RAAD SALAM, ESCRITOR CRISTIANO PERSEGUIDO EN IRAK
Decir la verdad es la obsesión de Raad Salam, escritor cristiano iraquí, radicado en España, que no duda en decir que el islam no es una religión de paz sino un añejo movimiento político y social que intenta imponerse por cualquier vía sobre las otras formas de pensamiento.
Raad Salam se define a sí mismo como un cristiano católico caldeo de origen mesopotámico, con nacionalidad española. “Patriota español”, dice con orgullo el erudito autor de una docena de libros sobre las tres principales religiones monoteístas, entre los que se encuentran Desvelando el islam, Monte Riego (León), 2012, Todo sobre el judaísmo, Monte Riego (León), 2017 y En el nombre de Dios de las tres religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islam. San Vicente del Raspeig: Editorial Club Universitario. 2012.
En entrevista con May Samra para Enlace Judío, el polémico autor da rienda suelta a su estilo frontal y enérgico para hablar sobre su fe cristiana, sus ideas políticas y, sobre todo, su clara animadversión hacia el islam, fundamentada en un estudio minucioso y profundo de eso que el llama, no una religión, sino un movimiento social y político.
Pero la opinión negativa que Salam ostenta respecto al islam no solo se basa en su profundo conocimiento de los textos y la historia islámicos, sino en su historia familiar y personal, plagada de episodios trágicos: persecución, tortura, asesinato, exilio.
“Tenemos que volver al comienzo y para que la gente sepa de qué estoy hablando y por qué hablo de esta forma”, dice Salam en videoconferencia desde su casa en España, país que lo acogió en los años noventa, tras muchos años de persecución en su natal Irak.
“En principio, yo soy de origen iraquí, soy cristiano católico caldeo, de una iglesia oriental, y las iglesias orientales en el mundo de mayoría árabe musulmana, son las primeras iglesias cristianas, del primer siglo; somos los frutos de las predicaciones de los primeros apóstoles, en el primer siglo, de los apóstoles de Jesús. Nosotros los caldeos somos producto de las predicaciones de Santo Tomás. Santo Tomás pasó por Mesopotamia, el actual Irak, para dirigirse a India, donde murió como mártir. Y ahí fundó las primeras comunidades de cristianos.”
La constante reivindicación territorial que Salam hace de la que considera su tierra se sustenta en sus muy versadas nociones históricas y religiosas. “Soy doctor en Filología Árabe Islámica, tengo un máster en estudios teológicos, tengo dos másters sobre la Historia Antigua de Mesopotamia, tengo un máster sobre las lenguas muertas, como el arameo y el hebreo bíblico.”
Salam nació en el seno de una familia caldea cristiana de la ciudad de Nínive. En una tierra que, tras la Segunda Guerra del Golfo, se ha convertido en territorio hostil para quienes practican religiones distintas al islam, un credo inherentemente relacionado con la persecución de las otras fes, al menos según la visión del escritor.
“Esta tierra era judía-cristiana, no era musulmana. Eran mesopotámicos (…). Por eso, toda esta tierra, la tierra desde Irak hasta Egipto, esta no es una tierra árabe musulmana, como algunos dicen, esta es una tierra judía cristiana. El Tanaj habla de esta tierra.”
No fue sino hasta “el siglo VII, con las conquistas del califa ortodoxo Omar, que conquistó toda esta tierra por medio de la espada, imponiendo el islam a los nativos de estas tierras, los judíos y cristianos”, que los territorios antes poblados por mesopotámicos se volvieron árabes.
Salam se dice pacifista, y esa actitud le valió la persecución política durante el régimen de Saddam Hussein. Le tocó vivir dos guerras en Irak. La cruenta guerra contra Irán y la Primera Guerra del Golfo. “Estuve 12 años en guerra; he visto muchísimos amigos míos muriendo en la guerra, sin poder hacer nada 8…).
Pero no fueron las guerras contra “Occidente” las que lo marcaron más. “Hemos sufrido la persecución musulmana en nuestra tierra (…).” Desde los siete años de edad vivió el antisemitismo musulmán. “Entraban los yhaidistas al colegio y nos decían ‘paga un dren y mata un judío’… yo no quería matar judíos. Yo tenía amigos judíos. Mis vecinos eran judíos.”
Para Salam, hablar del islam requiere un profundo conocimiento del que carece la mayoría de los supuestos especialistas en la materia. Dice que hay que conocer la historia árabe prehislámica, el Corán, la vida de Mahoma, “supuesto profeta del islam, que no es un profeta de nada”, la historia de las revoluciones islámicas, las diferencias entre chiítas y sunitas, las diversas sectas dentro de cada uno de estos dos grandes grupos, y “hay que conocer cuál es el objetivo principal del islam.”
Ese objetivo, dirá a lo largo de la conversación, no es otro que la conquista, el sometimiento, la conversión de quienes no profesan la fe musulmana. “Jesús nació judío y se crió como judío y creció como judío”, y no pretendía abolir el judaísmo. En cambio, “el islam quiere anular cualquier otra religión por cualquier precio.”
El año pasado, el autor iba a participar en un congreso en Turquía. Lo echaron de ahí tras decirle al guía del museo donde se celebraría que Mahoma no era un profeta pues no predicaba las palabras de Dios sino que asesinaba a judíos y cristianos.
“Claro que no todos los musulmanes son malos”, dice. “Yo tengo amigos musulmanes que son excelentes personas.”. Pero también es cierto que “hoy en día no hay grupos que matan en el nombre de Yahvé, ni en el nombre de Jesús, ni en el nombre de Buda. Solamente hay grupos que matan en el nombre de Alá.”
Sus detractores, asegura, lo tachan de islamófobo o de ultraderechista. Él responde “dime algo que no es verdad (en mi discurso).” Y agrega: “El único país en el Oriente Medio (y yo he estado ahí muchas veces) donde hay una democracia, una libertad religiosa y hay un respeto a todas las religiones, es Israel.”
Habla también de la cobardía de los dirigentes cristianos que “no quieren ver la verdad”. Ignoran, dice, que Jesús no solo predicaba el perdón al enemigo y el amor al prójimo, sino que también corrió a los mercaderes del Templo. “Yo he venido a decir la verdad”, lo cita.
“Los musulmanes mataron (a) 70 personas de mi propia familia: mataron a mi padre… Yo no he matado a nadie. Yo he estado 12 años en la guerra y tengo la conciencia tranquila (…). A mí sí querían matarme. He sentido la espada en mi cuello 17 veces. He estado en las cárceles, he sufrido malos tratos, me han pegado todo lo que querían pero yo nunca he matado a nadie ni voy a matar a ningún musulmán. Pero esto no significa no decir la verdad.”
¿Qué hacen los cristianos del mundo para ayudar a los cristianos de Oriente, que viven amenazados y perseguidos por los musulmanes? “Yo voy todos los años. He escrito este libro (muestra La Iglesia Oriental: entre el pasado y el presente). Cuenta la historia de las iglesias orientales, hablo de los cristianos en Israel, y la situación de los cristianos en Irak. Intento ayudar a los cristianos, a la comunidad cristiana ahí, con la información. Porque, claro, la información es toda árabe musulmana. Nos llevan casi 14 siglos mintiendo y diciendo que los cristianos somos árabes. Nosotros no somos árabes: somos de origen judío, auténticos, originales del país.”
Informar es lo primero que se puede hacer para ayudar a los cristianos orientales “sobre nuestros orígenes.” Para Salam, los 300 mil cristianos que viven aún en Irak lo hacen en constante zozobra, inciertos sobre un destino perpetuamente amenazado. Y si deja cada año la comodidad de su vida en España para pasar algunas semanas entre su gente es como “un gesto cariñoso”, una forma de mostrar su apoyo moral a su pueblo.
No les desea el éxodo, pues sabe que la tierra se extraña, que las raíces se pierden, que las tradiciones se desvanecen lejos de la tierra originaria, pero tampoco puede pedirles resistencia eterna pues sería “poco realista”.
Critica al Vaticano y a Europa, que acogen refugiados musulmanes pero no cristianos. “Yo conozco centenares de familias en Jordania, en Turquía, en otros países (que) están esperando la migración a otros países europeos. Y el trámite es muy difícil: se tarda entre un año a dos años. Y se necesita mucho aguante. Aparte, no hay trabajo, no hay dinero… entonces, esta gente está perdida.”
Además de la precariedad y el miedo, una consecuencia de la situación que viven los cristianos en Oriente Medio es que “con tanta persecución, con tanto sufrimiento, esta gente pierde la fe”. Dice que muchísimos judíos también perdieron la fe “porque no veían una salida, no veían la luz”, tras siglos de persecución.
Una y otra vez, Salam reivindica el valor de la verdad, una verdad “sin rodeos”, y critica los discursos matizados que hablan de persecución y muerte sin especificar quién persigue y asesina. El perseguidor y el asesino, dice, se llama islam.
Sin embargo, también reconoce que las intervenciones extrajeras pueden ser contraproducentes y da el ejemplo de la Segunda Guerra del Golfo, en la cual “los americanos han metido la pata” al deponer a un dictador, un tirano y un asesino (que lo condenó a muerte y a quien no quiere ver ni en pintura) que, sin embargo, “era mucho mejor que lo hay ahora en Irak. (El actual) es un gobierno corrupto y es una dictadura religiosa política.”
El tirano Hussein, dice, era un dictador laico y protegía a los cristianos, cosa que no han hecho los estadunidenses, lo que ha abierto la puerta a una persecución implacable contra esa minoría a la que los musulmanes tachan de “occidental” y “aliada de los americanos.”
También es crítico respecto a la posición del Vaticano. Aclara que no está a favor de mezclar la religión con la política pero reconoce en el Papa a un líder político, jefe de un estado con relaciones diplomáticas y políticas con Europa y Occidente en general, y esperaría de él, dice, que hable en favor de los cristianos de Oriente, que pida su protección.
“El Vaticano también, hoy día, quiere ser políticamente correcto” y eso, dice, no cabe. Se refiere a las palabras del Papa en el sentido de que hay que dialogar con el islam pero, ¿con cuál islam? ¿Con qué dirigente? “El islam está dividido. El islam no es uno”, no hay un dirigente que represente a los más de mil 600 millones de musulmanes.
Otro impedimento para el diálogo proviene de las propias palabras de Alá, y cita el Corán: “no toméis como amigos a los judíos ni a los cristianos.” Son palabras exactas, dice, “el islam no permite tener relaciones ni amistad con los judíos ni con los cristianos.”
Desde la visión de Salam, hay que acercarnos a los musulmanes “buenos”, los que no creen en la Yihad, los que no creen en la Sharia. Básicamente, a los que no quieren hacer daño. Y, hablando de la Yihad, dice que “no ha parado. El radicalismo islámico está aumentando. Está creciendo muchísimo. El Occidente ha cometido tres errores garrafales:
Primero, en el ’79, cuando acabó con el Sha de Irán y trajo los Ayatola Jomeini, con el apoyo de los franceses; segundo, acabar con Saddam Hussein en Irak, en 2003; y tercero, con la llamada ‘primavera árabe’”, cuya consecuencia, dice, es el aumento del radicalismo islámico en todo el mundo.
Aparte, dice, “el Yihad es un pilar importante del islam. Si tú preguntas a cualquier musulmán, te dice que los pilares del islam son cinco: la declaración de la fe musulmana, la peregrinación a la Mecca, la oración, el ayuno y la limosna. ¡Mentira! El Yihad es el segundo pilar más importante del islam.”
Dice que 255 versículos del Corán hablan de ‘Yihad’, palabra traducida inequívocamente como “luchar, matar, hacer la guerra.” Cita diversos versículos que hablan de matar a quienes no creen en el islam, en Alá y su profeta. Algunos musulmanes, dice, no creen en el Yihad, pero otros lo practican o lo financian.
Sobre el crecimiento del islam en el mundo, incluyendo a América Latina, lamenta que este ocurra aceleradamente y se lo explica como la consecuencia del desconocimiento que prevalece sobre el tema. También lo atribuye a la buena labia de los predicadores, que convencen a las personas nobles con bellos discursos, y a la estrategia de ofrecer ayuda a los pobres, como hacen muchas sectas cristianas.
“Islamización” de Europa
“Yo tengo un libro sobre la conquista silenciosa del islam a Europa. Era silenciosa. Ahora ya no. Ahora ya es libre. Gracias al aumento del radicalismo y el fanatismo islámico, también gracias a la migración y gracias a las leyes blandas que hay en Europa. Porque los musulmanes, con todo, no son tontos. Son muy listos. Se aprovechan de todas las leyes blandas, de la libertad, de la democracia que hay en Occidente para entrar en Europa.”
Otro elemento del que habla, como otros autores que también han sido tachados de islamófobos, se refiere a la tasa de natalidad. Mientras que entre la población europea esta es de 1.4 (muy inferior al 2.2 que se considera normal o saludable para una población humana), entre los musulmanes la tasa de natalidad es de 4.4.
“En el año 2010 había 44 millones de musulmanes en Europa. Hoy día, estamos en el 2020, hay casi sesenta millones (…). Eso, sin contar que tarde o temprano, Turquía va a entrar en la Unión Europea, con casi 100 millones de musulmanes.” Esto representaría, para Salam, la conquista musulmana de Europa.
Salam habla repetidas veces sobre la necesidad de Europa de “defenderse” del islam y su no tan silenciosa conquista. El papel de España e Italia en esa defensa es fundamental, como las únicas naciones predominantemente cristianas que prevalecen, e insiste que, para tal efecto, es necesario conocer el cristianismo a fondo. Un cristianismo que nace del judaísmo y que tiene en las iglesias orientales sus raíces.
Miles de judíos y cristianos han padecido en carne propia la beligerancia islámica, asegura. Muchos no hablan porque no sobrevivieron o porque tienen miedo. “Yo no. Hay que decir la verdad sin miedo y sin tabú.”
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