ESCRITOR, ENSAYISTA Y PEDAGOGO ARGENTINO
Comenzó a ejercer la docencia a los 17 años en el Seminario para Maestros Judíos de AMIA en Moisés Ville, hoy llamado Iosef Draznin y luego fue su Director entre 1953 y 1968.
Fue Licenciado en Letras y Filosofía en la Universidad de Buenos Aires y más tarde se doctoró en Filosofía en la Universidad Nacional de La Plata. Realizó estudios de postgrado en Jerusalén.
En 1969 fundó el Instituto Secundario Integral Rambam, dependiente de la AMIA, siendo su director general hasta 1975.
Fue profesor en la Universidad de Belgrano. Durante años se desempeñó como asesor del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y del Ministerio de Educación.
Barylko fue decano de Humanidades de la Universidad Maimónides de Buenos Aires y director del Consejo Central de Educación Israelita de la AMIA.
Barylko fue autor de numerosos libros, entre ellos»El hombre que está solo y no espera», «ֹÉtica para argentinos», «Yo y tú, un mundo» y «Judío, el ser en crisis», entre otros. Su obra «El miedo a los hijos», de 1992, tuvo enorme repercusión, y en ella encara el problema de la anomia en la juventud argentina.
Sus decenas de libros siguen una orientación humanista. No entregan verdades cerradas, obligan a pensar.
Sus notables conferencias ante públicos masivos dejaban a los auditorios casi exhaustos, reclamaban su propio esfuerzo creativo, sacar sus propias consecuencias, tomar posiciones, enfrentarse a los problemas, salir de la pasividad acostumbrada.
Exhaustos pero vivos, los asistentes sentían que después de escucharlo habían crecido. Había sido una experiencia de aprendizaje real.
Esta provocativa pedagogía de volver a pensar por uno mismo, de la que fue maestro indiscutido, la llevo Barylko a los temas realmente fundamentales. Su agenda era la de los grandes dilemas de la existencia.
Recorría con sus auditorios y con sus millones de lectores de todo el mundo de habla española, que lo admiraban, un camino nada trillado. Convocaba a pensar sobre lo efectivamente importante.
Frente al bombardeo de mensajes trivializantes y frívolos, su voz digna se alzaba con fuerza reclamando encaremos los temas que siempre debieron estar en el centro.
Su llamado nos invitaba a revisar las relaciones entre padres e hijos, hablar de amor, realizar el aprendizaje de la libertad, marchar tras la autenticidad que perdemos cada día, humanizar la historia.
Esos temas, y esa metodología, hicieron vibrar a millones. Sus libros se agotaron edición tras edición en numerosos países.
Muchos de ellos se transformaron en cabecera obligada, como entre otros: «El miedo a los hijos», «Queridos padres», «Como ser persona en tiempo de crisis», El hombre que esta solo y no espera», Para quererte mejor», «Cabala de la Luz», «En busca de uno mismo».
No era extraño. Barylko fue uno de los pocos puentes vivos con que contaba la cultura nacional que tenia la capacidad de hacer llegar la reflexión filosófica a amplios sectores de la población. Y lo hizo magistralmente.
En una gira de conferencias organizadas por instituciones culturales, se había encontrado con la sorpresa de audiencias de miles de personas.
La respuesta era visible, se hallaba en su mensaje, las claves del ser humano que tocaba sacándolo de la intrascendencia, y sus dotes tan singulares para implicar a cada uno en estas vivencias liberadoras.
Hizo aportes enormes a la pedagogía, propuso una revolución educativa, enriqueció el análisis filosófico, nos obligo a todos a ver la realidad cotidiana desde ángulos no usuales, ampliando nuestros horizontes.
Estas contribuciones fundamentales, y otras que realizo se apoyaron en un acervo caudaloso. Se formo rigurosa, y solidamente, en las fuentes de la cultura judía, y en su periplo creativo de miles de años.
Además de transmitirles con amor, a generaciones a través de su vasta acción educadora, desde la conducción del Seminario para formación de maestros judíos en MoisesVille, hasta la dirección durante años del Consejo Central de Educación Judía de la Argentina, hizo mucho mas aun, las hizo florecer.
Abrahan Yeoshua Heshel cima del pensamiento judío decía que «se necesitan judíos cuya vida sea un jardín y no un invernadero*.
Barylko, formo miles de judíos de las nuevas generaciones en esa dirección. Interpretar la visión raigal en términos de las realidades actuales, pero sin perder nunca de vista la sabiduría eterna que de a su sello a esa visión.
Los Profetas de Israel a los que invoco y analizo en artículos de antología, parecían en ellos estar viviendo hoy al lado nuestro. . Maimondes, nos aconsejo a través de Jaime, permanentemente. Hillel, el Pirkei Avot, y el Talmud, nos hablaban al oído traídos de su mano vigorosa.
Fue enorme su aporte a la continuidad del mensaje judío en las nuevas generaciones. Al mismo tiempo fue desde ese cimiento que construyo su obra humanista general de tanto impacto nacional e internacional.
Su pedagogía liberadora sorbía de la discusión sin limites de los sabios talmúdicos, y del llamado continuo a la autocrítica de las fuentes judías.
Su visión filosofiaza se nutria de la belleza majestuosa de la concepción ética del judaísmo, y de sus propuestas sobre el sentido de la vida, de la sociedad, y de la historia.
Asimismo, lo embargaba en sus entregas incesantes y su prodigiosa fecundidad, un sentido especial de alegría, y esperanza, que tenia a su vez sus bases en la fe profunda en que un mundo de paz y justicia es posible, y es el camino, que emana de los textos bíblicos.
Brillo con luz singular en el mundo judío , argentino, y universal. Al mismo tiempo que contribuyo sin cesar a la comunidad judía de la Argentina ,y a Israel,, lo hizo a la educación del país,.
Entre muchos otros galardones, la AMIA lo designo Profesor Emérito del judaísmo argentino, y el Arzobispado de Buenos Aires, le confirió el Premio Educar 2002, por su labor educativa.
Como agradecer suficientemente a quien acompañando de su esposa Jaia ejemplar, respetada, y querida educadora judía, y de su familia, hizo tanto por renovar la cultura y el pensamiento colectivo?.
Volviendo desde ya a sus enseñanzas, a sus libros, a su obra, pero al mismo tiempo actuándolas, recogiendo su provocación a pensar de verdad, a pensar en lo trascendente, a interrogarnos con valentía, a renovar todos los días en base al mensaje ético de las fuentes bíblicas esta comunidad, este país, este mundo.