Antes de comenzar a escribir lo que siento, quiero hacer algunas aclaraciones para que no haya malentendidos.
1) Soy judío por los cuatro costados, lo mismo que mi esposa, mis yernos y mi nuera.2) Soy Shomer Shabat3) Me pongo tefilín todos los días (dos pares, Rashi y Rabeinu Tam).4) Voy con la cabeza cubierta permanentemente y uso tzitzit5) Como únicamente casher y cumplo con las normas del cashrut 6) Tengo mi seder diario de estudio de Torá.
¿Por qué hago estas aclaraciones? Muy simple: porque más de uno, tras leer lo que pienso me va a tildar de enemigo de la Torá, jiloní (palabra que detesto, porque según el Rebe de Lubavitch ZTZ´´L, mi Rebe, no se puede usar dicha palabreja, porque su raíz es la palabra JOL, “profano”, y no hay ningún judío profano, todos son KEDOSHIM, “santos”), apikoros y otros epítetos, así que abro el paraguas antes que llueva.
Y ahora vamos al tema.
Cuando Di-s dio la Torá al pueblo de Israel, se la dio a TODOS, como está escrito: “9 Hoy están todos ustedes de pie ante Dios su Señor: sus líderes, sus jefes tribales, sus ancianos, los que hacen cumplir las leyes, todo hombre israelita, 10 sus hijos, sus mujeres y los prosélitos de tu campamento; incluso tus leñadores y los que sacan tu agua” (Deuteronomio 29:9-10). O sea que no fue entregada a un selecto grupo de elegidos, por lo que nadie se puede proclamar como dueño exclusivo de la Torá.
Di-s es Todopoderoso y Justo, y no necesita policías para defender Su Torá.
Di-s estableció que cada judío está capacitado de elegir su forma de servirLo, y nadie puede criticar a aquel que Lo sirve de corazón porque esa forma de servicio no está de acuerdo con lo que consideran la “forma correcta”.
Tampoco debe haber “dueños exclusivos” de los sitios sagrados, porque pertenecen a todo el pueblo de Israel.
Tampoco se necesitan “grandes tzadikim” que pongan obstáculos en el camino de aquellos descendientes de anusim que quieren retornar a sus raíces. Demasiado daño nos hizo la Inquisición y es hora de que ese daño sea reparado.
Tampoco necesitamos un rabinato que a miles de kilómetros se crea con derecho a opinar sobre lo que ocurre con las comunidades de otros países, con una realidad y una problemática muy diferente a la de Israel.
Tampoco necesitamos que 13 individuos en la Knesset, individuos que representan a una minoría que no hace la tzava, que no trabaja, impongan condiciones para votar leyes.Señores, con todo el dolor del alma, digo: ¡¡¡BASTA!!! ¡¡¡NO QUIERO TALIBANES EN MI PUEBLO!!!
Israel Winicki