UN SHABAT EN FAMILIA CON EMUNA

Me decía Zeide Yánkele cuando yo cruzaba la puerta de su casa (en la calle Pasteur) los viernes por la tarde.
Puedo oler su perfume a Colonia Franco Inglesa, ver la tela aterciopelada de su traje impecable, y mirar su cara blanca y sus ojos celestes profundos mientras siento sobre mi cara sus manos perfectas, con las uñas lustradas acariciandome los cachetes y diciendome – “Sheine Punem”. (linda carita)
Entonces guiñándome un ojo y con un cabeceo, señalaba la cocina donde la Bobe Berta preparaba sus manjares.
Mis primos y yo llegabamos los viernes despúes del colegio aproximadamente entre las 16:00 y 16:30hs. En la cocina ya estaba preparado el top de latkes con azúcar, el mate dulce con leche, las kijalej de manteca y el leikaj de miel recién horneado.
Tomabamos y comíamos rápido porque enseguida comenzaba el Torneo de Dominó, Torneo que ya sabíamos, debía ganar la bobe. Ese era el trato con Yánkele, ya que para él lo más importante de la vida era escuchar la risa sonora de la Bobe, cuando nos ganaba.
Antes de que el reloj diera las 18:30 hs. nos preparábamos para dar comienzo al shabat que comenzaba puntualmente cuando aparecía la primera estrella.
Zeide Yánquele nos mandaba a cambiar, yo me ponía mi vestido blanco con florcitas verdes y los chicos sus pantalones 3/4 con las camisas blancas.
La bobe se peinaba y pintaba sus labios color carmín se vestía con un batón azul con lunares y un delantal con volados y se perfumaba con olor a vainillas.
Encendido de velas
Entonces nos acomodabamos alrededor de la mesa, comenzaba el ritual más espiritual que jamás olvidaré. Me veo parada en la silla, al lado de la bobe, prendiendo juntas las 2 velas blancas de shabat, nuestras manos acariciaban sin tocar las llamas encendidas, traíamos la luz y el calor a nuestros ojos, recitando esa oración tan corta y tan bella que terminaba con un Shabat Shalom dulce para todos.
Cuando ya estamos sentados, a la linda mesa de mantel blanco cantábamos «Shalom Aleijem Alajeim al Shalom” Dandoles la bienvenida a los ángeles de la paz para que bendigan nuestra mesa y tengamos un Guit Shabes
Kidush: 
Zeide y el mayor de mis primos, se ponían de pie mientras sosteniendo una copa llena de vino o jugo de uva, santificaban el Shabat.Zeide recordaba que «en seis días, Dios creó el cielo y la tierra – y en el séptimo día descansó».
Lavado de manos: 
Entonces venía el momento, que hoy recobra mayor significado, el lavado de nuestras manos, para purificarnos antes de comer.
Bendición del pan:
Para finalizar las Dos Jalot doradas eran bendecidas.Zeide las cortaba con sus manos y tiraba un pedazo para que cada uno de los presentes,  las comíamos con un poco de sal, simbolizando que esta comida no es simplemente una experiencia transitoria, sino que es un momento que durará por la eternidad.A comer decía la Bobe, mientras nos servía en los platos, pescado, sopa, cholent y de postre manzanas asadas con miel y licor de guindas.
El viernes era el día para disfrutar con mis primos y mis abuelos, no me importaba que programa habían hecho mis padres, que seguramente aprovechaban para salir.
Nosotros los primos, estábamos de fiesta, durmiendo juntos, esperando escuchar los cuentos del zeide, sus historias, de como llegaron a Argentina, de como vendía pieles de conejo, o el cuento del caballito blanco que corría en su pueblo de Rumanía, hasta llegar a la historia final sobre un pequeño milagro.
Emuná Fe.
Había una vez una familia muy pobre y muy necesitada que no tenía dinero suficiente para comprar ni siquiera las necesidades más básicas. Todos en la familia oraban para obtener bendición y prosperidad. Una noche, las plegarias de la familia fueron respondidas y ellos oyeron que tocaban el timbre de entrada. El padre abrió la puerta y para su sorpresa, vio que afuera estaban esperando decenas de personas. “Y ustedes ¿quiénes son?”, preguntó el padre. “Yo soy Alegría, y ella es Emuná y aquella es Dicha y la otra es Salud y aquel bien alto es Éxito y la petisita es Prosperidad y el arrugado es Dinero y la gordita es Fortaleza….”. Y así continuó presentándoles a todos los recién llegados.
“Nosotros somos los anhelos de todos ustedes”, les dijeron a los miembros de la familia, que se habían quedado mirando con la boca abierta. “Pero ustedes pueden elegir a uno solo de todos nosotros” para que entre en sus vidas.Los miembros de la familia se quedaron pensando a quién les convenía elegir: ¿Éxito o Salud? ¿Dicha o Prosperidad? ¿Alegría o Dinero?”Al final, el padre les dijo a los anhelos: – “Hemos tomado nuestra decisión queremos quedarnos con Emuná”. (con Fe). Emuná entró a la casa, pero para sorpresa de toda la familia, siguiéndole los pasos empezaron a entrar también todos los otros anhelos. “¡No entiendo”! ¿Qué es lo que está pasando aquí?”, se sorprendió el padre. – Acaso no dijiste que se puede elegir un solo anhelo!”. “Es verdad. Se puede elegir un solo anhelo”, le explicó Alegría. “Pero dondequiera que va la Emuná, vamos todos tras ella”.
Hoy más que nunca debemos tener Fe, para que el cuentito siga contándose asi.

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