En el centro de la Vía Láctea, acecha un agujero negro supermasivo conocido como Sagitario A* (Sgr A*), que influye en cosas observables como la luz y los planetas debido a su masiva atracción gravitatoria.
Los científicos han sabido que algo estaba presente en el centro de nuestra galaxia desde los años 30 cuando Karl Jansky grabó señales de radio provenientes de ese lugar.
Recientemente, los científicos pudieron determinar que la masa de Sagitario A* es igual a cuatro millones de soles. En 2019, The Guardian informó que un planeta, S5-HVS1, fue capturado por la velocidad de Sagitario A* y expulsado de nuestro sistema solar. Jack Hills, por quien se nombró el mecanismo, afirmó que esto podría haber sucedido ya en 1988, pero esta fue la primera vez que se encontró evidencia del fenómeno.
Desde la perspectiva judía, la oscuridad de un agujero negro, que atrae la luz hacia él y es, por lo tanto, invisible, puede entenderse en términos bíblicos como la “oscuridad sobre la superficie” mencionada en la historia de la creación en Génesis 1:1-2, el director del Centro de Cábala Tzfat, Rabino Eyal Riess, dijo a Breaking Israel News.
Reiss argumentó que como el agujero negro es un “espacio ‘oscuro’ pre-creativo vacío de todo excepto la posibilidad” se conecta con el concepto místico judío del “grabado” de Dios, tallando un espacio vacío en la realidad divina, para que se pueda formar un universo y eventualmente producir una conciencia