CRONICA DE UNA VISITA AGITADA
Entre el 24 de marzo y el 24 de abril de 1925 Albert Einstein estuvo en Argentina. Tenía 46 años, permaneció en el país exactamente un mes y viajó acompañado de su esposa y prima, Elsa. El físico y Premio Nobel dio doce conferencias en la Argentina, entre Buenos Aires, Rosario y La Plata, también visitó la ciudad de La Falda en Córdoba.
Al arribar a Buenos Aires se alojó en la lujosa residencia que Bruno Wassermann, un comerciante judío alemán poseía en la esquina de Zabala y Villanueva, en el barrio de Belgrano.
La visita se debió a una invitación conjunta de la Universidad de Buenos Aires, que le había otorgado el título de Doctor Honoris Causa y la Sociedad Hebraica Argentina. Al arribar a Buenos Aires fue recibido por el rector de la UBA, el doctor Arce, por el secretario de esa universidad Mauricio Nirenstein y por representantes de la comunidad judía entre los que estaban Natan Gesang, de la Federación Sionista, y Samuel Levy, director de la revista Israel.
En ese entonces, ya era mundialmente reconocido por su Teoría de la Relatividad, formulada 20 años atrás, y por haber ganado el premio Nobel de Física en 1921. Su visita causó gran revuelo en Buenos Aires.
Albert Einstein marcó un antes y un después en la historia del conocimiento científico. Nacido en Ulm, Alemania, el 14 de marzo de 1879, falleció en Estados Unidos el 18 de abril de 1955.
Realizó, al menos, dos aportes imprescindibles a la ciencia contemporánea: la Teoría Especial de la Relatividad (1905), y la Teoría General de la Relatividad (1916) que cosechó en su época tantos seguidores como detractores. Con estas teorías estableció una discusión que lo acompañó hasta su muerte, a los 76 años.
El Premio Nobel de Física de 1921 tuvo una agenda cargada apenas piso suelo porteño. La recepción principal la realizaron en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Luego Einstein tuvo otro recibimiento en la casa de la familia Wasserman, ubicada en el corazón del barrio de Belgrano.
Durante su visita a la Argentina dio doce conferencias, la mayoría dedicadas a explicar su novedosa teoría. Einstein jamás objetó las interrupciones y objeciones. Es más, pidió que ante la menor duda se lo interrumpiera. Más que conferencias, se transformaron en charlas de difusión de sus teorías en un ambiente de calidez e informalidad, como si fueran clases con sus propios discípulos.
El público por cierto era muy variado. Estuvieron políticos, representantes del gobierno, decanos, intelectuales científicos y estudiantes.
El presidente de Argentina era Marcelo T. de Alvear, y el país vivía un buen momento. Tanto es así que ese período es conocido por muchos como «La Belle Epoque» argentina.Einstein llegó al puerto de Buenos Aires a bordo del barco Capitán Polonio, tras una escala en Río de Janeiro, donde dio una conferencia, y otra en Montevideo, donde habló ante una multitud de jóvenes en una plaza de la ciudad.
Una agenda nutrida
Durante su estadía se alojó en la residencia de Bruno Wassermann en Belgrano. Con la comunidad judía compartió su entusiasmo y compromiso con la causa sionista y más específicamente con el apoyo a la recién nacida Universidad Hebrea de Jerusalem, visitó el Hospital Israelita, el Templo de la comunidad marroquí de la calle Piedras, orfanatos y escuelas.
Durante su visita a Buenos Aires, la Federación Sionista de la Argentina, presidida en ese momento por Isaac Nissensohn, organizó un acto en el Teatro Coliseo, durante el cual el ilustre visitante, según la crónica aparecida en el diario La Nación, se refirió a la inauguración de la Universidad Hebrea de Jerusalem.
“El movimiento sionista restituye la dignidad al pueblo judío, que antes se sentía humillado y deprimido, y todos los judíos deben mostrarse agradecidos a su fundador, el doctor Herzl, y a su jefe actual, el doctor Weizman, ya que el pueblo judío no lucha por la reconstrucción de su nacionalidad con un espíritu agresivo, sino con el noble y humano de hacer resurgir su cultura peculiar, que será a su vez un importante aporte a la cultura universal.
La Universidad que se ha inaugurado, constituye uno de los elementos fundamentales de esa obra cultural del sionismo, que debe ser apoyada por todos los judíos, ya que las obras de esa magnitud necesitan imprescindiblemente del esfuerzo colectivo”, declaró.
Como era de esperar, fue saturado por homenajes, banquetes, visitas, recorridos por la ciudad, entrevistas periodísticas –hasta tuvo su bautismo de vuelo en un Junker- además de las conferencias que brindó en francés a los asistentes ávidos de conocer más sobre la famosa teoría de la Relatividad.
Estuvo en el Colegio Nacional de Buenos Aires, en la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en las universidades de Buenos Aires, La Plata y Córdoba.
Fue agasajado por las autoridades de la UBA en el Jockey Club y recibido por el presidente de la República, Marcelo T. de Alvear.
En el salón de actos del Colegio Nacional de Buenos Aires brindó la mayoría de ellas y otras las dio en las universidades de La Plata y de Córdoba, siempre ante una multitud de estudiantes.
Cuando estuvo en el Colegio Nacional de la ciudad de La Plata, en la provincia de Buenos Aires, una orquesta tocó al finalizar aquel acto. Sabiendo que le gustaba muchísimo tocar el violín, le ofrecieron el instrumento a Einstein, quien tocó un fragmento del Zapateado de Sarasate, una obra de bastantes dificultades técnicas.
Cuando terminó el acto, el presidente de la Universidad de La Plata le ofreció a Einstein un cheque por mil pesos de ese entonces, pero al sabio le pareció una cantidad muy grande. Entonces, luego de una amable discusión, se pusieron de acuerdo con que se llevaba 500 y dejaba 500 para fomentar fines científicos, esta anécdota habla de la generosidad de Einstein».
Einstein el Llavallol
Lo que trascendió muy poco es que el genio del Siglo XX se tomó unos días de vacaciones en el país y se refugió en una cabaña ubicada en la localidad de Llavallol, en sur del conurbano bonaerense, por entonces un caserío con calles de tierra y mucho verde, que también era propiedad de la familia Wasserman en la calle Moldes y Néstor de la Peña.
Los historiadores revelaron que el físico solía recostarse a leer y a tocar el violín en el pasto y que salía a caminar por las calles de tierra al atardecer. Siempre andaba con su traje gris y su enmarañada cabellera blanca, “algo distraído, sencillo, amable y con buen humor”.
No estuvo más de una semana descansando en este lugar, pero le alcanzó para recorrer la reserva de Santa Catalina, considerada una de las primeras colonias agrícolas que tuvo el país, formada por escoceses en 1825. Y, tal vez, disfrutando de su anonimato, era posible verlo sobre el puente peatonal de madera, cercano a la estación del ferrocarril, contemplando el paisaje.
Se lo recuerda como una persona afable, tranquila, siempre de buen humor. También se hizo del tiempo para visitar la catedral de Lomas de Zamora, la escuela aledaña y Adrogué.
Dijo sentirse tan relajado en Llavallol que estuvo trabajando en una idea sobre la conexión entre la gravitación y el electromagnetismo. Poco duró la paz ya que los actos y visitas continuaron, con viaje a Córdoba incluido, donde visitó el Hotel Eden, en La Falda, propiedad de los Eichhorn, quienes fueron aportantes claves a la campaña de Adolf Hitler al poder.
Sierras cordobesas
En un tren especial que el Ministerio de Instrucción Pública de la Nación puso a la disposición del huésped, llegó a la ciudad de La Falda acompañado por una destacada delegación de universitarios porteños y se alojó en el mítico Hotel Eden, de La Falda.
Mientras estuvo en La Falda, Einstein tuvo algo de tiempo para hacer turismo. Visitó con toda la comitiva las sierras y realizó una caminata por los alrededores del Dique San Roque.
Einstein periodista
Einstein colaboró con el tradicional diario argentino La Prensa, escribiendo algunos artículos. En uno de ellos, habló de temas políticos y propuso la creación de una «Paneuropa» a partir de la unión de países europeos, ochenta años antes de que se aprobara la constitución de la Unión Europea.Pero lo que más preocupaba a Einstein era que la gente entendiera sus teorías.
En uno de los tres artículos publicados por el diario argentino escribió: «Quiero que en la Argentina, en cuya capital reconozco un gran centro de cultura, se conozcan los fundamentos de mi teoría, tal como la entiendo y no bajo el aspecto en que me la presentan admiradores entusiastas que, en el calor de la polémica, la desfiguran muchas veces».
Finalmente el 24 de abril se despidió luego de un acto donde fue nombrado como socio honorario de la Asociación Hebraica. La última foto de su visita es una imagen grupal, posando como Dandy con un traje claro y un sombrero blanco.
Sin dudas fue una visita inolvidable!