SCHOLEIN RIVENSON, UN «GAUCHO JUDÍO» INVENTOR DE LA VACUNA CONTRA LA AFTOSA

Un notable hombre de ciencia fue el doctor Scholein Rivenson nacido en Entre Ríos, Argentina,  en 1918. Es el inventor de una innovación en las vacunas para la fiebre aftosa que llevó a erradicar esta enfermedad de la Argentina, permitió la salubridad de las cabezas de ganado del país y un notable incremento en las exportaciones. 
En la década del 30 partió desde su pueblo  Pastor Britos, esa pequeña localidad del departamento Gualeguaychú arrimada a la estación del ferrocarril que hoy agoniza, para estudiar veterinaria en la Universidad de Buenos Aires. Para realizar ese sueño de inmigrantes: mi hijo el doctor. Hijo de una familia originaria de Rusia con ascendencia judía que se afincó en Entre Ríos para ver realizados sus sueños proyectados en sus hijos.
En 1938 obtiene en ansiado título y logra su primer trabajo en una cooperativa agropecuaria de Bovril. Entre 1946 y 1950 se desempeña como veterinario regional del Ministerio de Agricultura y Ganadería. En lugar de refugiarse en la cómoda rutina de controlar pariciones prefirió enfrentar el riesgo de investigar cosas nuevas.
A partir de 1950 inicia sus trabajos relacionados con la Fiebre Aftosa, al incorporarse al Instituto Nacional de Fiebre Aftosa, enfermedad que azota los rodeos vacunos de la época, y hasta no hace muchos años. En 1956 se incorpora al recién creado Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) donde propicia la creación del Centro de Investigaciones de Ciencias Veterinarias.
Desde el nuevo centro de investigaciones continúa con el desarrollo de la nueva vacuna contra la enfermedad. Así diseña y pone a prueba la vacuna antiaftosa con coadyuvante oleoso que lleva su nombre. A diferencia de la versión anterior esta vacuna requiere menos frecuencias de aplicaciones y brinda protección a los terneros de madres vacunadas. Pero no se queda con eso sino que impulsa planes de lucha contra la enfermedad en distintas regiones del país que supervisa personalmente.
En 1976 inicia el plan piloto de vacunación con resultados notables. A partir de esta experiencia se generaliza la práctica en todo el país y finalmente, en 1997, con la aplicación de la vacuna oleosa polivalente, la Argentina es declarada “país libre de aftosa con vacunación”. Se pone fin a 120 años de sobresaltos por las amenazas de embargos a las carnes argentinas sospechadas de trasmitir la enfermedad.
La trayectoria de Rivenson gana reconocimiento en distintos ámbitos, entre otros obtiene la medalla de oro otorgada por la Organización Internacional de Epizootias en 1988 «a quien ha producido avances importantes en Medicina Veterinaria».
Pero como no sólo de vacunas vive el hombre, Riverson, además publicó dos centenares de informes científicos y escribió sobre sus búsquedas filosóficas. Publicó “La revolución lúcida: Misterio y despertar del hombre”, un ensayo donde “luego de varias décadas de intensas búsquedas, de agudas intuiciones, de hondas reflexiones e indagaciones, Rivenson ha expresado en esta obra su pensamiento cosmovisional, su credo filosófico implícito en la dimensión de la Sabiduría”, enuncia su prologuista.
Sus preocupaciones éticas y filosóficas las hace conocer también en artículos y conferencias como la disertación sobre bioética en oportunidad de su incorporación como Académico de Número a la Academia Nacional de Agronomía y Veterinariaen 1999.
Pero no todas son flores en la vida de este empecinado descendiente de gauchos judíos. En las postrimerías del siglo XX, ya anciano, predica casi en un desierto de audiencia para que las autoridades no se duerman en los laureles y no dejaran de vacunar. El logro de declarar el país libre de aftosa no implica abandonar la práctica. 
Ya anciano clama, olvidado por las nuevas generaciones y los gobiernos que mandan a los científicos a lavar los platos, por un magro reajuste de su jubilación. 
Fallece en 2001 a los 83 años. Aún la provincia que lo vio nacer está adeudando el justo homenaje, al menos post mortem.

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