El flamenco tiene origen en los cantos sinagogales.

Hoy hablaremos de como es que se dio el nombre de los flamencos a los cantos sinagogales de los judíos españoles emigrados a los Países Bajos, siendo Paco de Lucía un hito y uno de los más importantes o el más importante exponente de este género musical vale la pena ver lo que el habla sobre su origen siendo él una voz autorizada. 

El posterior apelativo de Jondo, proviene de una deformación del hebreo Yom Tov (יום טוב) que equivale en castellano día de fiesta. 
«Y cambiaré vuestras fiestas en lloro, y todos vuestros cantares en lamentaciones» – Amós 8:10
Los Sefarditas vivieron en Espana alrededor de dos mil años y fueron expulsados en 1492. Unos fueron al Norte de África, Portugal, Turquía, Grecia y otros de contrabando al Nuevo Mundo.
Ángel Álvarez cuenta que los judíos sefardíes residentes en los Balcanes cantan la petenera, que lógicamente integra su repertorio de viellas, canciones de España, lo que obliga a creer que de aquellos antiguos españoles la conocieron antes de su expulsión, después de la rendición de Granada en el 1492.
Pero asimismo se han escuchado peteneras en Turquía y otras tierras del Oriente Medio, igualmente interpretadas por judios sefardíes que no sólo continúan hablando el viejo español sino que conservan costumbres, tradiciones y cantes similares al flamenco, como esas hermosas peteneras.
La mayoría de los autores coincide en asegurar que los gitanos no traían consigo la menor tradición musical, no disponiendo de un folklore autóctono ni nada parecido, en cambio en España ya existía en todo su esplendor el romancero castellano y morisco. 
Estos, los moriscos, gozaban de cantes y bailes que pronto aprenden los gitanos para utilizarlos en un profesionalismo que nunca han abandonado. Ellos han trasportado las fiestas camperas y de recolección a la urbe y al escenario. Y tuvo que ser así porque al morisco se le prohibió expresiones y costumbres, advirtiéndosele de la provocación de sus bodas, zambras e incluso se le vetó el uso de abluciones y baños.
El calificativo de flamenco que se le da al cante andaluz se lo dieron los judíos españoles denominando así a aquellas melodías, entonces religiosas, que sus hermanos emigrados a Holanda y Flandes podían cantar en el culto sinagogal, tranquilos y sin miedo de la Inquisición.
Escuchar flamenco es escuchar a su gente. En eso consiste la aventura mágica de andar por las raíces del tiempo subidos a un gran arte que corre por las venas de un pueblo.
Por eso será que acercarse a la música con la perspectiva de descubrir el mundo que la engendró, se convierte en una pasión desconcertante y misteriosa.

Fuente: BenAnusim

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