MAIMONIDES: «Médico de príncipes y príncipe de médicos»

El legado de Maimónides

La abundante obra médica de Maimónides, escrita en lengua árabe, fue realizada en la última etapa de su vida. 

Su producción literaria consta de diez tratados3. El primero se titula ‘Extractos de Galeno’ y corresponde a una síntesis de las enseñanzas más importantes del médico griego (cerca de 100 libros), cuyo objetivo fue el facilitar su estudio y comprensión por los estudiantes de medicina. 

El segundo se titula ‘Comentario sobre los aforismos de Hipócrates’, obra en que comenta y ocasionalmente critica a Hipócrates y Galeno cuando éstos difieren de sus observaciones (por ejemplo, critica la afirmación de Hipócrates ‘un varón nace del ovario derecho y una mujer del izquierdo’, señalando que ‘un hombre debería ser un profeta o un genio para saber esto’). 

Su tercera obra y más voluminosa se titula ‘Aforismos médicos de Moisés’. Esta incluye 1.500 aforismos organizados en 25 capítulos, cada uno versando sobre un área diferente de la medicina, tales como anatomía, fisiología, patología, sintomatología y diagnóstico, etiología de enfermedades y terapéutica, fiebres, flebotomías, laxantes y eméticos, cirugía, ginecología, higiene, dietética, farmacología y curiosidades médicas. De gran vigencia es su descripción del cuadro clínico de la neumonía, vigente hasta nuestros días:

Los síntomas básicos que ocurren en la neumonía y que nunca están ausentes son los siguientes: fiebre aguda, dolor tipo puntada de costado, respiraciones cortas y rápidas, pulsus serratusy tos, mayoritariamente asociada a expectoración 

De igual forma, ofrece una lúcida descripción del cuadro clínico de la hepatitis:

‘Los signos de la inflamación hepática son ocho: fiebre alta, sed, anorexia completa, una lengua inicialmente roja que luego se torna negra; vómitos biliosos, inicialmente del color de la yema del huevo y posteriormente verde oscuro; dolor en el costado derecho que asciende hasta la clavícula (…) ocasionalmente puede presentarse tos leve y una sensación de pesadez que inicialmente se siente en el costado derecho y luego se expande ampliamente 

Completan su obra médica una serie de tratados, titulados ‘Tratado sobre las hemorroides’, ‘Tratado sobre el coito’, ‘Tratado sobre el asma’, ‘Tratado sobre los venenos y sus antídotos’, ‘Tratado sobre el régimen de la salud’ y ‘Tratado sobre las causas de los síntomas’ y la obra ‘Comentario sobre los nombres de las drogas’, glosario de 450 párrafos cortos que incluye nombres de drogas en árabe, griego, sirio, persa, beréber y español1,3.

En el área de la Infectología, Maimónides describió numerosas enfermedades, signos y síntomas, destacando abscesos, blefaritis, carbunco, conjuntivitis, disentería, gangrena, hepatitis, lepra, neumonía y sepsis, entre otras. 

En las postrimerías del reinado de Saladino, el cólera morbo se declaró en El Cairo, procedente de la India, afectando a un gran número de personas (el número de hospitalizados habría excedido los 1.500). 

Para combatir los vómitos y diarrea que provoca esta enfermedad, Maimónides dispuso la preparación de una bebida compuesta de goma de Arabia, arroz y corteza de pan, posiblemente una de las primeras soluciones rehidratantes conocidas. Sus nociones de higiene tienen plena vigencia en nuestros días, proscribiendo la ingesta de carnes descompuestas y alimentos que desprenden olor, recomendando la higiene y el aseo

Tres son sus obras más importantes, siendo la primera de ellas ‘Comentario a la Mishná’ (1168), conocida también como ‘Libro Iluminador’. Diez años después termina ‘Mishné Tora’ (1178), su obra maestra teológica, consistente en una síntesis y organización sistemática de la ley bíblica y rabínica, también conocida como ‘Código de Maimónides’. Finalmente, en 1190 acaba su obra maestra filosófica, titulada ‘Guía de Perplejos’. Mentras las dos primeras obras lo consagraron como un maestro del judaismo, esta última obra alzó su figura como filósofo, siendo considerada la más universal de sus creaciones. Profundo conocedor de la obra de Aristóteles, Maimónides marca la expresión cumbre del racionalismo judío medieval; tuvo confianza plena en la razón, no como recurso infalible de análisis, pero sí como el único instrumento del cual disponemos para nuestra insaciable búsqueda de la verdad de Dios y de las cosas. Sus ideas ejercieron una influencia considerable sobre algunos teólogos de la Iglesia Católica, por ejemplo, Santo Tomás de Aquino14.

La descripción de los aportes de Maimónides a la medicina, teología y filosofía abarcarían decenas de páginas, especialmente considerando las complejas circunstancias biográficas que caracterizaron su vida. Restringiéndose a su práctica y legado médico, es posible afirmar que encarnó las virtudes a alcanzar por todo aquel que practica la medicina: humanitarismo, intelectualidad y dedicación. 

Maimónides falleció el día 13 de diciembre de 1204 en El Cairo, cuando aún no había cumplido los 70 años. Su muerte fue sentida por judíos, cristianos y musulmanes, quienes guardaron un riguroso luto en su memoria. 

Cumpliendo el deseo de su padre, su hijo Abraham trasladó su cadáver a Tiberíades, donde fue sepultado. En su lápida reza la siguiente inscripción: ‘De Moisés (el bíblico) a Moisés (Maimónides), nadie hubo semejante a Moisés ‘, pues tal fue su transcendencia para el mundo judío que fue llamado ‘el segundo Moisés’

En Córdoba, su ciudad natal, una estatua de bronce ubicada en el barrio judío recuerda a su hijo más ilustre e universal. Fred Rosner, uno de sus principales biógrafos, sintetiza magistralmente su vida y legado:

‘Su habilidad literaria fue increíble y su conocimiento enciclopédico. Él fue un maestro en prácticamente todos los campos de la teología, matemáticas, filosofía, astronomía, ética y, por supuesto, medicina. Como médico, él trató las enfermedades basándose en el método científico, dejando a un lado las adivinanzas, supersticiones y reglas preconcebidas. Su actitud hacia la práctica de la medicina se fundamentó en sus profundas creencias religiosas, las cuales transformaron la preservación de la salud y de la vida en un mandato divino. Su inspiración perdura a través del tiempo y su sitial como uno de los gigantes de la medicina es indeleble. Él fue médico de sultanes y príncipes, y tal como señalara Sir William Osler, Maimónides fue también ‘príncipe de los médicos ‘3.

Sin lugar a dudas, la profunda intelectualidad y especialmente la espiritualidad de Maimónides fueron dos elementos cuya conjunción le elevaron a la categoría de médico excepcional y ejemplar. Trascurridos ocho siglos de su muerte, la invitación de Maimónides a elevar la vocación y profesión médica más allá de un simple oficio sigue plenamente vigente.

Si el legado médico de Maimónides excede con creces el necesario para asegurar un lugar en la historia, sus contribuciones teológicas y filosóficas habrían tenido igual consecuencia. Maimónides es considerado uno de los  pensadores más influyentes 

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