La importancia de la excelente noticia del 16 de junio sobre el uso de la dexametasona como tratamiento para pacientes con COVID-19 severo y crítico radica en varios factores.
Primero, que es un medicamento cuyos efectos secundarios y modo de actuar ya conocemos.
Segundo, porque es una cortisona accesible, tanto por estar prácticamente disponible en todos los centros de salud, como por ser un medicamento de bajo costo.
Tercero, porque el estudio que sustenta su uso, es bastante confiable: es un ensayo clínico que se aplicó en distintos centros de salud donde 2,104 personas recibieron la dexametasona mientras otras 4,321 personas, sin saberlo, no; pudiendo hacer el análisis de la efectividad de esta cortisona, de forma confiable.
Cuarto, la dexametasona ayuda sustancialmente a los pacientes más graves, potencialmente salvando a uno de cada ocho en ventilación mecánica y a uno de cada 25 con oxígeno.
La dexametasona es la primera sustancia que reduce las muertes por COVID-19 en los más enfermos que son el 5% de los casos confirmados. Un paso realmente extraordinario hacia la conquista de la enfermedad. Sin embargo, hay algunos detalles.
Los investigadores no encontraron ningún beneficio al administrar esta cortisona en pacientes que no requerían oxígeno, por lo que es claro que no se deben de usar anti-inflamatorios de corticoesteroides en etapas tempranas de COVID-19. Confirmando lo que se había recalcado hace meses. Y esto lo subrayo: la dexametasona funcionó favorablemente solamente en los pacientes intubados o con ventilación. No es ni para tratar casos leves de COVID-19, mucho menos para prevenirlo. Al contrario.
Gracias a este estudio hecho en Gran Bretaña bajo el nombre de “Recovery”, existe ya un tratamiento que aumenta las probabilidades de supervivencia, redujo la mortalidad. Por su parte, lo que el Remdisivir de Gilead Sciences mostró hasta ahora, es una reducción en el tiempo de hospitalización, un logro importante, pero diferente.
Aún se requiere recabar mayor información, sin embargo Martin Landray, cardiólogo de la Universidad de Oxford, comentó que este hallazgo “no es una cura, ni un milagro; pero si información muy útil”. El medicamento fue aprobado rápidamente para su uso frente a COVID-19 en Gran Bretaña.
Podríamos clasificar los posibles tratamientos para COVID-19 en tres tipos según cómo es su estrategia de combate: los profilácticos que previenen la infección, bloqueando la entrada del virus a las células; los antivirales, que actúan directamente en la replicación del coronavirus inactivándolo; y los que ayudan al sistema inmunológico a acabar con la infección o a controlar la excesiva respuesta inmunológica. La dexametasona es del último. Ayuda a controlar la tormenta de citosinas que agrava el cuadro clínico en los pacientes hospitalizados.
Esperemos pronto más buenas noticias de los cientos de estudios clínicos en proceso, todos ellos buscando, a través de diversas estrategias, curar esta enfermedad en todos sus escenarios.
@Enlace Judío