A los 100 días de confinamiento por el coronavirus, el Gobierno Nacional anunció la extensión de la cuarentena hasta 120 días. Coincidentemente se publicaron los datos del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) del Indec señalando que la economía, en abril, cayó 26,4% respecto a igual período del año anterior. Si bien en los meses subsiguientes hubo cierta flexibilización, especialmente en el interior, esta caída hace presagiar que los meses de mayo, junio y julio están perdidos desde el punto de vista económico.
Las actividades que más sufrieron fueron construcción y hoteles y restaurantes con una caída del 86%. En un escalón más acorde con el promedio están la industria manufacturera, que cayó 34%, y comercio mayorista y minorista, que cayó 27%.
Lo que llama la atención es que la actividad de servicios de salud cayó 33%. Esto es, la actividad que llevan adelante médicos, enfermeras, centros de diagnóstico y tratamiento, clínicas y sanatorios, y hospitales. Siendo esta actividad tan esencial para enfrentar la pandemia, ¿cómo puede ser que haya caído también en la recesión?
La caída en la actividad médica es casi una ironía de la improvisación subyacente en la cuarentena. Este es un fenómeno no exclusivo de Argentina sino que también se produjo en otros países que adoptaron el confinamiento estricto. Al estar la gente confinada, por temor al Covid, dejan de tratarse enfermedades no relacionadas con el Covid, por lo que muchos médicos y establecimientos de salud dejan de trabajar por la falta de pacientes.
El agravante en Argentina es que la estrategia extrema se tomó con mucho tiempo de antelación. Entonces, se juntó la falta de pacientes no-Covid con la falta o insuficientes pacientes Covid, debido a que el famoso y esperado “pico” de contagios se está haciendo esperar. Esto lleva a que las finanzas de médicos y clínicas y sanatorios estén bajo un estrés financiero que los ponen en serio riesgo de quebrar.
Así, se produce una enorme contradicción. Se encerró a la gente para cuidarla del Covid y para preparar al sistema de salud para el Covid. Pero la gente se está enfermando de afecciones no-Covid no tratadas y el sistema de salud privado, preparado para recibir al Covid, va camino a la quiebra por la falta de pacientes.
Según un informe de la Asociación de Clínicas y Sanatorios de la República Argentina (Adecra), en base a relevamientos que hacen entre sus asociados los pisos de internación general en abril estaban trabajando al 55% de capacidad y las áreas de atención crítica (terapia intensiva) al 45% de capacidad.
Si bien en algunos casos la caída en la demanda de atención médica puede ser postergada, como serían las cirugías programadas, en otros casos es difícil pensar que la postergación sea una buena decisión. Este es el caso de la caída en los ingresos de pacientes con ACV, que cayeron 46% y las consultas por guardia y emergencia, que cayeron 74%. Evidentemente, la gente por miedo al coronavirus no está yendo a tratarse de afecciones que no es aconsejable postergar.
Las instituciones de salud pueden atender afecciones no-Covid en tiempos de Covid porque adoptan rigurosos protocolos para separar ambos tipos de pacientes. En este sentido, no se justifica que la gente esté sufriendo innecesariamente. A su vez, las instituciones sanitarias están viendo aumentar la ocupación por casos de Covid. Sin embargo, se estima que un tercio de las camas asignadas al Covid son sospechosos, preventivamente aislados, esperando los resultados de los test y que en muchos casos dan negativos. Es decir, no se está marchando, al menos por ahora, al desborde.
Una política sanitaria más responsable habría hecho tomar conciencia a la población que la cuarentena no se aplica para los tratamientos médicos no-Covid. En cualquier caso, si llegara a producirse un desborde de pacientes Covid, las instituciones de salud están entrenadas y acostumbradas a administrar “picos” de demandas que, en general, suelen ocurrir en períodos invernales.
En otras palabras, fue innecesario vaciar los centros de salud cuando parte de la tarea de un administrador sanitario de un centro de salud es manejar la crisis de capacidad que se le produce con los desbordes de demanda. Haciendo un paralelismo, sería como prohibir volar a los aviones por temor a que tengan que hacer un aterrizaje de emergencia, cuando toda la tripulación de un avión está preparada para ese tipo de eventualidad y lo tiene internalizado.
Al final, la improvisación con que se manejó y se sigue manejando la cuarentena hizo que del aplauso a los médicos, se pase a los médicos sin trabajo y muchos de ellos sin ingresos para mantener sus familias. Esperando que pase el “pico” del Covid. (*) Economista de IDESA