Como es habitual en las sinagogas ortodoxas y antiguas, las mujeres se sientan un piso más arriba que los hombres, alejadas del lugar dónde se halla el ARON HAKODESH.
Desgraciadamente en el SIGLO XXI, esto podría leerse como discriminación machista y ancestral, desincronizada y obsoleta, dejando para la mujer el lugar más alto del templo.
Es posible…
Es posible también que el “origen” de esta usanza tenga que ver con alejar a la mujer de la vista de los hombres y con que las mujeres no toquen el Libro Sagrado…
Es posible…
Sin embargo, en mi tremenda soledad, en ese SHABBAT en una tierra lejana, sentí deseos de sentirme en casa…Más allá de todo y quizás por lo que me estaba pasando, yo tuve muchas ganas de ir al BET HAKNESET.
Subí dos pisos y me senté en una silla autorizada para las mujeres.La Sinagoga de Roma es una sinagoga muy hermosa, su acústica es impecable. Genera un ambiente adecuado para conectarse con D”STomé el SIDUR, nuestro libro de rezos y comencé a leerlo.
De pronto y sin darme cuenta, me vi mirando hacia abajo, hacia el ARON HAKODESH, hacia los hombres todos con kipá en sus cabezas, todos ellos cubiertos de un etéreo manto blanco llamado TALIT, todos estos hombres de pie, leyendo un libro que sostenían en sus manos…
Mi alma se regocijó en medio de mi dolor personal. Esta escena era tan bella…Tan simple y reiteradamente bellaTodo era perfecto. Todo era sagradoLa TORÁ, nuestra SAGRADA TORÁ irradiando su maravillosa LUZ.
De pronto desapareció por un momento todo el mundo material, y estábamos: Nuestra TORÁ, nuestros hombres consagrándose en este Shabbat, la presencia de D”S en toda su Magnífica Belleza y yo…Fue un tiempo sin tiempo, y un lugar sin lugar, es decir, podía estar sucediendo en cualquier época, en cualquier lugar del planeta…Era aquí y ahora, y en simultáneo era la Eternidad.
Yo sentí como mi alma se unía al TODO.Por un instante Eterno y Sagrado lo sentí.Fue allí que comprendí el maravilloso regalo que es poder mirar la escena un poquito más completa al mirarla desde arriba.Y con lágrimas de emoción en mis ojos, agradecí el haber nacido mujer, aunque hubiese sido sólo para haber vivenciado este mágico momento que nunca voy a olvidar en lo que me reste de vida.
Esto que escribí hace unos años hoy ha dejado de ser posible por ahora.D”S quiera que muy pronto todos volvamos a poder reunirnos y estar juntos, festejando, abrazándonos y besándonos, en fin, comunicándonos como la humanidad lo ha venido haciendo desde siempre.
SOFIA VITON