Los hospitales de Líbano, considerados durante mucho tiempo entre los mejores de Medio Oriente, se están resquebrajando por la crisis financiera del país, luchando por pagar al personal, mantener el equipo en funcionamiento o incluso permanecer abiertos en medio de un aumento de los casos de coronavirus.
Los hospitales privados, el motor del sistema de salud, advierten que tal vez tengan que cerrar. Los hospitales públicos, que han liderado la lucha contra el virus, temen ser invadidos.
En todo el país, los hospitales y los médicos están informando de la escasez de suministros médicos vitales, como medicamentos para la anestesia y suturas. Con los cortes de energía que se producen la mayor parte del día, vierten dinero en combustible para los generadores, y muchos están rechazando los casos no críticos para conservar los recursos.
“La situación es realmente catastrófica, y esperamos un colapso total si el gobierno no presenta un plan de rescate”, afirmó Selim Abi Saleh, jefe del Sindicato de Médicos en el norte de Líbano, una de las regiones más pobres y pobladas del país.
Uno de los hospitales universitarios más antiguos y prestigiosos del país, el American University Medical Center, despidió a cientos de sus empleados la semana pasada citando el “desastroso” estado de la economía y causando alboroto y preocupación.
Los centros médicos han despedido a las enfermeras y han reducido sus salarios, sus finanzas se han agotado en parte porque no pueden cobrar los millones que les debe el estado. Casi un tercio de los 15 mil médicos de Líbano tienen la intención de emigrar o ya lo han hecho, mencionó un funcionario del sindicato de médicos, basándose en el número de los que han solicitado documentos sindicales que pueden utilizar en el extranjero para demostrar sus credenciales.
Hasta ahora Líbano ha mantenido el control de su brote pandémico, a través de fuertes cierres, pruebas agresivas y una respuesta rápida, en gran parte por parte de los hospitales públicos. El país ha notificado menos de tres mil infecciones y 41 muertes.
Sin embargo, con el aumento de los casos, muchos sobre el terreno temen que el sector de la salud no pueda resistir un aumento repentino y que la crisis financiera empeore cada día.
La crisis de liquidez de Líbano ha mermado la capacidad del gobierno de suministrar combustible, electricidad y servicios básicos. La escasez de dólares está destripando las importaciones, incluidos los suministros médicos y los medicamentos.
Los precios se han disparado, el desempleo es superior al 30% y casi la mitad de la población de cinco millones de habitantes vive actualmente en la pobreza.
Los hospitales privados, que constituyen alrededor del 85% de las instalaciones del país, surgieron de manera dominante después de la brutal guerra civil de 15 años del país para convertirse en el orgullo del sistema libanés, atrayendo a pacientes de toda la región con servicios especializados y cirugías avanzadas.
Pero todo el sector de la salud, como gran parte del país, también ha funcionado gracias a la influencia y el patrocinio político del sistema sectario de Líbano. Los médicos señalan que la política determina el monto de los pagos que reciben los hospitales privados estatales mientras que las instalaciones públicas siguen sin tener personal suficiente.
El sistema de seguros, con múltiples fondos de salud, es caótico, lo que dificulta la recaudación y la cobertura es irregular. Durante años, los fondos de seguros estatales no reembolsaron a los hospitales. Los hospitales privados dicen que se les deben $1.3 billones, algunos de ellos desde el 2011.
“No podemos luchar contra la COVID-19 y al mismo tiempo seguir mirando a nuestras espaldas para ver si tengo suficientes recursos financieros y materiales”, manifestó Firas Abiad, director general del Hospital Universitario Rafik Hariri, el hospital público que lidera la lucha contra el coronavirus.
Noticias de Israel.