Después de haber subido más de 300% durante los últimos once años (pero de manera muy desigual, con algunas empresas en niveles astronómicos
y muchas compañías que quedaron en el camino), los mercados del mundo siguen en zona de depuración, haciendo serrucho en una cumbre, y la llegada del dramático Covid-19 parece estar convirtiéndose en la excusa perfecta para realizar la depuración de la cotizaciones.
Por supuesto, los que especulan en las bolsas se resisten a dejar de bailar la fiesta, y van cambiando de posición de manera permanente, bajándose de algunas cumbres y tomando posiciones en determinados valles. Y este muy ágil movimiento de oferta y demanda de jugadores de casino tiene a los precios de las acciones colocados en una tendencia lateral, es decir en una posición con muchísima volatilidad pero tendencia sin cambios de fondo, desde aproximadamente hace diez meses.
Una prueba de esta afirmación la entrega uno de los principales y más diversificados índices de valores del mundo, el S&P 500, que llegó a los 3.000 puntos en setiembre del año pasado, quiso acercarse a los 3.400 puntos a mediados de febrero, se desplomó hasta casi 2.200 puntos a mediados de marzo, después levantó otra vez hasta 3.200 puntos hace tres semanas y el viernes pasado, en medio de fuertes estocadas para las empresas más grandes, las que actuaron como locomotora de todo el negocio, se volvió a desinflar, para terminar el viernes muy cerca de las 3.000 unidades, completando trescientos días sin cambios.
Emisión gigantesca Pero, a decir verdad, este bailoteo en una cumbre no está ligado en absoluto a normales movimientos especulativos entre oferta y demanda genuinas. Está formado, sostenido, aguantado, por una gigantesca súper emisión de dólares de la Reserva Federal de Estados Unidos, que tiene al mando a Jerome Powell que teme que el parate que está ocasionando el Covid-19, con parálisis de actividad en muchos sectores, termine contagiándose a lo financiero, provocando un colapso en los medios de pago, generando bancarrotas y consecuencias inimaginables para la realidad norteamericana, a 120 días de la elección presidencial, donde Trump testeará si su vida política termina con una exitosa reelección o con un fracaso rotundo.
Por supuesto, la súper emisión de la Fed no es la única. Casi todos los bancos centrales del mundo están haciendo lo mismo, sólo que la Fed puede hacerlo de manera más decidida porque el dólar hasta ahora es la moneda con más credibilidad, y eso le permite emitir y emitir billetes verdes, sin que por ahora se noten efectos residuales demasiado desastrosos para la inflación.
Hasta hace dos meses varios centros de análisis económico emitían informes advirtiendo que esta emisión de la Fed derivaría en una inflación del orden del 5% anual. Pero en las últimas semanas empezó a ganar espacio en esos estudiosos un concepto que hay que ver si se cumple: advierten que el Covid-19 está llegando con un costado positivo, la mayor evolución de los trabajos a distancia, el home-office, y las ventas en línea de parte de muchísimas empresas. Eso hará que en muchos casos haya eliminación de oficinas y locales, por lo cual muchos costos bajarán para algunos, muchos ingresos bajarán para otros y un cúmulo de negocios, que hasta ahora eran rentables, desaparecerá por lo menos de los principales centros urbanos.
Con esto, se empieza a imaginar que muchos sueldos no podrán subir: la gente trabajando en sus casas gastará menos dinero y tiempo viajando hacia sus lugares de trabajo. Y que ese 5% de inflación esperada posiblemente se convierta en un 3% anual, o quizás en algo menos. Eso sí, una vez aparecida la vacuna, o remedios efectivos contra el virus, tanto la Fed, el BCE, el BoJ y otros bancos centrales se verán obligados a subir las tasas de interés, y en ese momento todos los que se encuentren endeudados tendrán que bailar posiblemente con la más fea.
El coronavirus no afloja
Ahora bien, dentro de esta cumbre, en los últimos diez días se registró en varias naciones una suerte de rebrote del coronavirus. Los lugares que aflojaron las cuarentenas volvieron a mostrar fuerte aumento de contagios, el susto volvió, las muertes se mantienen, la incertidumbre sigue mandando, y la semana pasada, no tanto como en marzo pero casi, volvió a verse a los inversores saliendo de las posiciones riesgosas y acomodándose en lo que parecen ser los lugares más seguros.
Por eso la semana pasada no extrañó que la onza de oro rompiera el techo de siete años que logró en los primeros días de abril último, y con una suba adicional de otro 2% haya llegado a los US$ 1.785, con ganas de lograr un valor inédito de US$ 2.000, o incluso ir más allá si los efectos secundarios del Covid-19 siguen haciendo estragos.
En cambio, lo que si extrañó fue un planchazo contundente en las criptomonedas, que se estaban erigiendo junto a los metales preciosos en uno de los refugios elegidos por los inversores, sobre todo los millenials, que buscan estar fuera del alcance de los fiscos. Sin dudas, los pasos que van dando empresas como Facebook o gobiernos como los de Suecia y China, o incluso el de Estados Unidos se estén preparando para emitir sus monedas virtuales, lo cual puede convertir a este sector en un mercado al que sea fácil entrar, pero difícil salir. De ahí que el bitcoin (moneda estrella del sector) haya subido de US$ 3.500 a casi US$ 11.000 el año pasado (en coincidencia con el S&P en 9.000) y desde ahí esté colocado en un tobogán a la baja, que lo está devolviendo lentamente a la zona de los US$ 9.100.
Los números del Covid de la semana pasada volvieron a generar mucho miedo. Los contagiados detectados en todo el mundo superaron los 10 millones, y los muertos sobrepasaron las 500.000 personas. Como si estuviéramos en un cuento de terror, los fallecidos en Estados Unidos se acercan a 130.000, en Brasil hay más de 57.000 muertos y en América Latina se perdieron 110.000 vidas. Y el problema está ingresando en su peor fase en Argentina, donde ya hay 58.000 contagiados y más de 1.200 muertos, con el 62% de las camas de terapia intensiva ocupadas, lo cual obligó al presidente Fernández a extender la cuarentena en el AMBA, esta vez con transporte público aún más restringido, situación que está generando divisiones y hartazgo en buena parte de la sociedad.
El retorno del Covid, además de alimentar el valor del oro, hizo en los últimos días que inversores de países con monedas débiles vuelvan a buscar refugio en divisas más fuertes. De ahí que en países como Brasil, Argentina, Chile o México se hayan registrado nuevos incrementos en las cotizaciones de monedas como el dólar, el yen y el franco suizo.
Y también hubo demanda de bonos estatales. Con un particular sostén en el precio de los títulos públicos argentinos, que en la última semana subieron otro 2% hasta su mayor valor en 150 días. Este repunte desde los infiernos obedece a que el plazo para que la Argentina firme un acuerdo con los acreedores se acorta. Si no hace algún tipo de negociación antes del 31 de julio se reabrirán los canjes de 2005 y 2010, lo cual hace suponer que habrá algún tipo de acercamiento, en una suba que se puede extender, pero que también tiene gran chance de fracaso, por lo que los que bailan en esta soga tienen que saber que deben estar muy atentos al equilibrio, porque van caminando, pero abajo no hay red.
Arranque y freno
La reactivación del Covid pone en juego las aperturas de las economías y frenan la actividad. De ahí que en el barril de petróleo, que había subido de US$ 20 a US$ 41, y que parecía ir raudamente hasta los US$ 50, haya cedido en los últimos días, para bajar nuevamente a US$ 38. Y detrás de eso se detuvieron los aumentos sólidos que venían mostrando los metales básicos, ya que las industrias empiezan a entender que los interruptores de las máquinas pueden ser apagados nuevamente.
Con eso, a pesar de la emisión gigantesca de la Fed y de otros bancos, las bolsas no lograron sostenerse. Y la semana pasada la Bolsa de Nueva York bajó 2,6% (el Dow perdió 3,3% y el Nasdaq achicó 1,9%), pero hubo otros recintos también muy afectados: Madrid bajó 3,2%, San Pablo perdió 2,8%, México 2,5% y Frankfurt 2%, todas retrocediendo.
¿Qué dicen los analistas? Los precios bailan en una cumbre, esperanzándose por la llegada de la vacuna y la efectividad de los remedios. Pero también es cierto que navegan en una cumbre, y que fue sostenida por dólares, euros y yenes floridos. Y toda esta pandemia dejará un tendal de empresas sin ningún tipo de valor, con riesgo de ir a la quiebra. De ahí que el consejo que más se repite es: “podés comprar lo que quieras, pero tené en cuenta que el multimillonario bursátil Warren Buffet, que de esto algo sabe, está afuera y repite: a la mayoría de los papeles no los toco ni con un palo