Naftal Bennett, el ministro de defensa saliente de Israel, dijo el mes pasado que Irán había comenzado a retirar sus tropas de Siria y pidió a su sucesor, Benny Gantz, que siguiera ejerciendo presión sobre Teherán. Un funcionario iraní refutó la declaración de Israel, afirmando que no hubo “ningún cambio en la cantidad y calidad de la presencia consultiva de Irán en Siria”.
En los últimos años, Siria se ha convertido en el principal campo de batalla del enfrentamiento entre Israel e Irán. Ambas potencias tienen intereses confrontados en la guerra de Siria, y las recientes declaraciones opuestas ponen en duda sus objetivos estratégicos y la forma en que se desarrollará el enfrentamiento, tanto a corto como a largo plazo.
La guerra asimétrica
Los objetivos y las políticas de Israel en Siria han cambiado desde que comenzó la guerra civil en 2011, con el importante papel de Irán, Hezbolá y otros grupos chiítas en apoyo a Bashar al-Assad influyendo en los cálculos estratégicos de Israel.
La victoria de Al-Assad y sus aliados iraníes es vista como una amenaza existencial por los líderes israelíes. Una guerra prolongada que debilite a Assad pero que le permita restablecer la estabilidad en Siria sin amenazar a Israel podría ser un resultado deseado.
En los últimos años, Al-Assad ha reclamado gran parte de su territorio perdido, e Israel se ha centrado en el bombardeo de los suministros de armas iraníes para Hezbolá y las milicias chiítas en Siria. Los dirigentes militares israelíes cuentan con el apoyo implícito o explícito de la administración Trump y de algunos de los rivales regionales de Irán, pero estos ataques violan claramente el derecho internacional.
Irán se enfrenta a los Estados Unidos y sus aliados, incluidos Israel y los Estados árabes del Golfo, que disponen de vastos recursos militares y económicos. Incapaces de igualar esos recursos, los iraníes han desarrollado una estrategia militar asimétrica.
Una de las principales ventajas estratégicas de Teherán es su capacidad para asociarse con los Estados y los agentes no estatales de su entorno. La alianza de Irán con el régimen de Al-Assad sirve para varios propósitos; Siria desempeña un papel fundamental en el suministro de armas de Irán a Hezbolá; y el régimen de Al-Assad es parte integrante del eje iraní.
Una cuestión de supervivencia
Los líderes iraníes creen que, si no luchan contra los suníes en Damasco, tendrán que hacerlo en Teherán. Así pues, la supervivencia del régimen de Assad es un componente importante de la estrategia de seguridad nacional de Irán. No se trata sólo de proyectar el poder, sino también de la supervivencia de la República Islámica. Por lo tanto, Irán ciertamente hará todo lo posible por mantener su presencia en Siria de una forma u otra.
Sin embargo, en la actual confrontación con Irán en Siria, Israel tiene varias ventajas estratégicas, incluyendo una inteligencia superior, un fuerte apoyo de EE.UU. y la aprobación tácita de Rusia. Rusia e Israel tienen un mecanismo de coordinación que permite a los aviones israelíes atacar objetivos iraníes en Siria sin amenazar a las tropas rusas.
Los funcionarios rusos piden moderación a todas las partes en Siria, pero la renuencia de Moscú a adoptar una postura firme contra los ataques aéreos israelíes sugiere el deseo de evitar la confrontación con Israel y la disposición a tolerar cierto deterioro de las capacidades iraníes en Siria.
Una de las principales fuerzas motrices de la intervención rusa en Siria es la preservación de la base aérea militar en la provincia occidental de Latakia y la base naval en el puerto de Tartus. Si se examina la larga historia de las relaciones entre Moscú y Teherán, queda claro que su actual alianza es táctica, motivada en gran medida por la hostilidad general hacia la administración Trump y las sanciones de los Estados Unidos.
Principales vulnerabilidades
A pesar de sus ventajas militares y estratégicas, Israel tiene vulnerabilidades fundamentales. La paz en Siria no puede imponerse por la fuerza; los países vecinos deben aceptarla, y ciertas políticas israelíes la convierten en un desafío. El plan de Israel de aplicar su soberanía a partes de Judea y Samaria ha obligado a la Autoridad Palestina a suspender la cooperación en materia de seguridad con Israel, lo que podría ser el último golpe al tratado de paz entre Israel y Jordania.
Al mismo tiempo, la enorme inversión de Irán en el régimen de Assad está impulsada por intereses nacionales más que por una orientación ideológica. En lugar de buscar un “media luna chiíta” desde Teherán hasta Beirut, Irán quiere un equilibrio estratégico de poder con Israel y los Estados árabes suníes. Por lo tanto, cualquier paso para reducir su presencia en siria – si es cierto – la ve como una opción reversible y táctica.
En la actualidad, una guerra total entre Irán e Israel parece poco probable. Tanto EE.UU. como Rusia quieren traer sus tropas a casa con sus propios intereses estratégicos en mente. Las potencias regionales parecen estar de acuerdo en que una confrontación militar más amplia desestabilizaría aún más toda la región.
En lugar de elegir esta costosa opción, el eje Israel-EE.UU-Golfo podría optar por aumentar la presión militar y económica sobre Irán en Siria y en otros lugares para facilitar el cambio de régimen en Teherán. Sin embargo, no hay indicios creíbles de colapso del régimen, y es probable que la rivalidad entre Irán e Israel continúe en muchos ámbitos, incluidos los ataques cibernéticos, con informes recientes de intentos de infiltración cibernética en ambos países.
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