Demjanjuk y Gröning: los últimos nazis

Culminó la Segunda Gran Guerra en 1945. Fue el fin de siniestros terribles en contra de la humanidad. El fin de una epopeya bélica y el comienzo de una era de aparente paz, reconstrucción y también de impunidad. Si bien se juzgaron a los altos mandos que ejecutaron la matanza sistemática a los “enemigos del Reich”, también quedaron absueltos o impunes a cargos; los mandos bajos y medios, sin contar a los que ya estando ad portas de ser procesados, habían desaparecido.

Casos como el de Eichmann o el de Mengele, podrían ser los más tanto conocidos por su papel en el Holocausto como por su huida a Suramérica. Poder hacer juicios en contra de los perpetradores del genocidio de millones de personas era algo que devolvería un poco de justicia a un mundo que se estremecía por el sufrimiento que había padecido. 
Nuremberg, el mismo lugar donde hacía diez años atrás en 1935; se habían instaurado las leyes racistas y antisemitas con el mismo nombre: “Las leyes de Nuremberg”. También la ciudad donde anualmente se celebraban los “Congresos de Nuremberg” en los cuales el líder del genocidio, Adolf Hitler, asistía puntualmente.

Una ciudad tan emblemática del nazismo, como Nuremberg, fue escogida por el Tribunal Militar Internacional, conocido por sus siglas en inglés como (IMT). El tribunal compuesto por jueces de los países aliados, Gran Bretaña, Estados Unidos, Rusia y Francia, se encaramaría de juzgar a los directores de la destrucción de millones de personas y familias. 
Sin embargo, faltaban los tres principales nombres de la lista que se tenía estipulada desde hacía años antes. Hitler, Himmler y Goebbels. Los tres al ver el fin de su apología al Fascismo y al exterminio, en un acto de máxima cobardía se habían suicidado, como algunos otros jerarcas nazis de rango medio lo harían también.

El juicio si contó con la participación de otros cabecillas del régimen del terror, no desestimable su labor tampoco en el exterminio de los judios, los gitanos, los socialistas y los homosexuales y también del exterminio de una buena parte de Europa. Hermann Göring, Rudolph Heß, Joachim von Ribbentrop y Wilhelm Frick, el jurista y alto mando Nazi; quien habria redactado y promulgado las leyes antes nombradas de Nuremberg, donde también se trataba el tema de la eutanasia y las “leyes de purificación racial”.

De los 24 ex jerarcas que fueron acusados en Nuremberg sólo la mitad fueron ejecutados, condenados a cadena perpetua y otros tuvieron penas de menos de 20 años. Göring se suicido antes de ser ahorcado y el desaparecido y secretario personal de Hitler, Martin Bormann, juzgado “in absentia”. 
A pesar de sólo haber juzgado a 24 de los miles de hombres que perpetraron un genocidio de mas de diez millones de personas, fueron absueltos cuatro de los mismos, entre ellos, Franz von Papen, quien fue pieza clave para subir a Hitler al poder en 1933.

Es inaudito que tan solo fueron juzgados con penas máximas doce hombres, sabiendo que miles escaparon y otros incluso retomaron sus vidas cotidianas en la misma Europa, incluyendo al epicentro del nazismo, Alemania. 
Sin embargo, el tiempo de la guerra acabó y comenzó un nuevo periodo de post guerra, y de la misma manera un periodo de amnesia. La mayoría de los “ex nazis” viajaron a America en búsqueda de una nueva vida, como si lo que recientemente sucedió hubiese sido solo un juego. Además, la justicia era carente de todos los medios para juzgar. 
Existieron organizaciones como la  Organización de Antiguos Miembros de la SS (Odessa) que se encargó de de construir una red de colaboración para el escape de cientos de ex oficiales de las SS. Simón Wiesenthal “El cazador de nazis” descubrió esta organización fundada en 1946, junto a otras más, incluso con el apoyo de agentes de la CIA y de cleros del Vaticano. 
Además de Estados Unidos que reclutó a una gran cantidad de científicos nazis y fue abierto a la entrada de emigrantes europeos, entre ellos colaboracionistas nazis de diferentes nacionalidades.

La Argentina de Perón y el Paraguay de Stroessner, también colaboraron con dar asilo a los hombres de Hitler. Paraguay, Uruguay, Chile y Bolivia también fueron colaboracionistas. Joseph Mengele, el más buscado prófugo nazi, luego de Eichmann y también el más despiadado criminal de Auschwitz, murió tranquilamente en Brasil en 1979, luego de haber estado en Argentina y en Paraguay.

No sería igual la suerte de Adolf Eichmann, quien fue capturado en un operativo histórico; denominado como “Operación Garibaldi”. Hazaña fundacional del Mossad en la Argentina en 1960 comandado por Rafi Eitan y dirigido por Simon Wiesenthal. Con la importancia además de ser el único juicio y ejecución que se llevó a cabo en Israel. 
Eichmann el ideólogo de “La solución final”, culpable de crímenes de guerra y contra la humanidad, perpetrador intelectual del asesinato de millones de personas, daría paso para seguir con la búsqueda de prófugos nazis.

Ivan Demjanjuk, conocido como “Ivan el terrible” en alusión al despiadado y lunático primer Zar ruso que incluso asesinó a su propio hijo, pero, siendo este Ivan un asesino mucho más despiadado. Formó parte de los carceleros nazis, a pesar de ser ucraniano. Fue un verdugo en los campos de exterminio de Sobibor y de Treblinka, ambos en Polonia, donde cruelmente fueron exterminados judios polacos, franceses y de los Países Bajos.

Se calcula que la “Operación Reinhard” que de manera sistemática acabó con la mayoría de judios polacos en estos campos de exterminio, junto con el de Belzec, cobró un millón de vidas en solo tres meses. Pero solo sería hasta 1975 que este criminal que empujó de forma salvaje a mujeres y niños a las cámaras de gas, empezaría a ser investigado. 
Seis años luego, le revocarían la ciudadanía americana por su participación en las SS. Fue un caso muy mediático en Estados Unidos, más por la paranoia de los otros ex nazis que habían escapado, que por otra cosa, como un plan organizado de Rusia contra los ucranianos y a todos los migrantes eslavos en Norte America.

Hasta 1986, Estados Unidos aprobó la extradición de Demjanjuk a Israel, luego de un largo proceso. Además de haberse ocultado durante 30 años, faltaron otros 11 para que por fin empezara su juicio. En 1943 estando a cargo de la cámara de gas de Treblinka, se convirtió en una máquina de la muerte, sádicamente asesino a miles de judios. En 1988 fue condenado a muerte luego que los sobrevivientes lo reconocieron y acusaron de su perversidad ya conocida, sin embargo el temible Ivan no reconocía sus actos y se declaraba siempre inocente. 
Al igual que Eichmann fue acusado, pero con la diferencia que la sentencia sería apelada y revocada, volviendo así a Cleveland, donde vivía como cualquier otro estadounidense, vecino incluso de sobrevivientes del Holocausto.

No obstante del “beneficio de la duda” del cual fue beneficiado, Ivan Demjanjuk quien permanentemente juró inocencia y ser otro diferente al genocida, recuperaría su ciudadanía estadounidense y viviría su vejez serenamente hasta que en el 2002 sería de nuevo cancelada su ciudadanía, para que luego que Estados Unidos rechazará una extradición a Ucrania, en el 2008, fuera extraditado de nuevo; pero ahora a Alemania. 
El juicio que inició en el 2009 y fue hasta el 2011, con los relatos de los sobrevivientes ahora todos fallecidos, declarara al carcelero ucraniano culpable de sus crímenes, imputándole una pena de solo cinco años, empero, volvió a apelar y al año siguiente murió en un asilo alemán, sin haber pagado ni un día sus terribles delitos.

El caso de Demjanjuk, sirvió como ejemplo para volver a empezar a cazar nazis, así es que en el 2015, comenzó un juicio contra Oskar Gröning, “el contador de Auschwitz” miembro de las SS, cómplice de la aniquilación de alrededor de 300 mil judios, a quienes se les quitaban hasta las calzas de oro de los dientes, parte del siniestrado botín. 
Gröning fue prácticamente el último nazi condenado. Una condena de cuatro años que no pagó pues igual que “Ivan el terrible” murió antes de ir a prisión.

A diferencia de Demjanjuk, Gröning no solo aceptó su complicidad sino que también su conciencia moral de los hechos. Relató terribles historias de forma despiadada, pero que dan fe de que lo sucedido es más que cierto y es más desolador y devastador de lo que se creería. El testimonio de Gröning, junto con el testimonio de las víctimas, como el de Eva Mozer Kor, una gemela que sobrevivió a los experimentos letales e innombrables de Mengele y que conmocionó con su decisión personal de perdonar al ex SS, son las pruebas de oro contra los negacionistas o revisionistas de que lo ocurrido en lugares como Auschwitz, Sobibor o Treblinka es una realidad. Donde no solo murieron seis millones de judios, sino también con ellos los sobrevivientes, pues una parte de ellos quedó allí para siempre

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