Cuenta Ana Weinsten que minutos antes de las 9.53 del lunes 18 de julio de 1994, salió de su oficina del segundo piso de la sede de la Amia para pedir una computadora al área de técnica de la institución, que estaba en la parte de atrás. En ese momento su vida cambió, la bomba explotó en el frente del edificio. Aturdida salió a la terraza y no entendía qué pasaba.
Hoy es la directora del Centro de Documentación e Información sobre Judaísmo Argentino Marc Turkow donde se centraliza, preserva y difunde aquellos elementos que permiten testimoniar y conocer la presencia y vida de los judíos en la Argentina. Hace énfasis en la necesidad de educar y trasmitir.
Cincuenta años antes, en Polonia, sus padres también se habían salvado pero del Holocausto. Su mamá y su papá eran del mismo pueblo Włodawa, que estaba al este del río Bug, cerca de la frontera con Bielorrusia y Ucrania. El Holocausto los separo y los volvió a unir. Su madre junto con sus tíos fue escondida en un granjero por un amigo de su abuelo, arriesgando su vida durante todo la Shoá.
Cuando terminó la guerra pudieron volver a la misma casa en que habían vivido antes de la guerra. El papá de Ana resistió desde los bosques y cuando terminó la guerra volvió a su pueblo. Entonces la mamá y el papá se reencontraron. Ella tenía un primo que se había exiliado en 1939 en Bolivia. Cuando recibieron las listas de sobrevivientes, su tío se contactó con su mamá e inmediatamente consiguió las visas, y así es como ya casados, llegaron a La Paz y luego la tuvieron.