EL CÓDICE HEBREO QUE SE ESCRIBIÓ EN EL PÁRAMO LEONÉS


La Biblioteca Nacional de París muestra el tesoro realizado en Laguna de Negrillos en 1484

Un error en el siglo XIX hizo que se borrara el rastro leonés. El tesoro, un Códice hebreo conservado en la Biblioteca Nacional de París, fue copiado en Laguna de Negrillos en 1454 y contiene una obra teológica judía de Joseph Albo. El historiador Alejandro Valderas explica que el códice reproduce una de las denominadas Disputas en las que los judíos españoles que se negaban a convertirse al cristianismo, ponían al día sus creencias, para enfrentarlas no sólo a los teólogos católicos del Papa, en este caso Benedicto XIII, sino frente a los conversos procedentes del judaísmo que esperaban «ganar puntos» en la sociedad cristiana convenciendo a sus correligionarios de la necesidad de abandonar la fe de Israel. «El procedimiento para amedrentar a los judíos recalcitrantes, se denominó Disputas, largos debates teológicos entre cristianos y judíos, sobre la verdadera fe y en ellos se leían amplios estudios teológicos escritos en forma de diálogos y disputas, intentando demostrar que la Biblia les daba la razón a ellos», manifiesta el investigador. La más famosa de las Disputas la celebró el Papa Luna en Tortosa y se prolongó durante un año, desde 1413 a 1414. Uno de los participantes fue Joseph Albo, opuesto a la conversión, así que con el Cisma de Occidente, que produjo una relajación de las conversiones forzosas en la Península Ibérica y un nuevo renacimiento cultural hebreo a mediados del siglo XV, la obra de Albo sufrieron una revalorización entre las comunidades hebreas que se habían opuesto a la cristianización de los judíos.

Este manuscrito procede de la Biblioteca del Oratorio de la Congregación de San Felipe Neri de París, fundada en el siglo XVII. En el catálogo del año 1702 ya estaba en París (es el número 41 de su catálogo de manuscritos hebreos). Esta biblioteca se integró en la Biblioteca Nacional Francesa en 1797 con la Revolución Francesa: actualmente lleva el número 740 del catálogo de manuscritos hebreos. Se trata de un códice muy importante, ya que con él se ha hecho la edición moderna de la obra (década de 1920) corrigiendo las ediciones incunables de esta obra de Albo editadas en el siglo XV, y la del siglo XVII de los sefarditas de Holanda. Incluye entre otras cosas su discurso de Tortosa contra los dogmas de la Iglesia Católica.

Fue copiado en Laguna de Negrillos, si bien es posible que se hiciera en la segunda «aljama» que radicaba fuera del pueblo junto a las viejas iglesias de San Salvador y San Pedro de Negrillos. El copista judío se llamaba Abraham hijo de Jacob Benieto, y el destinatario de la copia era Isaac Albilia. Tanto Benieto como Albilia son topónimos españoles tomados como apellidos por familias judías que hoy siguen existiendo en EEUU y son sefarditas. La letra con que se escribió se describe como letra «sefardita» hispana. Valderas explica que entre los judíos de Laguna de Negrillos cuyos nombres han llegado hasta hoy destacan los de Abraham Balí, un representante legal que en 1485 se quejó a la Reina de que no respetaban los privilegios fiscales de los representantes del Adelantamiento del Reino de León Otro de ellos es Diego Fernández «de Laguna», médico y padre del famoso botánico y médico de reyes y Papas, Andrés Laguna. Diego se había convertido en la década de 1480 adoptando nombre cristiano pero conservando como apellido el topónimo de procedencia «De Laguna». Debido a una declaración de filiación de los años 1484-1486 hecha en Laguna de Negrillos, Diego mantuvo sus derechos fiscales como «hidalgo» que lo era por concesión Real, pero ese mismo documento le impidió a su hijo estudiar en España por lo que estudió en Lovaina donde no se exigía la «limpieza de sangre». Compañero de Andrés Laguna en Lovaina y por el mismo motivo (sus padres eran conversos), era otro nativo de laguna de Negrillos: el teólogo Cipriano de la Huerga, cisterciense del monasterio de Nogales . Tanto Andrés como Cipriano destacaron por sus conocimientos de teología hebrea, por lo que fueron seriamente vigilados por la Inquisición.

 

Fuente: diariodeleon.es

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *