La vida plana es la vida frente a una pantalla de la computadora, frente al televisor, frente al celular.
La vida que emite la pantalla es el oxígeno que respiramos para conectarnos con los demás.
La vida plana es saber que hay una tercera dimensión afuera mientras adentro nos informa y comunica.
La vida plana nos muestra un mundo que sigue girando pero no igual que antes.
La vida plana nos remite a ojos que escrudiñan.
La vida plana con barbijo actúa como dique de contención contra el virus Covid 19.
La vida plana es sentir que las personas son inasibles.
La vida plana es una vida virtual en la que todos están lejos a pesar de estar al alcance de la vista y el oído.
La vida plana es ser parte de un guion que se está escribiendo sobre la pandemia.
La vida plana nos muestra pasado, presente pero sin futuro.
La vida plana es el consuelo de no estar solos en esta anarquía y que ya nada es igual a ayer y antes de ayer.
La vida plana es ver los noticieros de contagio y muerte a diario.
La vida plana es una fuente de información, de cultura, de necesidad de expresarse con la yema de los dedos sobre las teclas.
La vida plana es poder hablar con auriculares con las voces que extrañamos.
La vida plana es un salto al espacio para captar los mensajes de todo lo que sucede.
La vida plana es una pantalla con la que jugamos al solitario para matar la incertidumbre.
La vida plana depende de aparatos que llevan nuestros pensamientos y sentimientos al aire para que vuelen en busca de cariño y amistad.
La vida plana nos trae consuelo y alegría mientras los días de encierro siguen.
La vida plana es la propuesta a seguir escribiendo para sentir que estamos vivos y el desafío de que no todo está perdido.
La vida plana es para la gente mayor más difícil que para las nuevas generaciones.
Ellas no nacieron con un pan bajo el brazo, desde el vientre materno ya se familiarizaron con la tecnología cuando el obstetra los empezó a mostrar a sus padres desde las pantallas de los ecógrafos.
La vida plana captó el momento del parto.
El deseo es que llegue un día en el que la vida plana se libere de las redes para vivir la maravillosa vida real.
Por Martha Wolff|