La Mitzvá (Precepto) de Respetar a los Padres
Nuestra parashá afirma (19:3), «Un hombre deberá respetar a su madre y a su padre.»
Por otro lado, en los Diez Mandamientos se nos exhortó, «¡Honra a tu padre y a tu madre!»
¿Cuál es la diferencia entre RESPETO y HONOR?
– RESPETO significa que un hijo no puede contradecir las palabras de sus padres, ni tampoco puede corraborarlas y decir, «Las palabras de mi padre son correctas».
No se debería parar ni sentar en el lugar especial de los padres. La mitzvá de respetar al padre y a la madre se extiende hasta el punto de que incluso si su padre o madre se le acercaran en público, le rasgaran sus prendas, lo insultaran y lo golpearan, él no podría ponerlos en ridículo ni lastimarlos.
Deberá soportar la humillación en silencio, con temor hacia el Todopoderoso Quien nos dio este mandamiento. (Sin embargo, puede convocar al Beit Din – tribunal judío – si lo lastiman.)
HONOR: Por honor se entiende que un hijo debe observar que sus padres estén abastecidos con comida, bebida y vestimenta y debe satisfacer todas las necesidades de éstos.
¿Por qué es que en nuestra parashá, cuando la Torá ordena que se respete a los padres, la madre se menciona antes que el padre, mientras que en el pasuk (versículo) que hace referencia acerca de honrar a los padres, el padre se menciona primero?
En realidad, debemos honrar y temer a ambos padres por igual. (No obstante, si la madre y el padre le dan simultáneamente un mensaje al hijo, éste deberá atender en primer lugar al deseo de su padre, debido a que la madre también está obligada a honrar a su esposo.)
Sin embargo, es natural que los hijos le tengan menos miedo a la madre que al padre, y por lo tanto, la Torá enfatiza primero a la madre cuando exige respeto hacia los padres.
Por otro lado, es la tendencia natural que los hijos tengan una estimación mayor por la madre que por el padre, y por consiguiente, la Torá consideró necesario colocar al padre en primer lugar cuando se ordena honrar a los padres.
Uno de los hijos de Iaakov, Naftalí, se destacó en la mitzvá de honrar a sus padres. Cada vez que su padre, Iaakov, le enviaba un mensaje, él juntaba hasta su último aliento con el fin de realizar su pedido con la mayor rapidez. Sus esfuerzos por cumplir los deseos de su padre bordearon lo sobrehumano.
Su amor por la mitzvá de honrar a sus padres le hizo renovar su vigor por cada misión como si ésta hubiera sido la primera orden. Por ende, Iaakov, en su última bendición a sus hijos alabó a Naftalí como a una «cierva que se envia» (Bereshit 49:21).
La recompensa de Naftalí, Midá kenegued Midá estaba compuesta por dos partes:- Mereció una porción en Eretz Israel donde los frutos maduraban con la misma rapidez con la que él corría para obedecer las órdenes de su padre.- La recompensa Midá kenegued Midá que se le otorgó a sus descendientes fue durante el período de los Jueces.
En la época de la profetiza Deborá, a quien se le unió en el liderazgo Barak, un descendiente de Naftalí, los judíos fueron oprimidos por los canaanitas.Sisrá, el general canaanita, movilizó un ejército enorme que estaba compuesto por la infantería y novecientas carrozas de hierro.
Barak y Deborá tenían en comparación un ejército mucho más pequeño de diez mil judíos, y les faltaba un equipo apropiado.
Sin embargo, el Todopoderoso hizo que las fuerzas enemigas fueran vencidas en un día de manera milagrosa y que el general Sisrá fuese asesinado.
HaShem hizo posible esta victoria inmediata del pueblo judío a través del descendiente de Naftalí, Barak, por el mérito del primero que siempre realizaba de inmediato las órdenes de su padre.
Después de ser vendido, Iosef estuvo apartado de su padre por veintidós años. Iaacov pasó todo este tiempo de luto y con dolor por la pérdida de su hijo. Su dolor fue una retribución Midá kenegued Midá por haber estado lejos de su propio padre, Itsjak, por veintidós años, el tiempo que pasó en la casa de Laván.
Como no honró a su padre y a su madre por veintidós años, HaShem hizo que Iosef estuviera lejos de él por la misma cantidad de tiempo.