El Serum Institute cerró en abril un acuerdo con los investigadores de Oxford. Puede fabricar 500 dosis por minuto. Los riesgos que asumió.
Mientras en el mundo la industria farmacéutica está en una carrera para dar con la vacuna contra el coronavirus, al mismo tiempo se está corriendo otra carrera en paralelo: la de garantizar la producción en escala para abastecer la enorme demanda que tendrá.
Eso es lo que está haciendo, por ejemplo, el Serum Institute en la India, un centro controlado exclusivamente por una familia india pequeña y rica, que comenzó hace años como una granja de caballos. Allí se están produciendo en masa cientos de millones de dosis de la vacuna de Oxford, que todavía está en pruebas y quizás ni siquiera funcione. Pero si lo hace, Adar Poonawalla, director ejecutivo y único hijo del fundador de la compañía, se va a convertir en el hombre más buscado del mundo.
Según cuenta en una extensa nota en The New York Times, ya hoy Poonawalla está recibiendo llamados de ministros de salud nacionales, primeros ministros y hasta jefes de estado, sin contar a esos viejos amigos de los que no había tenido noticias en años, para pedirle por favor que les asegure los primeros lotes. “Tuve que explicarles que no puedo dárselos así”, cuenta Poonawalla.
El ejecutivo indio fue muy arriesgado. Hoy, los resultados preliminares de la vacuna de Oxford son alentadores, pero ya en abril Serum Institute se asoció con los científicos de la universidad británica para producirla antes de que terminaran los ensayos clínicos.
Y de hecho, mientras la vacuna se está todavía probando en Fase 3 —los ensayos se iniciaron en Brasil y Argentina también quiere ingresar como uno de los países con voluntarios— las líneas de ensamblaje de esta compañía en India ya se están preparando para fabricar 500 dosis por minuto.
Esta pequeña empresa es en realidad un gigante en la producción de vacunas. Cada año, produce 1.500 millones de dosis, más que cualquier otra farmacéutica. Estas vacunas están destinadas principalmente para países pobres y la mitad de los niños del mundo fueron vacunados con los productos de Serum.
Según refiere The New York Times, no está claro cómo Poonawalla navegará las enormes presiones políticas que deberá sortear en estos días y en los próximos. India, con 1.300 millones de personas y muy golpeada por el coronavirus, está dirigida por un primer ministro nacionalista que ya bloqueó la exportación de medicamentos que ayudan a tratar el virus. El responsable de Serum Institute anticipó que dividirá los millones de dosis que produce en dos partes: el 50% para su país y el 50% para el resto del mundo, enfocado en los estados más pobres.
Tal como explica el diario estadounidense, producir una vacuna lleva mucho tiempo porque los cultivos vivos necesitan semanas para crecer dentro de los biorreactores y porque cada vial debe limpiarse, llenarse, taparse, sellarse y envasarse cuidadosamente, entre otras instancias de un complejo proceso. Al comenzar la producción antes de que se terminen los ensayos clínicos, las farmacéuticas garantizarían la disponibilidad rápida de las dosis una vez que las autoridades sanitarias las aprueben. Pero claro, para que esto suceda, antes la vacuna tiene que funcionar.
Poonawalla aseguró que está del 70% al 80% seguro de que esto es lo que va a pasar con la vacuna de Oxford, una de las más prometedoras. Pero también sabe el enorme riesgo que está asumiendo, ya que su empresa de gestión familiar podría perder millones de dólares si esto no ocurre. Si bien AstraZeneca es el principal socio de Oxford y ya firmó contratos con varios gobiernos por más de mil millones de dólares para producir la vacuna, permitió que el Serum Institute también la produzca. Pero, en este caso, los indios están asumiendo solos el costo de la producción.