Hafrashat Jalá (La separación de la Jalá)

En el tiempo del Gran Templo de Jerusalem, una pequeña porción de la masa era dada a los Cohanim, las personas que dedicaban sus vidas al trabajo Divino. Incluso hoy, luego de la destrucción del Templo, la Mitzvá de separar jalá continúa.
 

La exigencia de separar un trozo llamado jalá recae sobre la masa elaborada con cereales de los 5 granos (trigo, cebada, avena, centeno y espelta).

 

El procedimiento es el siguiente: Cuando la masa de la jalá está lista para comenzar a darle forma al pan, antes de separar,  se recita la siguiente bendición: Baruj atá A-do-nai, E-lo-heinu, Mélej holám, asher kidshanu bemitzvotav vetzivanu lehafrish jalá («Bendito eres Tú, Di-s nuestro Señor, Rey del universo, que nos ha santificado con Sus mandamientos, y nos ha ordenado separar jalá»).

 

 A continuación, se separa 1 kazáit (el tamaño de una oliva) de masa y se lo quema en el fuego. La costumbre es incinerarlo en el mismo horno en que se horneará el pan. En tiempos pasados, los hornos eran a leña. En las cocinas modernas a gas o eléctricas, se lo debe quemar sobre el mechero hasta que se carbonice y luego dejar el mechero encendido unos 15 minutos más para kasherizarlo.

 

La costumbre es que si la masa se hizo usando entre 1 y 1,700 Kg. de harina, se separa jalá sin recitar la bendición. Si se usó 1,700 Kg. o más, se lo hará recitándola.

 

Cuando se hace una masa para cocinarla o freirla, se separa de ella jalá sin recitar la bendición. Pero si se hace para hornear una parte de ella, siquiera pequeña, se debe separar jalá recitando la bendición.

 

Si la masa fue elaborada con huevos u otros líquidos catalogados como mei peirot («jugo de frutas» y verduras, y su aceite), ello da lugar a una serie de dudas halájicas. Por lo tanto, en el momento de elaborar la masa se le debe agregar un poco de uno de estos líquidos: agua, leche, miel, vino o aceite de oliva, instancia en la que se separará jalá recitando la bendición.

 

La mitzvá de separar jalá le corresponde al ama de casa. Pero si no se encuentra en la casa y cabe temer que hasta su regreso la masa se arruine, otra persona de la casa puede hacerlo

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