LOS VÍNCULOS DE LA REALEZA BRITÁNICA CON HITLER Y EL NAZISMO

En 2015 apareció un vídeo en el que se ve a la futura reina Isabel II, con solo 6 años, haciendo el saludo nazi junto a su hermana Margaret, su madre (la entonces princesa Isabel, duquesa de York) a su tío Eduardo, esto  produjo una gran conmoción en el Reino Unido.

La foto surge de un video en blanco y negro grabado en la década de 1930 en el castillo de Balmoral, la residencia de verano de la familia real británica en Escocia.
La historiadora Karina Urbach,  de la Universidad de Londres explica el interés de la famila real británica por el fascismo y cómo las conexiones del duque de Windsor con los nazis pasaron por la España de Franco.
La reina madre y Jorge VI «apoyaron la política de apaciguamiento hacia Hitler del primer ministro Neville Chamberlain» y les llevó tiempo entender que Churchill había obrado correctamente al plantarse ante Hitler, aunque «una vez cayeron las bombas sobre el Reino Unido, la reina madre se comportó admirablemente», aseguró la historiadora.
Asimismo, indicó que la visión positiva del fascismo que mostraba la familia real estaba probablemente relacionada con su anticomunismo. «Creo que es una de las razones por las que algunos miembros de la realeza se sentían atraídos por la idea», dijo.

Quien más favoreció al fascismo alemán de la familia real británica fue Eduardo VIII, el jefe de Estado del Reino Unido del 20 de enero de 1936 hasta el 11 de diciembre del mismo año, posteriormente conocido como ‘el duque de Windsor’. La prueba más contundente de esta conexión la encontró la historiadora en España, en los papeles de Franco.
Urbach descubrió que durante un encuentro que mantuvo el duque de Windsor con su viejo amigo el diplomático Javier Bermejillo en junio de 1940 en España, Eduardo le contó a su confidente su frustración por la marcha de la guerra, de la que culpaba «a los judíos y a los rojos», e incluso llegó a decir que «si los alemanes bombardearan Gran Bretaña, eso podría traer la paz». «Parece que tiene muchas esperanzas en que algo así ocurra, él quiere la paz a toda costa», reconoció Bermejillo.
Su informe fue enviado a Franco y después a los alemanes, que empezaron el 10 de julio de 1940 los bombardeos sobre el Reino Unido.Las misteriosas conexiones de Eduardo con el régimen de Franco siguieron después de la guerra, e incluso se fue de vacaciones a Marbella y estuvo alojado en la casa de la familia Bismarck.
Según la experta la Casa Real debería admitir de una vez que el duque de Windsor era un simpatizante nazi, empezar a trabajar con los historiadores sobre este asunto y abrir sus archivos para una investigación completa, lo mismo que debería hacer la familia real española.
Felipe de Edimburgo, esposo de la reina, provenía de una familia griega vinculada al nazismo. Provenía de la familia real griega, pero por vía materna había heredado sangre de la aristocracia alemana. Sus cuatro hermanas, Margarita, Teodora, Cecilia y Sofía, se casaron con príncipes alemanes, dos de ellos, altos oficiales del nazismo.Sofía se casó con Hesse-Kassel, quien afirmaba que Hitler era un “hombre encantador y modesto”. Llegó a vérsele en la boda del comandante de la Luftwaffe Hermann Göring, cenando con el propio Hitler, en 1935. Las relaciones cambiaron radicalmente con la participación inglesa en la Segunda Guerra Mundial y la devastación que causó la Luftwaffe al país con sus bombas. La corona británica manejó con astucia su imagen durante el conflicto, mostrándose al lado del pueblo, que le guardó una imagen de aprobación total. 
Pero no todos habían tomado distancia de la locura de Adolf Hitler.
El contexto del surgimiento del nazismo fue muy diferente a la narrativa construida en la posguerra. Estados Unidos y el Reino Unido no consideraban al surgimiento de Hitler con sus SA como una amenaza, sino al contrario, un freno al comunismo que ya se había apoderado de Rusia, y se posicionaba en la lucha de poder en la propia Alemania. 
Sin saberlo, Londres y Washington jugaban a la Guerra Fría quince años antes de que Winston Churchill acuñara el término “Telón de Acero” en 1946. La banca y la nobleza británica tuvieron relaciones más que estrechas con el nazismo en su apogeo.
En 1934, Londres y Berlín firmaron el Acuerdo Anglo-Alemán de Transferencia que se convertiría en el pilar de la política británica hacia el III Reich, que en un lustro se convertiría en el principal cliente comercial del Reino Unido.
En la década del 1920 aparecen en Inglaterra los primeros grupos fascistas. Pero sería en 1932, cuando Sir Oswald Mosley creó la British Union of Fascist y que el fascismo tendría un lugar en la política británica. El BUF comenzó con 40.000 miembros y Mosley estableció estrechos vínculos con oficiales nazis, incluyendo al Ministro de Propaganda del Reich, Joseph Goebbels.
Para ayudar a Hitler a impulsar la iniciativa, el Banco de Inglaterra le otorgó un crédito de 4 millones de libras para facilitar la movilización de los créditos comerciales alemanes, y pudieran cancelar viejas deudas con dinero fresco.
El rey Eduardo VIII pasó a la historia como el monarca que abdicó por el romance con Wallis Simpson, una estadounidense común y divorciada. En realidad, el problemita de Eduardo era su abierta simpatía con los nazis. Tras abdicar, Eduardo visitó Alemania en 1937 como Duke de Windsor. Allí expresó su apoyo total a la dictadura del Führer.
Tres años mas tarde, haría el temible comentario ante el diplomático español, «Si los alemanes bombardean Gran Bretaña eso podría traer la paz», comentario que Franco hizo llegar a Hitler. Según información revelada en 2003, oficiales del Partido Nazi planeaban ponerlo nuevamente cuando ocuparan el Reino Unido.
El caso de Edward lejos estuvo de ser una rareza. Su sucesor en el trono, Jorge VI, enviaba afectuosos saludos de cumpleaños a Adolf Hitler.
Eduardo VIII es uno de los reyes más breves, pero sobre todo más polémicos, que ha tenido el Reino Unido. Abdicó en 1936, apenas diez meses después de ser proclamado a la muerte de su padre Jorge V, y siempre le persiguió su cercanía al régimen nazi de Adolf Hitler en Alemania. 
Después de abandonar el trono por su matrimonio con la divorciada Wallis Simpson, el duque Windsor no ocultó sus simpatías hacia el régimen nazi.
En octubre de 1937 Eduardo y su esposa visitaron Alemania, pese al consejo en contra el gobierno británico, y se reunieron con Hitler y otros jerarcas del régimen, entre saludos con el brazo en alto y demás parafernalia fascista. 
Además, hay imágenes que muestran que Eduardo VIII pudo reunirse con algunos de los más importantes altos cargos del nazismo. De hecho, una fotografía muestra el saludo entre el duque de Windosor y el propio Hitler, ambos muy sonrientes.

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