Mundial de la Salud reveló que el último brote chino de síndrome de insuficiencia respiratoria severa (SARS) estuvo relacionado con dos investigadores que estaban trabajando con el virus en un laboratorio de Pekín. La OMS denunció quiebras chinas en los protocolos de seguridad, y el director del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades del gigante asiático, Li Liming, dimitió. La revista Science remarcó: «Por tercera vez en menos de un año, parece que un fallo en el sistema de contención de un laboratorio ha originado un brote de SARS».
Hace tres años, cuando China inauguró el laboratorio en Wuhan, Tim Trevan, especialista norteamericano en bioseguridad, declaró a Nature que estaba preocupado por la seguridad del complejo porque «las estructuras donde todo el mundo se siente libre para hablar, así como la apertura y la información, son importantes». Libertad de expresión e información: exactamente lo que el régimen chino combatió en diciembre y enero.
En un video chino sobre un destacado investigador de Wuhan, Tian Junhua, difundido pocas semanas antes del brote actual, se ve a unos investigadores trabajando con murciélagos contagiados. En la cinta (producida por la Comunicación de la Ciencia China, de la Asociación China para la Ciencia y la Tecnología), Tian dice:
No soy médico, pero trabajo para curar y salvar a la gente… No soy un soldado, pero trabajo en una línea de defensa nacional invisible.
También se han reportado estas otras palabras de Tian:
Puede sentir el miedo: el miedo a la infección y a la desaparición. Por eso doy cada paso con cautela extrema. Cuanto más miedo siento, más cuidado pongo en cada detalle. Porque el proceso en el que das con el virus es también el momento en que más expuesto estás a él. Espero que estas muestras sean preservadas únicamente para la investigación científica y jamás se utilicen en la vida normal.
Por espacio de un mes, el Partido COmunista Chino, en vez de combatir el contagio, hizo todo lo posible por censurar toda información relativa al mismo. Luego de que el presidente Xi Jinping declarara la «guerra popular» contra la pandemia, el 20 de enero los servicios de seguridad chinos investigaron 5.111 casos de «producción y diseminación de información deliberadamente perjudicial y falsa». La red de Defensores Chinos de los Derechos Humanos documentó diversas formas de castigo, como detenciones, desapariciones, multas, interrogatorios, confesiones forzadas y «reprimendas educativas».
Después, China mintió sobre el número real de muertes. Hay fotografías con pilas de urnas funerarias dando la bienvenida a los familiares de los muertos en las funerarias de Wuhan. En el exterior de una de ellas, había camiones cargando 2.500 urnas. Según los datos oficiales chinos, en Wuhan han muerto 2.548 personas por covid-19. Según un análisis de Radio Free Asia, en siete funerarias de Wuhan han gestionado –cada una– 500 urnas desde el 23 de marzo hasta el 5 de abril, día tradicional de limpieza de tumbas en China, lo que da hasta 42.000 urnas, o diez veces la cifra oficial.
En febrero se informó de que los crematorios de Wuhan estaban trabajando a destajo por el flujo masivo de cadáveres infectados. Al parecer, los funcionarios urgían a los deudos a enterrar a sus muertos «rápida y calladamente».
La hipótesis del virus natural no excluye la posibilidad de un fallo en un laboratorio donde se recolecten y analicen patógenos. Los autores de Nature Medicine «nos dejan donde estábamos antes: con una base para descartar un constructo de laboratorio, pero sin base para descartar un accidente», comenta el profesor Ebright.
«Puede haber debate sobre qué clase de centro es, pero en este punto parece innegable que ha habido uno directamente implicado y relacionado con la investigación de virus, aunque no necesariamente con la creación de virus», ha escrito el padre Renzo Milanese, veterano misionero católico en Hong Kong.
En otras palabras, en etapas tempranas el virus estuvo en un centro de investigación de Wuhan. Más importante es que tampoco hay duda de que las autoridades estaban prevenidas de la peligrosidad del virus, de que no informaron a nadie y de que trataron de mantener los hechos ocultos.
Josh Hawley ha presentado una proposición en el Senado norteamericano para solicitar una investigación internacional sobre el manejo chino de la expansión del virus. Según Hawley:
El Partido Comunista Chino era consciente de la existencia del virus tan pronto como en diciembre, pero ordenó a los laboratorios destruir las muestras y forzó a los médicos a permanecer callados. Ha llegado la hora de que una investigación internacional analice el papel que su encubrimiento ha desempeñado en la expansión de esta pandemia devastadora.
Admitir un error, como hicieron los japoneses tras el accidente nuclear de Fukushima (2011), puede ser una manera de volver a ser aceptado por la comunidad internacional. Hacer lo que hace China, censurar, negar y encubrir, no.
«China dice que el virus letal no escapó de su biolaboratorio», afirma el sinólogo Steven W. Mosher. «Muy bien. Pues que lo demuestre desvelando los registros de investigación del laboratorio de Wuhan».
GATESTONE
Giulio Meotti, periodista y escritor italiano, editor cultural de Il Foglio