Solo alrededor de 34 minutos de luz solar pueden desactivar hasta el 90% del SARS-CoV-2, la nueva cepa del coronavirus, según un estudio titulado “Inactivación estimada de los coronavirus por la radiación solar”.
Los autores del estudio, los investigadores de salud pública Jose-Luis Sagripanti y C. David Lytle, mencionan que las dosis más altas de radiación ultravioleta que se producen durante la luz solar del mediodía actúan como un “agente virucida” eficaz para el nuevo coronavirus.
“Esta noción está respaldada por la correlación encontrada en Brasil entre el aumento de la incidencia de la gripe en los registros de admisión hospitalaria y el bloqueo solar de los rayos UV por el humo durante la temporada de incendios”, escribieron los autores del estudio.
El nuevo estudio se centra en el aspecto de la transmisión viral a través del contacto de superficie a superficie, así como en lo que la exposición de una persona a la luz solar puede hacer para afectar la propagación viral y la prevalencia del virus dentro del cuerpo.
“Es bien sabido que existe una transmisión directa de los viriones infecciosos por inhalación de aerosoles contaminados exhalados, tosidos o estornudados de personas infectadas, lo que permite poco tiempo y oportunidad para la inactivación viral ambiental, a menos que los viriones se asienten en alguna superficie”.
En el marco del estudio, los investigadores compararon las características genómicas de los rayos ultravioleta del SARS-CoV-2 con las de otros coronavirus y compuestos virales que comparten una composición similar de ácidos nucleicos.
“Teniendo en cuenta que el SARS-Co V-2 es tres veces más sensible a la UV que la gripe A, se debería inferir que la luz solar debería tener un efecto sobre la transmisión de coronavirus al menos similar al establecido previamente para la evolución de las epidemias de gripe”, señalaron.
“Si el papel limitado de la humedad relativa y la temperatura (dentro del rango encontrado en el medio ambiente) reportado para la influenza A es paralelo al del SARS-CoV-2, entonces, el efecto de la radiación UV artificial y natural en la inactivación del SARS-CoV-2 debería ser preeminente”, continuaron los autores, aclarando. “El efecto preeminente en interiores de la radiación UV germicida (UVC, 254nm) está claramente confirmado por un informe según el cual la inactivación de los viriones transportados por el aire mediante la radiación UV prácticamente impidió la propagación de la gripe entre los pacientes de un hospital de veteranos, durante el mismo tiempo en que una epidemia de gripe asoló a pacientes similares en habitaciones cercanas no irradiadas”.
Para su análisis de la nueva pandemia de coronavirus, los autores utilizaron los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins como base para un examen estadístico de qué países experimentaron las mayores infecciones por millón de habitantes.
En ese contexto, observaron que 28 de los 30 países que comunicaron las tasas de infección más elevadas experimentaban un clima más frío durante diciembre-marzo, cuando la propagación del coronavirus era más frecuente, y todos ellos estaban situados al norte del Trópico de CáncerSi bien observan las evidentes inexactitudes que se producirían en esos conjuntos de datos debido a la falta de pruebas disponibles, al número conflictivo de viajeros infectados y a las “grandes diferencias” en la respuesta de cada país a la pandemia mundial, encontraron coherencia en los datos de los países que descansan en latitudes septentrionales, en los que la exposición a la luz solar estaba limitada por los meses de clima frío, en comparación con los países de latitudes meridionales que tenían acceso a una abundante exposición a la luz solar.
En consonancia con esta idea, los autores tomaron nota de que los cierres dentro de cada país pueden contribuir negativamente al éxito de la propagación del virus, en particular en el caso de las personas que viven en un hogar con varias personas.
“Si aceptamos el posible papel virucida de la luz solar durante las pandemias de coronavirus, obligar a las personas a permanecer en el interior puede haber aumentado (o asegurado) el contagio de COVID-19 entre los mismos habitantes de la casa y entre los pacientes y el personal dentro del mismo hospital o instalaciones geriátricas”, indicaron.
Añadieron que “en contraste, las personas sanas que están al aire libre y reciben la luz del sol podrían haber estado expuestas a una dosis viral más baja con más posibilidades de montar una respuesta inmunológica eficiente”. Este argumento apoya la consideración de los resultados de dos enfoques de contención opuestos para hacer frente a la crisis de la COVID-19”.
Mientras que los dos investigadores concluyeron que la luz solar en efecto puede desactivar una gran parte de la cepa del SARS-CoV-2, sí observan que el contacto de superficie a superficie y la exposición exterior de una persona es donde se centra la mayor parte de su estudio.
Cory Merow, coautor de Seasonality and Uncertainty in COVID-19 Growth Rates (Estacionalidad e incertidumbre en las tasas de crecimiento de COVID-19), señaló que los meses de verano no tendrán un efecto en la propagación del coronavirus y que se debe seguir con el distanciamiento social y las medidas de precaución.
“Si todo el mundo se sienta al lado de otro en el autobús y tose”, afirmó Merow al New York Times. “La luz ultravioleta no va a protegerlos”.
El MIT también apoyó esta afirmación en un estudio en el que se señalaba que los efectos ambientales sobre el coronavirus probablemente no tendrían ninguna relación con su propagación en los Estados Unidos y Europa, a principios de este año.
Noticias de Israel.