RAB. ARYEH LEIB KAPLAN
Uno de los autores que más influyeron en mi vida es el Rab Aryeh Kaplan, z”l, y especialmente su libro llamado: “Si tú fueras Dios”, (originalmente: “If you were God”). El Rab Kaplan era un genio —tanto en la parte rabínica como en ciencias, específicamente física— y falleció trágicamente en 1984 a una edad muy temprana.
Su fascinante libro consta de 3 ensayos.
El primero analiza la función del pueblo judío en el mundo, y explica cómo Dios trata de “civilizar” a la humanidad a través de sus representantes: los judíos.
El tercer ensayo es acerca del sentido de la vida, pero no desde el punto de vista humano sino Divino. Es decir, para qué creó Dios este mundo y particularmente a los seres humanos.
El segundo ensayo, el más corto, se refiere a la inmortalidad del alma.
Voy a tratar de resumir lo que dice el Rab Kaplan.
LA PREGUNTA DEL MILLÓN
La primera pregunta que uno debe enfrentar cuando quiere examinar seriamente el tema de la inmortalidad del alma es: “¿Qué es el alma?”. Y para definir qué es el alma debemos identificar primero ¿qué o quién soy “yo”?.
El rab Kaplan dice así:
“Mira tu mano. ¿Qué ves? Una parte de tu cuerpo…. la puedes abrir y cerrar. Obedece todas las órdenes que tu mente le envía. Es tuya, es parte de ti. Pero… ¿es tu mano … el verdadero “tú”?
Ahora, apunta tu dedo índice hacia ti. Si tu eres una persona normal dirigirás tu índice hacia tu pecho. Porque (sin darte cuenta) asumes que “tú” eres tu cuerpo. Pero ¿eres tú realmente tu cuerpo?“
Y así, poco a poco y de manera metódica, el rab Kaplán nos va ayudando a comprender por descarte qué es el lo que NO somos y qué es lo que realmente nos define. Con mis propias palabras: ¿”Somos” un cuerpo y “tenemos” un alma; o “somos” el alma y “tenemos” un cuerpo.
¿QUIEN SOY?
Una metáfora que puede ayudar a visualizar la relación cuerpo / alma es la de un automóvil y su conductor. El auto es el cuerpo, y el conductor el alma que conduce al cuerpo. O quizás sea más preciso hablar de un taxi, (o un Uber…) en lugar de un auto particular. El automóvil es nuestro cuerpo, el conductor es nuestro cerebro, y el alma soy YO, el pasajero. El taxista sabe cómo manejar el auto, y cómo llevar al pasajero por el mejor camino posible, etc. pero el chofer no decide hacia dónde conducir el auto. Es el pasajero quien toma esa decisión y determina el destino del viaje. El cerebro no es el “yo”, ya que si bien es un elemento muy sofisticado, sigue siendo físico, material. El “alma” sin embargo, está más allá de lo físico: es sobrenatural, Divina. Y como tal, el alma es responsable por un tipo de acción que también es sobrenatural (que no existe en el mundo natural o animal). Me refiero al libre albedrío: la habilidad de decir “no” a mis instintos corporales; la posibilidad de elegir hacia dónde me dirijo; decidir qué hago con mi vida, con mi tiempo, etc.
¿JINETES O CENTAUROS?
Hay una metáfora que es mejor que la de un automóvil, ya que incluye un punto fundamental no abarcado por la anterior.El caballo y el jinete. El cuerpo tiene, por decirlo de alguna manera, su “vida propia”, sus necesidades, sus caprichos, sus deseos y hasta sus objetivos, que se relacionan con lo que pertenece al mundo material. El cuerpo es el caballo. Y el alma es el jinete. Al igual que el conductor de un vehículo, el jinete también tiene como objetivo conducir a su caballo hacia la meta que él, el jinete, aspira. Cuando esto sucede, jinete y caballo conviven en perfecta armonía. El jinete sabe que el caballo tiene sus necesidades materiales y no las desatiende. Muy consciente de la importancia de su caballo, un buen jinete cuida de su animal, lo lleva periódicamente al veterinario, y se ocupa de que tenga todo lo que necesite para mantenerse saludable y satisfecho.
¿QUO VADIS?
Pero hay otros posibles escenarios: ¿Qué pasa cuando el jinete no puede controlar a su caballo, suelta las riendas y se abandona?¿qué pasa si el jinete NO se pregunta a sí mismo si hay una meta que alcanzar o un camino a seguir? ¿O O el peor escenario posible: ¿Qué pasa si el jinete no se da cuenta de que él ES un jinete, un ente independiente de su caballo? ¿Qué pasa si nunca descubre su verdadera identidad y se piensa que él es un apéndice de su caballo? A diferencia de un automóvil que no se moverá de su lugar hasta que el chofer o el pasajero decidan dónde ir, el caballo tiene vida propia. El caballo no se quedará inmóvil esperando las órdenes de un jinete pasivo. El caballo se va a dedicar a comer pasto, descansar cuando se le dé las ganas, correr detrás de las yeguas y tratar de superar a los demás caballos en una carrera sin destino. El jinete abandona el control de su animal, “se entrega” a su caballo y se confunde con él…
Comprender la diferencia entre “somos un cuerpo que tiene un alma” o “somos un alma que tiene un cuerpo” es probablemente el tema más importante en la vida de un individuo.
RAB ARYEH KAPLAN