Compañías y universidades locales trabajan contrarreloj para tratar de conseguir una prevención efectiva. Hay avances significativos y se esperan nuevos resultados.
Investigadores de todo el mundo usan hoy diferentes enfoques para desarrollar vacunas que podrían proteger a las personas del coronavirus SARS-CoV-2.
La enorme cantidad de dinero invertido y la urgente demanda aceleran el proceso normalmente largo de impulso de una vacuna y no son pocos los países que se encuentran a la vanguardia.
Estados Unidos, el Reino Unido, China, Japón y Alemania avanzan rápidamente junto a Israel, que tiene al menos seis proyectos en marcha.
Este esfuerzo internacional puede conducir a múltiples resultados que deriven vacunas.
«Esperamos que más de una pueda llegar al mercado», afirmó Ronald Ellis, un consultor de la industria médica que vive en Israel y es editor en jefe de Human Vaccines & Immunotherapeutics.
Estos son los organismos que están creando las posibles vacunas israelíes contra el COVID-19.
MigVax
La nueva empresa emergente MigVax surgió del Instituto de Investigación Migal Galilee en Kiryat Shmona, el mayor centro regional de I + D dependiente del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Israel.
En los últimos cuatro años, Migal desarrolló una vacuna contra una cepa de coronavirus que afecta a los pollos. La seguridad y la eficacia fueron demostradas en ensayos con animales en el Instituto Veterinario de Israel.
Hoy, MigVax traduce métodos del programa de vacunas avícolas para desarrollar una vacuna humana oral contra el COVID-19.
Esta podría ser una vacuna de «subunidad», es decir que contendría fragmentos de proteínas de coronavirus (no virus vivos o muertos) que se administrarían por vía oral al sistema inmunitario de las personas a través de una proteína bacteriana para estimular anticuerpos y células inmunes contra el coronavirus en la mucosa, la sangre y las células.
«Las pruebas que hemos llevado a cabo hasta ahora muestran que, debido a que la vacuna no incluye al virus en sí, será segura de usar en receptores inmunodeprimidos y tiene menos posibilidades de generar efectos secundarios», explicó David Zigdon, director general del el Instituto de Investigación Migal Galilee y titular interino de MigVax.
El científico manifestó que la vacuna podría estar lista para ensayos clínicos en unos pocos meses. Si las pruebas son exitosas, MigVax se asociará con una empresa industrial para producir rápidamente la vacuna en grandes cantidades y a bajo costo gracias a la fermentación bacteriana.
El 22 de abril, la plataforma de inversión de riesgo OurCrowd de Jerusalem anunció una ronda de financiación para MigVax de unos 12 millones de dólares.
IIBR
Según trascendió, el Instituto de Investigación Biológica de Israel (IIBR), un laboratorio oficial ubicado en Nes Ziona y dependiente del Ministerio de Defensa, ya completó con éxito las pruebas en roedores de una vacuna contra el coronavirus.
Este remedio será probado en otros animales para evaluar seguridad y eficacia. Si tiene éxito, la vacuna sería probada en humanos.
Hasta ahora, el IIBR no emitió ninguna declaración oficial sobre el progreso de su vacuna. Sin embargo, Eran Zehavy, coordinador jefe de innovación del organismo, había dicho que el IIBR también desarrollaba un tratamiento basado en anticuerpos para el COVID-19 utilizando plasma de pacientes recuperados y contó que se esperaba que este tratamiento tardase menos tiempo que la vacuna en ser desarrollado.
A principios de mayo, el IIBR aisló un anticuerpo del coronavirus que en pruebas de laboratorio neutralizó con éxito la agresividad del coronavirus.
Desde entonces, el instituto presentó solicitudes de patente para ocho anticuerpos de coronavirus ya aislados.
TransAlgae
La empresa TransAlgae, de Rehovot, abrió una ronda de inversión de 5 millones de dólares para promover el desarrollo de una vacuna oral de coronavirus de subunidades en forma de píldora. La esencia de esta vacuna candidata es un remedio comestible basado en algas modificadas.
Bioencapsulada dentro de las algas, una molécula de proteína de coronavirus específica viaja intacta a través del sistema digestivo para estimular a su objetivo: el sistema inmunitario humano.
Eyal Ronen, vicepresidente de desarrollo comercial de la compañía, dijo que TransAlgae invirtió más de 25 millones de dólares en los últimos 11 años en el desarrollo de esta tecnología para vacunas de animales y peces, así como insecticidas para cultivos.
“No somos una compañía farmacéutica y no estábamos interesados en entrar en el sector de salud humana. Pero nuestros accionistas nos preguntaban: ’¿por qué no usar esto para los seres humanos?’. Así fue como asumimos el desafío”, contó Ronen, que describió que las algas para este proyecto están genéticamente modificadas para poder crecer en un fermentador -como la levadura- para la producción en masa a bajo costo.
“Esto aumenta la tasa de producción 30 veces más que las algas silvestres. Y podemos controlar todas las entradas de forma precisa para garantizar el proceso”, afirmó el directivo.
Con ensayos con ratones que comenzarán en unos pocos meses, TransAlgae busca colaboraciones y asociaciones estratégicas con empresas de Estados Unidos para avanzar en el desarrollo.
Tres universidades de Israel, a la vanguardia
Los laboratorios académicos del país también contribuyen en la investigación de la vacuna. El Consejo Israelí para la Educación Superior anunció la creación de un fondo de subvención “KillCorona” de 4 millones de dólares para apoyar la exploración sobre prevención, diagnóstico y tratamiento de COVID-19.
Tiempo atrás, el profesor Jonathan Gershoni, de la Universidad de Tel Aviv (TAU), recibió una patente estadounidense sobre un diseño de vacuna contra el coronavirus que su laboratorio pasó 15 años desarrollando.
La compañía de transferencia de tecnología Ramot de la TAU firmó un acuerdo de investigación y licencia con la compañía biofarmacéutica suiza Neovii para desarrollar una vacuna COVID-19 basada en el diseño de Gershoni.
Su laboratorio aísla y reconstruye el motivo de la unión al receptor (RBM), una estructura crítica de la proteína “espiga” del coronavirus que permite que el virus infecte una célula objetivo. “En el momento en que se publicó el genoma del nuevo virus a principios de enero de 2020, comenzamos el proceso de reconstitución del RBM del SARS CoV2, el virus que causa el COVID- 19”, dijo Gershoni.
El científico explicó que el virus toma medidas de largo alcance para ocultar su RBM del sistema inmune humano y que la mejor manera de “ganar la guerra” es desarrollar una vacuna que se dirija específicamente al RBM del virus.
Por su parte, especialistas del Laboratorio de Biología Estructural de Enfermedades Infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Bar-Ilan desarrollan un sistema de virus inofensivos, que contiene componentes como la proteína de la envoltura del coronavirus para evaluar su respuesta a las sustancias, incluidas las vacunas candidatas.
En colaboración con una compañía farmacéutica sueca, el laboratorio tiene como objetivo contribuir con información valiosa para el desarrollo de vacunas y para probar medicamentos que pueden inhibir el virus.
En otro orden el investigador Avi Schroeder, jefe del Grupo de Entrega de Medicamentos Dirigidos y Medicina Personalizada del Instituto de Tecnología Technion de Haifa, está desarrollando un vacuna basada en su novedoso aditivo alimentario que estimula el sistema inmunitario que protege a los camarones de criadero de la infección viral.
«Los virus nos infectan al multiplicarse dentro de nuestras células. Para hacer esto , producen proteínas», dijo Schroeder, que describió un proceso llamado interferencia de ARN con el que se puede frenar la producción de estas proteínas dentro del cuerpo humano.
Fuente: Ynet Español