ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA

LA FASCINANTE HISTORIA DEL REY DAVID, BETSABÉ, EL REY SALOMÓN, LA REINA DE SABA Y EL ARCA DE LA ALIANZA 
Betsabé (Batsheba o Batsheba), era mujer de extraordinaria belleza, era esposa de uno de los generales del rey David, Urías el hitita, que aunque no era israelita combatía en el ejército del rey. David se enamoró de ella cuando la vio bañándose y ordenó que la llevaran al palacio, durmió con ella y quedó embarazada.
Temiendo que Betsabé fuera acusada de adulterio y castigada con la muerte como lo exigía la ley-, David recurrió a una medida desesperada: envió a Urías a las primeras filas de la batalla en la cual murió. Así, David se a apresuró a casarse con la viuda Betsabé. Este suceso causó le indignación del profeta Natán, quien lo recriminó por su pecado, y le hizo ver “que lo que había hecho desagradó a D-os”. D-os castigó le soberbia de David y el primer hijo que tuvo con Betsabé murió. David se arrepintió y fue perdonado. “El arrepentimiento de David lo redimió ante los ojos de D-os, de su pueblo y de la posteridad”.
Betsabé concibió nuevamente y nació Salomón; se convirtió en la favorita de David y en mujer influyente de su corte. 
Posteriormente, con ayuda de Natán, obtuvo de David el derecho de sucesión al trono para Salomón, quien llegaría a ser el rey más sabio del pueblo judío. Betsabé tuvo con David otros hijos, vivió largo tiempo después de la muerte de David, a edad muy avanzada, durante el reinado de su hijo Salomón.
Los autores Lionel y Patricia Fanthorpe, en su libro Los Grandes Misterios de le Biblia mencionan que el nombre de Betsabé podría no ser su nombre sino indicar el lugar de su nacimiento. Batsheva podría significar  «Hija de Saba». ¿Es posible que Salomón, el más grande de los reyes judíos tuviera sangre de Saba?
EL REINO DE SABA
El reino de Saba -patria del pueblo sabeo- se puede ubicar en tierras que hoy son Etiopía, Egipto y al sudoeste de Arabia, en lo que hoy es Yemen.
Aunque Saba no era una nación grande, los hallazgos arqueológicos demuestran que tuvo una cultura refinada, financiada en gran parte por un activo comercio que unía a África Oriental y Arabia Meridional con los mercados de Palestina y Mesopotamia. “Una leyenda judía menciona que existían fantásticas riquezas en el país de Sheba”
Los sabeos eran dueños de un importante centro comercial en el sur de Arabia, en el cruce del camino de la India hacia Egipto, Mesopotamia y Fenicia. El rey Salomón controlaba una gran parte de esta rutas. Además, bajo la guía de sus aliados fenicios y por iniciativa de Salomón, los israelitas habían armado una numerosa flota mercante en la ciudad portuaria de Asiongaber (cerca de la actual Eilat) que hacía recorridos regulares y enriquecía al reino con “oro, plata, marfil, monos y pavoreales”.
LA REINA DE SABA, también llamada Makeda (“Bilkis o Balkis”):
Makeda o la reina de Saba, comúnmente conocida, fue la gobernante del antiguo reino de Saba y según el Antiguo Testamento acudió a Israel porque le habían llegado rumores de la gran sabiduría del rey Salomón.
La historia y la arqueología han demostrado la existencia de Makeda, una reina que gobernó desde las profundidades del desierto a una civilización rica y floreciente, que se extendía desde el sur de Arabia hasta el “cuerno de África”, con un importante comercio de productos exóticos y que adoraba a los dioses del sol, la luna y las estrellas y que posteriormente adoptó el monoteísmo después de su viaje a Jerusalén. Sin duda un personaje rodeado de leyendas que ha superado la historia y que se ha convertido en mito.
La reina acudió a Jerusalén con numerosas preguntas sobre la religión y el culto que se le rendía al Dios que había florecido en las lejanas tierras de Israel. Es la historia de dos gobernantes, un hombre y una mujer, ambos fundadores de sus naciones, apreciados por cristianos, judíos y musulmanes. El relato está en la Biblia y el Corán y ha sido narrado desde entonces por los Bardos. Pero ¿realmente existió esta reina? ¿y por qué ha suscitado fascinación desde hace tanto tiempo?
La Biblia nos narra la historia de cómo la reina de Saba viaja a Jerusalén para conocer al sabio rey Salomón con quien pasó seis meses. Cuenta la Biblia que a reina llegó a Jerusalén cargada de ofrendas para el rey Salomón: oro, incienso y colmillos de marfil, también conocidos como los grandes tesoros de África.
Durante su visita, Makeda preguntó al rey sobre el Dios que adoraba. La reina, asombrada por las respuestas y la sabiduría del rey y de su Dios, decidió adoptar para su reino el monoteísmo basado en la figura del dios hebreo.
El viaje de la reina de Saba pudo tener varias razones:
a)”Supongamos que Betsabé, la madre de Salomón, realmente hubiera nacido en Saba. Era una mujer tan inteligente y culta como bella, y como es natural, le hablaba a su hijo sobre su lejana patria, y sobre su infancia allá. Salomón, que es tan inteligente y sensitivo como ella, se impresiona profundamente. Los recuerdos que atesora su madre llegan hasta el fondo de la mente del muchacho.“Años después, cuando es rey, Salomón vuelve a hablar con Betsabé sobre su antigua patria. “¿Te gustaría volver a ver a algunos de tus compatriotas, madre? Puedo invitarlos”. A su debido tiempo, la invitación real llega a la reina de Saba” (por supuesto esto es sólo una suposición del libro Lionel y Patricia Fanthorpe) 
b) Motivos comerciales. El establecimiento de un fuerte Estado israelita bajo David y Salomón amenazó el comercio de las sabeos, y es posible que la reina viajara hasta Jerusalén para asegurarse la amistad israelita. Eso explicaría también los valiosos obsequios -y como parte de éstos- el tributo de 120 talentos de Plata que la reina de Saba regaló a Salomón.
c) ”Salomón era considerado uno de los hombres más grandes y sabios que han vivido”. La reina de Saba había oído hablar de su sabiduría, su riqueza, sus ejércitos, sus embarcaciones, sus prósperos y aventureros mercaderes, su soberbio templo y su palacio real.
Volviendo a la teoría de Lionel y Patricia Fanthorpe, “Se lleva a cabo la famosa visita. La joven y atractiva reina conoce a Betsabé y a su ilustre hijo, el Rey Salomón. Como su madre era de una belleza radiante, Salomón es irresistiblemente atractivo. La vivaz reina, llena de juventud, puede ver en él la sangre de su madre, sangre de Saba, y pasa por su mente un repentino pensamiento atrevido y descabellado. ¿Brotó de este encuentro el conmovedor poema de amor conocido como El cantar de los cantares?».
La reina de Saba viajó a Jerusalén para poner a prueba a Salomón con “preguntas difíciles”. “Debió de haber viajado por tierra en caravana (unos 2000 kms o quizá hizo parte del viaje en uno de los barcos de la flota de Salomón que surcaban el Mar Rojo”. Entregó al rey tres mil novecientos sesenta kilos de oro, y gran cantidad de perfumes y piedras preciosas. Nunca llegó a Israel tal cantidad de perfumes como la que regaló la reina de Saba al rey Salomón.
También trajo mucha madera de sándalo y piedras preciosas. Con la madera de sándalo hizo el rey barandas, para el Templo y para, el palacio real” y con el sobrante se hicieron numerosos instrumentos musicales.
“Era costumbre proponer acertijos o preguntas difíciles de resolver en el mundo antiguo (Jueces 14,12-18), particularmente en las cortes de los reyes. Esto daba lugar a una especie de juego o competición que servía para poner a prueba el ingenio y demostrar los propios conocimientos. No hubo una sola pregunta de la reina a la cual Salomón no hubiera dado respuesta.
Al ver le reina de Saba la sapiencia de Salomón, y el palacio que había construido, los manjares de su mesa, los lugares que ocupaban sus oficiales, el porte y la ropa de sus criados, sus coperos, y los holocaustos que ofrecía en el templo, se quedó asombrada.
Salomón le dio “todo lo que ella deseó y pidió”. Esta frase ha dado origen a muchas interpretaciones suspicaces acerca de la relación entre la reina de Saba y el rey Salomón. Hubo quienes la consideraron como una alusión de que la reina deseaba tener un hijo del monarca sabio. “De ser así, cuando le reina de Saba descubrió que estaba encinta, salió de Jerusalén para que su hijo naciera en su propio reino (Etiopía)”.
“La creencia de que la reina de Saba tuvo un hijo de Salomón puede estar detrás de una de las leyendas más arraigadas que surgieron en turno al relato original. Según una tradición etíope, el hijo de Salomón y Saba fue Menelik o Ibn Al-Hakim, que significa «hijo de hombre sabio». De joven vivió con su padre, estudió le religión israelita y regresó a su país para fundar una dinastía. Esta versión fue certificada apenas en 1955 por los autores de la Constitución revisada de Etiopía, donde se declara que el linaje real “desciende sin interrupción de Menelik I, hijo de la reina de Etiopía, la reina de Saba, y del rey Salomón de Jerusalén”.
En Addis Abeba se conserva el Kebra Nagast o libro sagrado de los reyes, donde se recoge la historia de esta reina, como madre de Etiopía, y de todos los monarcas posteriores.  De vuelta a Etiopía, la reina dio a luz al hijo de Salomón y le puso el nombre de Menelik, que significaba hijo del sabio. Menelik se convertiría en el rey de Etiopía y en el primero de los leones de la tribu de Judá de la que descenderían todos los futuros reyes del país. Así, gracias a este monarca se construyó otra Jerusalén en África.
La leyenda etíope nos cuenta que Menelik, a su mayoría de edad, visitó al rey Salomón y le dijo que era su hijo. El monarca, que dudó del muchacho, le pidió una prueba que demostrase que era hijo suyo. El joven, le entregó un anillo de oro que Salomón le dio a su madre antes de volver a Etiopía como prueba de su amor por ella. Así pues, el monarca invitó a su hijo a quedarse en Jerusalén. 
Según las tradiciones etíopes, los Ancianos Judíos le otorgaron tantos honores y atenciones que los cortesanos y sus numerosos hermanos empezaron a estar celosos. Se quejaron con Salomón sobre la larga duración de la visita de Menelik, y le pidieron que lo enviara a casa. Salomón estuvo de acuerdo, pero de mala gana, y puso como condición que lo acompañaran varios primogénitos de las familias hebreas prominentes. 
Esta podría ser la explicación de la existencia de importantes grupos judíos en Etiopía hasta el día de hoy. 
La capital de la antigua Etiopía era la ciudad de Aksum, que floreció a partir del siglo I a.C. Recientemente se ha podido demostrar que formó parte del antiguo reino de Saba. De hecho, en el año 2008, un equipo de arqueólogos de la universidad de Hamburgo encontraron las ruinas del palacio de Makeda, donde alguna vez pudo haber estado el Arca de la Alianza.
El Corán también hace referencia a Makeda, como gran gobernanta de Saba, al sur de Arabia. Saba fue un país rico, con avanzadas técnicas de irrigación (todavía se alzan los restos de la presa de Marib, de más de un milenio antes de Cristo), floridos jardines, agricultura desarrollada (en esa época el clima era más húmedo), abundancia de incienso y especias diversas, así como oro y piedras preciosas que provenían de otros pequeños reinos cercanos. 
De ahí partió la Ruta del Incienso, a lo largo del mar Rojo, fue intermediaria comercial durante más de mil años entre el Lejano Oriente y el área mediterránea.
EL ARCA DE LA ALIANZA
Existen muchas teorías que dicen que en una pequeña capilla en Etiopía se guarda el Arca de la Alianza o el «Tabot», como se denominan en Etiopía las «Tablas de la Ley». Según la Biblia, éstas tablas de piedra contienen los Diez Mandamientos que Dios entregó a Moisés, posiblemente en torno al año 1440 antes de Cristo. 
Se les atribuyen poderes mágicos contra el mal, y otros como allanar montañas o acabar con ejércitos enteros. Sin embargo, tras la destrucción del Templo de Salomón en Jerusalén, el Arca de la Alianza desapareció sin dejar rastro y el lugar en que pudiera encontrarse sigue siendo hoy uno de los grandes enigmas de la Historia.
Casi todos los alrededor de 45 millones de cristianos ortodoxos etíopes están igualmente convencidos de que el Arca de la Alianza fue llevada hace 3,000 años por la ciudad sagrada de Aksum, en el norte del país, y desde entonces se encuentra en la iglesia de Santa María de Sión. Menelik I, hijo de la reina de Saba y el rey Salomón, fue según la leyenda el encargado de trasladar el cofre, realizado en oro y madera de acacia. Menelik fue el fundador de la dinastía salomónica de emperadores que durante tres milenios gobernó esta tierra en el Cuerno de África.
OPERACIÓN SALOMÓN 
Los Beta Israel (Beta Israel, «Casa de Israel»; –conocidos generalmente con el término falashas (en amárico «exiliados» o «extranjeros»), que puede ser considerado peyorativo– son los judíos de origen etíope.
Cerca del 80 % de ellos (más de 100 000) viven actualmente en Israel, lugar a donde comenzaron a emigrar a mediados del siglo XX gracias a la ley de retorno de 1950. Fueron reconocidos como descendientes de las tribus perdidas de Israel en 1975 (específicamente la tribu de Dan) tras la investigación realizada por el rabino sefardí Ovadia Yosef. En ese momento Israel los reconoció como judíos auténticos, decidiendo que solo debían pasar por una ligera conversión para ser aceptados como judíos en Israel.
La Operación SALOMÓN lleva ese nombre asumiendo que los judíos etíopes son descendiente directos del Rey Salomón y la Reina de Saba ode su séquito. Fue una operación militar israelí que permitió en 1991 rescatar a los judíos de Etiopía y llevarlos hacia Israel. Esta operación fue la inmigración más importante de la comunidad Beta Israel hacia su nuevo hogar nacional, mucho más grande que la Operación Moisés y la Operación Josué.
El régimen etíope de Mengistu Haile Mariam fue desestabilizado por rebeldes de Eritrea y Tigray en 1991. Varias organizaciones judías así como el Estado de Israel entonces se preocuparon por la suerte de la considerable comunidad judía de Falashas o Beta Israel que vivían en Etiopía, cuya emigración en masa fue dificultada hasta entonces por el régimen de Mariam. El debilitamiento y la disminución del poder del régimen africano presentó una prometedora oportunidad para que los Beta Israel pudieran realizar su Aliyá y así poder emigrar a Israel, según un plan ya ideado desde 1990.
En 36 horas, 34 aviones de la compañía aérea israelí El Al se relevaron para transportar a 14.325 judíos Beta Israel desde Etiopía a Israel. Esta operación registra el récord de número de pasajeros en un vuelo, con 1087 pasajeros transportados en un Boeing 747 de El Al. Los planificadores esperaron poder llenar el avión con 760 pasajeros. Debido a que los pasajeros eran muy livianos, muchos más pudieron subir a bordo. Dos bebés nacieron durante el vuelo.

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