Lev Davidovich Bronstein, llamado Leon Trotsky o Trotski; Revolucionario ruso. Nació en una familia judía de labradores propietarios en Yanovka, Ucrania, en 1877.
A los siete años, se le envió por primera vez a la escuela de la cercana aldea de Gromokley, a aprender ruso, hebreo y matemáticas en una escuela judía, donde la mayoría de los alumnos, a diferencia del pequeño Trotski, hablaban yidis. Incapaz de comunicarse con sus compañeros en un idioma que desconocía, se le devolvió a la casa paterna a los pocos meses, descontento de la experiencia.
Pronto regresó a los estudios. Su padre trató de que aprendiese la Biblia y hebreo durante las vacaciones escolares, pero la persona contratada para ello resultó ser ateo, como lo era ya Trotski. Las clases de religión de la escuela tampoco hicieron mella en Trotski, que no celebró la tradicional ceremonia de bar mitzva.
A pesar de la importancia de la cultura hebrea en Odesa, Trotski se crio en un ambiente secular, atraído por el teatro, la ópera y la literatura.
Estudió derecho en la Universidad de Odessa. Participó desde joven en la oposición clandestina contra el régimen autocrático de los zares, organizando una Liga Obrera del Sur de Rusia (1897).
Fue detenido varias veces y desterrado a Siberia; pero consiguió huir de allí en 1902 y se unió en Londres al que ya aparecía como jefe de la oposición socialdemócrata en el exilio: Lenin.
Aunque discrepaba de su concepción autoritaria del partido, colaboró con él e intentó en vano reconciliar a la facción que dirigía (los bolcheviques) con la facción rival de la socialdemocracia rusa (los mencheviques).
Regresó a Rusia para participar en la Revolución de 1905 (en la cual organizó el primer sóviet o consejo revolucionario). Al fracasar la revolución, fue deportado otra vez a Siberia y nuevamente se escapó (1906).
Tras recorrer medio mundo entrando en contacto con los focos de conspiradores revolucionarios, se trasladó a Rusia en cuanto estalló la Revolución de febrero de 1917, que derrocó a Nicolás II.
Abandonando su trayectoria anterior de socialista independiente (en relación con los mencheviques), puso su talento de organizador y de agitador al servicio del Partido Bolchevique y fue elegido presidente del Sóviet de Petrogrado.
Desempeñó un papel central en la conquista del poder por Lenin: fue el principal responsable de la toma del Palacio de Invierno por los bolcheviques, que instauró el régimen comunista en Rusia (Revolución de octubre de 1917).
Aunque Lenin ocupó la cúspide del poder, Trotski desempeñó un papel crucial en el gobierno soviético hasta la muerte de aquél.
Como primer comisario de Asuntos Exteriores de la Rusia bolchevique (1917-18), negoció con los alemanes la Paz de Brest-Litovsk, que retiró al país de la Primera Guerra Mundial para responder a los deseos de paz de las masas y concentrarse en la consolidación de la Revolución.
Luego fue comisario de Guerra (1918-25), cargo desde el cual organizó el Ejército Rojo en condiciones muy difíciles y derrotó en una larga guerra civil a los llamados ejércitos blancos (contrarrevolucionarios) y a sus aliados occidentales (1918-20). Su labor fue, por tanto, crucial para la supervivencia del primer Estado comunista del mundo.
Lenin le señaló como su sucesor antes de morir en 1924; pero la ambición de Stalin, que contaba con fuertes apoyos en el aparato del partido, le impidió acceder al poder.
Trotski defendía la idea de la «revolución permanente» como vía de realización de los ideales marxista-leninistas (extendiendo gradualmente la Revolución a Alemania y a otros países); mientras que Stalin le opuso la concepción más conservadora de consolidar el «socialismo en un solo país».
Las diferencias ideológicas, sin embargo, eran poco más que un pretexto para Stalin, que maniobró hábilmente en busca de aliados y después se deshizo de ellos (incluso físicamente); con estas maniobras consiguió apartar a Trotski de la dirección en 1925, expulsarle del partido en 1927, deportarle a Kazajistán en 1928 y desterrarle del país en 1929.
Trotski no cejó en su lucha revolucionaria, que canalizó desde el exilio escribiendo en defensa de sus ideas (obras como La revolución permanente, 1930; o la Historia de la Revolución Rusa, 1932) y encabezando una corriente comunista disidente (agrupada en la Cuarta Internacional desde 1938).
Se exilió en México donde fue refugiado por Diego de Rivera y Frida Kahlo. Finalmente Stalin le hizo asesinar por un agente soviético en Coyoacán, México en el año 1940.