En marzo de 1939, semanas antes del notorio Libro Blanco, los judíos polacos enviaron a Londres un telegrama desesperado.A un terrible costo, fue ignorado. La comunidad judía en Polonia veían con horror el avance de Hitler y siguió los siniestros acontecimientos en la Conferencia de Londres y en Checoslovaquia con creciente alarma y preocupación al saber que Gran Bretaña cerraría el ingreso a Palestina, su única salvación.
La acción militar alemana contra la vecina Checoslovaquia levantó el espectro inconfundible y aterrador de una potencial invasión alemana a su otro vecino oriental, Polonia. Esa perspectiva, combinada con las filtraciones de noticias de Londres que indicaban que Gran Bretaña planeaba el cierre virtual de Palestina a la inmigración judía, sumió a los judíos polacos en una crisis.
En este contexto, dos días después, el 17 de marzo de 1939, la Organización Sionista Unida de Polonia y Agudat Israel de Polonia enviaron un desesperado telegrama de dos páginas a Chamberlain.
El telegrama rogaba al primer ministro del Reino Unido que mantuviera las puertas de Palestina abiertas a los judíos polacos, para permitirles al menos una oportunidad de escapar de la inminente amenaza nazi.
Este es el texto del telegrama original:
En las horas más oscuras y trágicas de la historia y la vida de los judíos, tres millones y medio de judíos en Polonia apelan al gobierno de Su Majestad, la autoridad que ha asumido la responsabilidad de crear un espacio en Palestina para el pueblo judío, que considere tanto la confianza que el pueblo judío ha depositado en Inglaterra y las esperanzas más sagradas de los judíos, y que no aplique una política en Palestina que arroje a las masas judías al abismo de la desesperación.
La oficina de Varsovia de la Agencia Telegráfica Judía (JTA por sus siglas en inglés) publicó un breve despacho dos días después, el 19 de marzo de 1939, titulado «Judíos polacos piden a Gran Bretaña que mantenga la fe».
El despacho pretendía citar un telegrama de los judíos polacos al Gobierno británico, pero el idioma era diferente del telegrama original que se muestra arriba:
En la hora más oscura y trágica de la historia judía, tres millones y medio de judíos polacos apelan al gobierno británico para que no traicione la confianza del pueblo judío en Gran Bretaña y que no destruya las sagradas esperanzas del pueblo judío mediante la adopción de una política destinada a llevarlos a la desesperación.
Quizás el idioma citado en el envío de JTA era de un borrador anterior del telegrama, o quizás el autor del envío no pudo registrar el idioma exacto del telegrama original. Este telegrama ha pasado desapercibido durante los últimos 82 años en un archivo de la Oficina Colonial Británica marcado «Palestina: Correspondencia original».
Trágicamente, el telegrama original no logró conmover al gobierno británico. De hecho, ninguno de los archivos relevantes del gobierno británico refleja ninguna discusión interna del mensaje, incluso si el primer ministro o alguien en su oficina lo vieron alguna vez.
El gobierno británico tampoco ofreció ninguna respuesta a los judíos de Polonia, hasta que publicó el Libro Blanco que anunciaba la nueva política palestina del gobierno exactamente dos meses después, el 17 de mayo de 1939.
El Libro Blanco impuso límites extremos a la inmigración judía a Palestina, restringiendo la afluencia a un máximo de 75,000 inmigrantes judíos en total durante todo el período de cinco años entre 1939-1944.
En el momento de la publicación del Libro Blanco, el telegrama de los judíos polacos había sido enterrado en los archivos de la Oficina Colonial, donde permaneció oculto a la vista pública durante los próximos 80 años, hasta ahora.
El resultado de la política de inmigración del Libro Blanco fue catastrófico: de los seis millones de judíos en cuyo nombre Weizmann había apelado en su declaración de apertura en la Conferencia de Londres, 5.925.000 fueron condenados a permanecer en Europa.
De los 3,5 millones de judíos polacos que le habían pedido ayuda a Chamberlain en marzo de 1939, solo 75,000 seguían vivos a principios de 1945. Independientemente del motivo o la intención, Hitler y Chamberlain parecían estar operando en una alianza tácita para condenar a muerte a los seis millones de judíos de Europa.
Para su gran crédito, el entonces presidente de los Estados Unidos, Harry Truman, ignoró al Times y presionó públicamente al primer ministro Clement Attlee para que dejara de lado las restricciones del Libro Blanco y otorgara 100.000 certificados de inmigración a los solicitantes de asilo judíos europeos en los Estados Unidos.
Por el bien de los casi 3,5 millones de judíos polacos y los otros 2,5 millones de judíos del resto de Europa que perecieron de manera tan trágica e innecesaria, nunca debemos olvidar lo que podría haberse hecho para salvarlos.