Querido lector, te invito a hacer un ejercicio.
Hace alrededor de un mes, estés donde estés, deberías estar resguardado en tu casa. Imaginá que en este encierro no tenés Netflix, no tenés TV, ni internet, ni celular. ¿Ya empezás a ponerte incómodo? Esperá un poco más. Seguí conmigo el ejercicio.
A eso, quítale la electricidad, el teléfono y el gas. No habrá en los próximos días calefacción. Y no siempre agua corriente. ¿Te asusta? Esperá. Todavía falta.
En la casa donde estás instalado, hay una familia por habitación. En muchos casos, desconocidos.
Es más, en tu barrio, de 8 km cuadrados, se instalarán hasta 450.000 personas. Te lo explico mejor. El 30% de la población de tu ciudad se acurrucará en el 2,4% de la superficie. Y por 3 años y medio.
Se construye un paredón de 3 metros de alto con alambres de púas y hay vigilancia armada las 24 hs para que nadie salga. Pero además, lo pagan los residentes, no el Estado.
No es todo.
Escasearán las medidas sanitarias, los insumos médicos y por último, la comida. Cada uno de los que viven en ese barrio ingerirá una dieta diaria de apenas 184 calorías, menos que dos barritas de cereal.
Lo peor: no te están encerrando para cuidar tu salud ni la economía. Lo hacen porque eras judío. Eras; ya no sos ni eso. Ahora no sos una persona. Sos menos que un animal.
No tenés derechos civiles. No podés tener propiedades. No podés ejercer tu profesión ni oficio.
No importa en qué creas. Si tuviste un abuelo judío, alcanza. Y el encierro es un mientras tanto. Hasta que terminen de decidir que van a hacer con vos. En ese mientras tanto, se mueren tus conocidos. De hambre, de tifus, de neumonía, y de las peores formas.
Los que sobrevivan, serán llevados a otro destino. Los campos de concentración y exterminio .
Ese barrio que te estoy describiendo para que lo veas gráficamente fue el Gueto de Varsovia , que funcionó entre octubre y noviembre de 1940 hasta mayo de 1943.
En esa antesala de la muerte, ese gráfico de la deshumanización que generó el nazismo, como en otras ciudades de Polonia y el este de Europa , la vida resistió.
Igual que hoy en tu casa, los chicos seguían estudiando. Como podían.
Se hacía música, pintura, danza y muchísima literatura.
La noche del 19 de abril de 1943, un día como hoy a partir de esta noche en el calendario hebreo, un grupo de jóvenes, poco más que adolescentes dijo basta.
Inició una rebelión contra la maquinaria militar nazi que se sostuvo hasta el 16 de mayo. Casi un mes de lucha desigual con piedras, palos y bombas molotov contra el ejército que tenía sojuzgada más de media Europa. El gueto fue arrasado. Sus habitantes trasladados a campos de trabajo o exterminio. Pocos sobrevivieron.
Esa resistencia entendió que la dignidad no se entrega. Que mañana seguiremos estando. Que no aceptaremos que la barbarie nos deshumanice hasta destruirnos. Que en 2020, 77 años después, para el pueblo judío sonarán las sirenas y haremos un minuto de silencio. Que seguiremos aquí.
Mientras tanto, no es tan grave quedarte en tu casa. Gracias por acompañarme en este ejercicio y en respetar junto a nosotros ese minuto de silencio.
ARIEL GELBLUNGEl autor es el director del Centro Simon Wiesenthal para América Latina