La Torá nos encomienda, “No cortareis el pelo de los costados de su cabeza”. El Talmud explica que el término “costados” se refiere al cabello que crece entre las orejas y la sien es decir remover las patillas.
Esta prohibición solo rige para los hombres. A diferencia de lo que cree la mayoría de las personas, dejarse crecer las peyot, o peyes no es solo una tradición jasídica: corresponde al judaísmo en su totalidad.
Fundamentos de la prohibición: Al igual que en muchas leyes de la Torá, el versículo no detalla el motivo exacto de esta prohibición. Sin embargo, algunos comentaristas explican que esta mitzvá se sustenta sobre otras prohibiciones en relación con la idolatría, ya que muchos idolatras solían rasurarse el cabello de los costados de la cabeza, dejando solo que creciera el cabello del centro.
Por lo tanto, a los judíos se les encomienda preservar cierta apariencia física que permita diferenciarse de los idolatra.
Por otra parte, hay quienes opinan que la prohibición de afeitarse las patillas está incluida en la categoría de mitzvá juquim, decretos, y su motivo exacto no nos ha sido revelado.
¿Cómo deben ser?
Habiendo establecido el hecho de que los hombres no deben rasurarse las patillas puesto que esto constituye una mitzvá, peri ¿Por qué hay diferentes largos y estilos de peyot? .
En lo que respecta al largo, existen varias posturas. Algunos sostienen que deben ir hasta debajo de la oreja, mientras que otros argumentan que no deben superar el costado de la oreja, es decir “el lugar donde se juntan el maxilar superior y el inferior”. Como ocurre con cualquier disputa halájica, es preciso consultar con un rabino cuál de las dos posturas adoptar de acuerdo a las costumbres del grupo al que se pertenece.
¿Qué tan largos deben ser?
En ciertos círculos jasídicos los hombres suelen tener la costumbre de no cortarlas nunca. Una de las fuentes que avala esta postura proviene directamente del maestro jasídico Rebe Meir de Premislán, que la transmitió a Rabi Shlomo Mordejai Schwadron (Maharasham) cuando era pequeño diciéndole: “nunca debes cortar tus peyot, y de esa forma tendrás el mérito de una vida larga”.
Sin embargo, nada indica que esta instrucción haya tenido la intención de convertirse en algo más que una simple recomendación personal. Más aún, es sabido que, por motivos cabalísticos, Rabi Itzjak Luría (Arizal) se aseguraba de recortarse las peiot con tijeras para que el cabello no se le mezclara con la barba, ya que corresponden a atributos místicos diferentes. En virtud de esto, muchos –incluyendo los Jabad-Lubavich– tienen la costumbre de recortarse las peyot.
Existen otras costumbres al respecto, como por ejemplo esconderlos detrás de las orejas o enroscarlos alrededor de estas o darles forma de bucles. Algunas de estas costumbres se basan en enseñanzas místicas, mientras que otras responden a tradiciones comunitarias.
Lo que resulta importante es mantener siempre presente la idea de que todas estas costumbres van más allá del requisito básico de dejar crecer las peyot, son costumbres o solo una cuestión estética.
Comentarios finales
A lo largo de los años, y más recientemente durante el Holocausto, las peyot han sido el centro de grandes tormentos impartidos contra los judíos, ya que son una clara señal que diferencia a nuestro pueblo. Sin embargo, en vez de avergonzarse por ello, muchos judíos literalmente dieron su vida por las peyot, manteniendo el orgullo por su judaísmo hasta el último minuto de sus vidas.
De hecho, los judíos provenientes de Yemen, en vez de llamarlas peiot se refieren a ellas como simanim, señales, ya que constituyen una señal de orgullo que nos permite mostrarle al mundo que somos judíos.