EL MIDRASH DICE AJAREI-MOT
Salvaguardias Contra la Inmoralidad
Al describir las relaciones prohibidas, la Torá emplea la expresión especial «no debes acercarte a ellas» (Vaikrá 18:6,9).
Por consiguiente, nuestros Sabios instutuyeron las leyes de Ijud, las cuales prohíben que un hombre esté recluído en un lugar privado con una mujer extraña.
Tampoco debe conversar con una mujer que no conoce.
Una vez, Rabí Iosé Hagalilí estaba parado en un cruce, y no estaba seguro acerca de qué camino debía tomar, cuando se encontró con la esposa de Rabi Meir, Bruria, que era muy sabia.
«¿Qué camino debo tomar para llegar a la ciudad de Lod?» le preguntó a ella.»Tonto», ella lo reprobó, «¡¿acaso no sabes que nuestros Sabios recomiendan que la conversación con una mujer sea lo más corta posible (Pirké Avot 1:5)? Debiste haber dicho, «¿Cuál vá hacia Lod?»!» Las precauciones para resguardarnos de la inmoralidad no son, según puede pensarse, una prudencia anticuada de la cual podemos dispensar en esta era moderna.
Por el contrario, el Todopoderoso, Quien creó y le dió forma al alma del ser humano es el gran psicólogo, que conoce los instintos e impulsos dinámicos que El implantó en todos los seres vivos. Por lo tanto, El nos obliga a tomar medidas cautelosas contra la inmoralidad, un area que provee la mayor cantidad de pruebas.
Las noches de Jol Hamoed Sucot eran las celebraciones más alegres y felices que se presenciaron en el Beit Hamikdash. Los grandes Sabios de la Torá, Rashei Ieshivá, miembros del Sanhedrín, y otros personajes notables, bailaban, tocaban instrumentos, y realizaban actos de habilidad y destreza en el Beit Hamikdash mientras todo el mundo observaba.
El Todopoderoso unió Su gran Nombre al de varias personas que huyeron de la inmoralidad, entre ellos Iosef y Paltiel. – Iosef fue expuesto a incitaciones diarias y a presiones por la esposa de Potifar, sin embargo él no pecó.
HaShem dijo, «Serás recompensado Midá- knegued- Midá, Medida por Medida, por cada acto de abstención de inmoralidad.»Por no torcerse ante el pecado, el Faraón lo adornó con un collar de oro. Sus manos no estaban extendidas de manera pecaminosa, y por lo tanto, el anillo del Faraón fue colocado sobre ellas. Su cuerpo permaneció puro, y por lo tanto, fue vestido con ropas de lino blancas; sus pies no caminaron hacia el pecado, y por consiguiente,
HaShem hizo que conduciera una carroza real; sus pensamientos no fueron indulgentes con imágenes pecaminosas, y por ende, se lo proclamó un padre de la sabiduría.
Y por último, el logro que corona todo lo anterior; a Iosef se le cambió el nombre a Iehosef (Tehilím 81:6) y se le adhirió la letra Hei del Nombre de HaShem, lo cual implica que el Todopoderoso es testigo del hecho de que no pecó de ninguna manera.
– El Todopoderoso también asoció su nombre al de Palti ben Laish, quien ejerció un gran autoconrtrol para resguardarse de la inmoralidad y se destacó aún más que Iosef. Iosef enfrentó la tentación durante un año, sin embargo, Palti lo hizo por muchos años; Iosef resistió la incitación de una situación claramente pecaminosa, no obstante, Palti lo hizo en una que pudo haber sido justificada como legal.
El Rey Shaul (quien consideró el matrimonio de su hija Mijal inválido por una serie de razones halájicas) por despecho la dió en matrimonio a otro hombre, Palti. Sin embargo, Palti, era un hombre que le temía a HaShem y durante todos los años que él, fue esposo de Mijal, por orden del rey, no la tocó. No se involucraría en un acto que posiblemente constituiría inmoralidad.
El pasuk lo honra al cambiar su nombre por el de «Paltiel» (Shmuel 3:1) y adhiere el Nombre de D-s al suyo. La conducta de Paltiel hizo que él fuera el modelo de auto control para todos los asuntos relacionados con moralidad.
La Torá exige del judío un nivel de conducta mucho más elevado que el que exige de un gentil. Si bien la ley Divina prohibe el incesto y el adulterio tanto a los judíos como a los gentiles, los primeros, además están censurados al adulterio con la vista (Vaikrá Rabá 23:12) y a cualquier acción que cause inmoralidad. Por otra parte, la Torá prohibe de forma explícita los pensamientos inmorales.
Si nos elevamos hasta el punto de alcanzar el concepto de moralidad de la Torá en vez de establecer nuestros niveles a través del camino corrupto de la vida que caracteriza al ambiente no- judío, contribuímos a traer a nuestra nación más cerca del ideal fundamental, el cual es, «Y serán para mi un reino de kohanim y un pueblo sagrado» (Shemot 19:6)