Cómo era el auto de soja, el increíble invento de Ford que quedó trunco por la Guerra

Fue patentado en 1942

El Soybean era un vehículo ultraliviano y resistente a los impactos, cuya carrocería estaba compuesta por plásticos de derivados vegetales.

Henry Ford ha sido uno de los personajes más influyentes en la historia de la industria automotriz.
Fundador de una de las marcas más populares del planeta, en 1913 Ford revolucionó la industria por llevar a gran escala el proceso de armado de un vehículo, creando una línea de montaje en serie.

Con este gran invento la compañía logró bajar significativamente los tiempos de producción del Ford T, consiguiendo pasar de una tarea que demandaba 12 horas y 50 minutos a otra en la que apenas tardaba 1 hora y 33 minutos.Entre los tantos inventos patentados en la primera mitad del Siglo XX hubo uno muy particular, aunque totalmente desconocido: el Ford Soybean, el auto hecho de soja.
Este original vehículo, cuya patente fue presentada en enero de 1942, fue el resultado de varios experimentos que Henry Ford había desarrollado sobre carrocerías alternativas al acero, logradas a partir del plástico de derivado vegetal.

Aquella patente mostraba un boceto que exhibía una estructura formada por aceros tubulares recubiertos por 14 paneles de un plástico inédito en aquella época.

El objeto de nuestra invención es proporcionar un chasis de automóvil de fabricación simple, duradera y económica», decía la solicitud de patente que presentó Ford el 27 de julio de 1940. Al año siguiente, el Soybean fue exhibido por primera vez en el Dearborn Day, un festival que se celebra en la localidad donde Ford tiene su casa matriz, en las afueras de Detroit.

Los paneles del Ford Soybean estaban compuestos por soja, paja de trigo y hasta cáñamo, una planta perteneciente a la familia del Cannabis Sativa, muy útil a nivel industrial y nutricional, ya que a partir de ella se puede producir aceites, fibras y celulosas.

La implementación de este tipo de carrocería permitió que el Ford Soybean fuera uno de los autos más livianos. Según datos de Ford, el vehículo completo pesaba 907 kilos, la mitad de lo que pesaba cualquier otro vehículo.

Otra virtud; era más seguro que aquellos fabricados en acero. Por ejemplo, en caso de vuelco, los paneles no se deformaban y servían como una especie de cascarón para sus ocupantes.

Desde un primer momento, detrás del proyecto estuvieron el diseñador Eugene Turenne Gregorie, que junto a Edsel Ford trabajaron en mayoría de los automóviles de la firma durante los años 30’s y 40’s.

Sin embargo, Henry Ford no quedó convencido con el trabajo de Gregorie en aquel novedoso automóvil, por lo que pasó el proyecto a manos de Lowell E. Overly, un ingeniero más vinculado con la matricería que con el diseño, y al ingeniero químico Robert A. Boyer.

A pesar que en la descripción de su carrocería se hablaba de varios componentes vegetales, el ingeniero Overly sostenía que la carrocería del Soybean estaba compuesta por fibra de soja con resina de fenol-formaldehído utilizada como impregnación. Este tipo de resinas son útiles en el recubrimiento de ciertos materiales y se utilizan, entre otras ventajas, por sus propiedades elásticas, antiadherentes, y duraderas.

El Ford Soybean se fabricó en pocos meses en Dearborn, quizás en histórica planta conocida The Rouge, aunque no hay datos ciertos del lugar preciso de su producción experimental.

Dentro del complejo el auto fue testeado y sometido a distintas pruebas de seguridad, con martillazos incluidos, para verificar la resistencia de su carrocería.

Tras su presentación en los Dearborn Days, el Ford Soybean estuvo expuesto al público en la Feria Estatal de Michigan de 1941. Un año más tarde, en enero de 1942, llegaría la aprobación de la patente por el proyecto completo.

Tanto la concepción como el final del proyecto Soybean estuvieron ligados a los tiempos de guerra.

Si bien Ford es una marca que ha tenido una conciencia focalizada en el medio ambiente desde la década del 40, el origen del Soybean fue distinto.

Los sucesivos conflictos bélicos desarrollados en el mundo durante la primera mitad del siglo XX ocasionaron que muchos metales y derivados del petróleo se destinaran de forma masiva para la manufactura militar, o bien para cubrir las necesidades básicas de sus habitantes.

Es por esa razón que, durante la Segunda Guerra Mundial, las patentes de los autos en varios estados de los Estados Unidos se fabricaron utilizando paneles de soja prensada. No eran duraderos, pero cumplían su cometido.

Algo similar ocurriría, años más tarde, con los Trabant fabricados en la República Democrática Alemana; autos económicos y de bajo costo de mantenimiento desarrollados con carrocerías de celulosa Duroplast (tipo de plástico creado a partir de fibras naturales como el algodón).

Pero, ¿qué paso con el auto de soja? El desarrollo de la Segunda Guerra Mundial paralizó la producción automotriz en Estados Unidos; y en consecuencia el proyecto de fabricar el Soybean quedó en la nada.

Sí se llegó a planificar la fabricación de una segunda unidad del Soybean, pero la prolongada situación bélica terminó “matando” el proyecto.

Al finalizar la Guerra, la industria estadounidense se focalizó en otros objetivos, haciendo hincapié en la reconstrucción, y a su vez orientando el negocio hacia una economía que comenzaba a recuperarse. Sin embargo, ese cambio de dirección le «costó la vida» al Ford Soybean, que nunca más volvió a las mesas de dibujo de Dearborn, y fue olvidado como si nunca hubiera existido.

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