Kristalina Georgieva, la infectóloga menos pensada

| A horas de la oferta argentina a los acreedores, la titular del FMI habló de la Argentina. Pero más que como jefa del organismo, lo hizo como una médica.

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¿Cuáles son los tres productos más usados durante la pandemia? Barbijo, alcohol en gel y… DNU. Decretos de necesidad y urgencia. Los decretos tienen un argumento a favor: durante una crisis permiten rapidez en la toma de decisiones. Pero una gran contraindicación: son muy adictivos

LA «DECRETOINA’ ES UNA DROGA PELIGROSA

Todos los gobernantes que la usan se defienden diciendo que la consumen pero que ellos «la manejan”. La historia demuestra que no es así. Y que deteriora rápidamente la salud democrática. Ahora, la oposición empieza a perder el miedo a disentir y ya se opone al proyecto de ley para cobrarle un impuesto extraordinario a grandes fortunas. Incluso el Peronismo Federal reaparece y toma distancia en este punto de Cristina.

El miedo aglutina y verticaliza decisiones, pero si la percepción de una catástrofe sanitaria se aleja, empezará un ejercicio un poco más horizontal de la política. También en tiempos de pandemia la oposición tiene que participar del debate. El fracaso económico de Macri hace que algunas figuras del exgobierno cumplan la penitencia autoadministrada del silencio. Nadie sabe si por culpa, miedo, convicción o estrategia, varios de ellos (ellas), que no formaron parte de las decisiones económicas y que gozan de gran aprobación social, prefieren correrse de la escena pública. ¿Creen que opinar es obstaculizar? El único tratamiento validado para la adicción a la decretoína es una oposición activa. Diversidad de voces. Ojo con el exceso de barbijo.

Mientras Alberto Fernández intenta dominar la curva de infectados, otra curva se le dispara: la del dólar. Esta semana subieron distintos dólares contra la cotización oficial. Tato Bores hablaba en el año 64, con una televisión en blanco y negro, de la locura de los argentinos mirando las pizarras del microcentro. 56 años después la locura sigue en HD. ¿Cuál es la moraleja? Que Argentina podrá fabricar televisores de diferente tecnología, pero hay un artefacto que no logra producir: una moneda nacional.

La sustitución de importaciones tiene un producto insustituible: el dólar. En los últimos 50 años, nuestra moneda perdió 13 ceros, cambió de nombre, de prócer, de animal, de tinta, de planta impresora (en 2010 los traía un Hércules de Brasil). En 1991, el peso se autopercibió dólar y pidió que le entreguen su nuevo DNI. En la foto, estaba Cavallo sonriente, con los dos billetes de uno. Años después y en un acto de ingenuidad, fuimos ecologistas y mandamos al yaguareté y al peso, ambos en peligro de extinción, a convivir a un parque nacional llamado billete de 500. ¿Emitir potenciará la inflación? Quizás no, por la recesión. Triste remedio.

Esta semana, el gobierno presentará una oferta a los bonistas privados y ofrecerá pagar a largo plazo y con una quita significativa. Los gobernadores y el FMI respaldarán la propuesta oficial. ¿El equipo económico habrá «testeado» lo suficiente a los acreedores? A horas de la oferta argentina, Kristalina Georgieva habló de nuestro país. Pero más que como jefa del FMI, lo hizo como una infectóloga: “El país está en un momento en que van a hacer una propuesta a sus acreedores para reestructurar su deuda. Es un momento muy difícil para todos, pero lo es especialmente para países que ya han entrado en esta crisis con desafíos complejos. El virus golpea a personas con condiciones previas, con morbilidades, y de igual forma esta crisis afecta más duramente a los que ya tenían problemas.

La doctora Kristalina trajo a la escena un respirador. Crudeza innecesaria. Pagando uno, lleva dos riesgos: tenemos riesgo país y somos “población de riesgo”. Pandemia y default. Argentina busca evitar un maridaje de desgracias

Diego Sehinkman

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