Las sanciones de Estados Unidos contra el régimen sirio se han endurecido con la entrada en vigor de la Ley César el miércoles. Muchos sirios también han protestado por el deterioro de la economía del país, la devaluación de la moneda y el aumento del costo de los productos básicos. ¿Los aliados más firmes del régimen sirio, Irán y Rusia, continuarán ayudando al estado alauita a pesar de la presión económica a la que se enfrentan?
El dictador Bashar Assad debe efectivamente su posición actual a Rusia y al régimen iraní. Si no fuera por la asistencia financiera, militar, de inteligencia y de asesoramiento de Teherán y Moscú tras el levantamiento sirio de marzo de 2011, lo más probable es que Assad no hubiera podido mantener su control del poder. Financieramente hablando, la República Islámica ha sido uno de los principales financiadores del gobierno sirio. Gastó alrededor de 6.000 millones de dólares al año durante los primeros cinco años del conflicto para mantener en el poder a Assad, su más firme aliado regional. La asistencia económica de Irán al gobierno sirio ha llegado a través de diversos métodos, como los subsidios al petróleo, las líneas de crédito y la asistencia militar. Pero, como el propio Irán se enfrenta ahora a graves presiones económicas, su asistencia financiera a Siria se ha reducido.
Sin embargo, Irán también ha desplegado soldados del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica y sus proxys, como Hezbolá, para ayudar al régimen sirio a obtener victorias contra la oposición y los grupos rebeldes. Además, Rusia proporcionó ayuda militar a Assad y, en 2015, intervino directamente, principalmente mediante ataques con misiles. La asistencia militar de Irán y Rusia dio sus frutos, ya que Assad ha podido recuperar el control de la mayoría de los territorios que había perdido.
Es justo argumentar que tanto el Irán como Rusia se enfrentan a importantes desafíos debido a la pandemia de la enfermedad coronavirus y a la desaceleración económica mundial, pero lo más probable es que continúen con su prioridad estratégica de ayudar a Assad. Aunque Siria no es rica en recursos naturales, su ubicación es de gran importancia. Los intereses estratégicos de Rusia en el Mediterráneo están entrelazados con el establecimiento político de Damasco porque el puerto sirio de Tartus, su segundo más grande, alberga la única base naval de Rusia en la región. Además, Siria ha estado comprando armas a Moscú durante décadas.
Aunque el gobierno sirio es laico, a diferencia de la teocracia de Teherán, la pérdida de Siria sería perjudicial para el Irán en varios niveles. Desde 1979, Siria ha servido de plataforma a partir de la cual los mulás gobernantes han construido una formidable influencia en la región. La alianza del Irán con Siria dio a la clase dirigente teocrática la oportunidad de establecer Hezbollah, el poderoso movimiento del Líbano, así como de apoyar al movimiento palestino Hamas. Estos grupos de poder han permitido a Irán fortalecer y preservar su influencia regional, así como apaciguar a los de línea dura a nivel nacional. Si el régimen de Assad cayera, Irán perdería no sólo la flexibilidad y la capacidad que el hecho de tener un gobierno sirio amistoso aporta a estos grupos sustitutivos, sino también la influencia geopolítica regional.
En otras palabras, el posible colapso del actual establecimiento político de Damasco afectaría negativamente a los vínculos logísticos del Irán con sus proxys en el Levante. Si Siria viera un cambio de régimen, es poco probable que el nuevo gobierno apoyara al Irán en la misma medida que Assad. Sin duda, una Siria democrática con una mayoría sunita (constituyen alrededor del 75% de la población siria) sería más comprensiva con el resto del mundo árabe que con Irán. Lo que es más significativo, muchos sirios y grupos de oposición han condenado repetidamente los abusos de los derechos humanos de Irán en Siria. La caída de Assad modificaría enormemente el equilibrio regional de poder contra Irán y aislaría aún más a la República Islámica. Esto, junto con su creciente aislamiento internacional y la presión interna, alteraría el papel regional del Irán y podría llevar a su régimen al borde del colapso.
Los líderes de Rusia también son muy conscientes de las desastrosas repercusiones políticas y estratégicas a las que se enfrentarían como consecuencia de la destitución de Assad. Por lo tanto, están decididos a evitar la caída del actual Gobierno de Siria.
Por último, desde el punto de vista estratégico, ejercer influencia en el Oriente Medio a través de Siria es fundamental para Irán y Rusia debido a su interés común en contrarrestar a los Estados Unidos y sus aliados en la región.
A medida que el gobierno sirio se enfrenta a más presión económica, Irán y Rusia probablemente harán lo que puedan para mantener el control del poder de Assad. Mantenerlo en el cargo es un asunto de seguridad nacional y estrategia para Teherán y Moscú, no pueden darse el lujo de perderlo.
Noticias de Israel.