RABI YEHUDA HANASI Y BAR KAPPARA ¿UN ALUMNO DIFERENTE?

Rabi Yehuda Hanasi, conocido como “Rabbi”, (135-217 EC) vivió en la Tierra de Israel durante la ocupación romana. Era muy rico y además muy respetado por los romanos. Fue un líder clave de la comunidad judía en esa época. Según el Talmud, descendía del rey David, de ahí el título de “Nasí”, príncipe. Fue el redactor de la Mishná, la primera obra del judaísmo rabínico que puso por escrito a la Torá Oral. Uno de sus alumnos fue Shimon Bar Kappara, quien vivió en la misma época, entre el año 180 y el 220 EC, el período comprendido entre los tanaim y los amoraim.
Las relaciones entre Bar Ḳappara y la casa de Rabbi eran tensas, lo que llevó a Bar Kappara a establecer su academia en Cesárea, al sur de la Tierra de Israel. Se cuenta que una vez mientras caminaba por la costa, vio salir del mar a un romano que se había salvado de un naufragio. Bar Kappara lo llevó a su casa, le proporcionó ropa y todo lo necesario, incluyendo dinero. Ese náufrago era el procónsul de Cesárea y pronto mostró su agradecimiento a Bar Kappara, cuando liberó a algunos judíos que fueron detenidos por participar en una perturbación política.
Bar Kappara admiraba las ciencias naturales, estudio proscrito por la mayoría de los judíos de la época, pues lo consideraban parte de la “cultura griega”. También apreciaba el amor que los griegos tenían por la belleza. Fue probablemente el único sabio de la Tierra de Israel que veía con buenos ojos la actividad literaria de los judíos de Alejandría que hablaban griego. Bar Kappara escribió comentarios sobre la Mishná, que aparecen en el Talmud y que aclaran pasajes oscuros del texto. Con ellos, los redactores de la Tosefta pudieron tomar mejores decisiones halájicas.
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La agadah cuenta que, en una ocasión, “Rabbi” organizó un banquete de bodas para su hijo, donde invitó a todos los sabios, menos a Bar Kappara. Bar Kappara fue y escribió en la puerta: “El fin de toda alegría es la muerte, así que ¿qué se gana con alegrarse?” Rabbi preguntó quién lo había escrito y le dijeron que había sido Bar Kappara, al que no había invitado al banquete. Rabbi decidió hacer otro banquete y esta vez invitó a todos los sabios, incluyendo a Bar Kappara. 
Durante el banquete, Rabbi notó que los invitados no tocaban la comida. Rabbi preguntó a sus sirvientes porque sus invitados no comían y ellos le contestaron: cada vez que llevamos un platillo, hay un viejo que cuenta trescientas fábulas y los invitados, por escucharlas, dejan que se enfríe la comida y no la tocan. Rabbi, molesto, le preguntó a Bar Kappara porqué hacía eso. Bar Kappara le contesta: “para que no digas que vine por tu comida; yo vine por estar con mis colegas”. El Midrash cuenta que finalmente Rabbi y Bar Kappara hicieron las paces.
Pero con todo, Rabbi no le concedió el título de rabino a su alumno.Rabbi dijo: “Mucho he aprendido de mis maestros, más de mis colegas, pero mucho más de mis alumnos.” Bar Kappara fue sin duda un alumno diferente. La pregunta queda: ¿Qué tanto aprendió uno del otro?

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