La creación de los Estados Unidos de América representó un evento único en la historia mundial: fundada como una república moderna, tenía sus raíces en la Biblia y uno de sus primeros dogmas fue la tolerancia religiosa. La razón de esto era que muchos de los primeros peregrinos que se asentaron en la ‘Nueva Inglaterra’ de América a principios del siglo XVII eran refugiados puritanos que escapaban de persecuciones religiosas de Europa.
Esos puritanos veían su migración de Inglaterra como una nueva interpretación del Éxodo judío de Egipto. Para ellos, Inglaterra era su Egipto, el rey era el faraôn, el Océano Atlántico el Mar de los Juncos, Estados Unidos la Tierra de Israel y los indios eran los antiguos cananitas. Ellos eran los “nuevos israelitas”, que entraban a un nuevo pacto con Dios en una nueva Tierra Prometida.
El Día de Acción de Gracias (celebrado por primera vez en 1621, un año después de que llegara el barco Mayflower) fue concebido inicialmente como un día paralelo al día judío de la expiación: Iom Kipur. Iba a ser un día de ayuno, introspección y plegaria.
Ninguna comunidad cristiana de la historia se identificó más con el Pueblo del Libro que los primeros colonos de la Bahía de Massachusetts, quienes creían que sus propias vidas eran una recreación del drama bíblico de la nación hebrea… esos inmigrantes puritanos dramatizaron su situación, considerándose el remanente recto de una Iglesia que había sido corrompida por la ‘aflicción babilonia’, y se veían a sí mismos como instrumentos de la Providencia Divina, un pueblo elegido para construir su nueva patria basada en el pacto del Monte Sinaí.
Anteriormente, durante la Revolución Puritana de Inglaterra (1642-1648), algunos extremistas puritanos habían intentado incluso reemplazar la ley inglesa por las leyes del Viejo Testamento, pero no se les permitió hacerlo. En América, sin embargo, había mucha más libertad para experimentar con el uso de la ley bíblica en los códigos legales de las colonias, y fue exactamente lo que los colonos hicieron.
La primera legislación de las colonias de Nueva Inglaterra estuvo determinada en su totalidad por la Biblia. En la primera asamblea de New Haven en 1639, John Davenport declaró claramente la primacía de la Biblia como la base legal y moral de la colonia:“Las Escrituras proveen un reglamento perfecto para la dirección y el gobierno de todos los hombres en todas las actividades que desarrollarán para Dios y para los hombres, tanto en el gobierno de familias y de la nación, como en temas de la Iglesia… la palabra de Dios será la única regla a respetar en la organización de los asuntos del gobierno en este asentamiento”.
Posteriormente, los legisladores de New Haven adoptaron un código legal —el Código de 1655—, el cual contenía unos 79 estatutos de los cuales la mitad contenían referencias bíblicas, prácticamente todas de la Biblia Hebrea. La Colonia de Plymouth también tuvo un código de leyes similar, así como también la asamblea de Massachusetts, la cual adoptó en 1641 las llamadas “Capitall Laws of New England”, las cuales estaban basadas casi exclusivamente en la ley de Moshé.
Obviamente sin una Tradición Oral judía, la cual ayuda a los judíos a entender la Biblia, los puritanos quedaron abandonados a su suerte y tendieron hacia la interpretación literal. Esto llevó en algunos casos a una observancia más estricta y fundamentalista que la del judaísmo.
La influencia judía en la educación
La Biblia Hebrea también tuvo un rol central en la fundación de las diferentes instituciones educativas incluyendo Harvard, Yale, William and Mary, Rutgers, Princeton, Brown, Kings College (conocido posteriormente como Columbia), Johns Hopkins, Dartmouth, etc.Muchas de estas universidades incluso adoptaron alguna palabra o frase hebrea en su emblema o sello oficial. Debajo de la pancarta que contiene el latín Lux et Veritas, el sello de Yale muestra un libro abierto con el texto hebreo urim vetumim, que era una parte del pectoral de Sumo Sacerdote en los días del Templo. El sello de la Universidad de Columbia tiene el nombre hebreo de Dios en la parte superior del centro, con el nombre hebreo de uno de los ángeles en una pancarta en la parte central. Dartmouth usa las palabras hebreas que significan Dios Todopoderoso en un triángulo en la parte central superior de su sello.
El hebreo era tan popular a finales del siglo XVI y principios del XVII, que muchos estudiantes de Yale comenzaban sus discursos en hebreo. Harvard, Yale, Columbia, Brown, Princeton, Johns Hopkins y la Universidad de Pennsylvania enseñaban cursos en hebreo, algo aún más destacable dado que ninguna universidad inglesa de la época lo hacía (en Estados Unidos, el estudio de la Biblia y el hebreo eran cursos obligatorios en casi todas esas universidades, y los estudiantes podían elegir comenzar sus discursos en hebreo, latín o griego).
Una buena parte de la población, incluyendo una cantidad importante de los Padres Fundadores de Estados Unidos, fue producto de esas universidades. Por ejemplo, Thomas Jefferson asistió a William and Mary, James Madison a Princeton, Alexander Hamilton al King’s College (Columbia). Por lo tanto, podemos estar seguros de que una mayoría de estos líderes políticos no sólo estaban bien familiarizados con el contenido tanto del Viejo como del Nuevo testamento, sino que también tenían un hebreo funcional.
En la época de la Revolución de los Estados Unidos, el interés en el conocimiento de hebreo era tan amplio que permitió la circulación de la historia de que “ciertos miembros del Congreso propusieron que el inglés esté formalmente prohibido en los Estados Unidos y que fuese sustituido por el hebreo”.
Simbolismo judío en Estados Unidos
La educación bíblica moldeó la actitud de los fundadores de Estados Unidos no sólo en religión y ética, sino que también en política. Vemos varios casos en que adoptaron los fundamentos bíblicos de los puritanos por razones políticas. Por ejemplo, la lucha de los antiguos hebreos contra el malvado faraón llegó a encarnar la batalla de los colonos contra la tiranía británica. Pueden encontrarse muchos ejemplos que ilustran con claridad hasta qué extremo las luchas políticas de las colonias eran identificadas con los antiguos hebreos.
El primer diseño del sello oficial de Estados Unidos, recomendado por Benjamin Franklin, John Adams y Thomas Jefferson en 1776, muestra a los judíos cruzando el Mar de los Juncos. El lema alrededor del sello era: “La resistencia a los tiranos es la obediencia a Dios”.
La inscripción en la Campana de la Libertad en el Salón de la Independencia de Philadelphia es una cita textual de Levítico (25:10): “Proclama la libertad en la tierra para todos sus habitantes”.
Los discursos patriotas y las publicaciones durante el período de la lucha por la independencia estuvieron frecuentemente imbuidos con lemas y citas bíblicas. Incluso la estructura misma de Estados Unidos refleja con claridad la influencia de la Biblia y el poder de ideas judías en la formación del desarrollo político del país. Sobre todo, esto se puede apreciar en las oraciones de apertura de la Declaración de la Independencia: “Sostenemos que estas verdades son obvias, que todos los hombres son creados iguales, que reciben de su Creador ciertos derechos inalienables, que entre ellos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.
Y si bien estas palabras sin duda hacen eco de las ideas de la Ilustración, la idea de que esos derechos vienen de Dios tiene un origen bíblico.
Este y otros documentos de los comienzos de Estados Unidos dejan en claro que la idea de un estándar divino de moralidad es un pilar central de la democracia estadounidense. El lema “En Dios confiamos” apareció en la moneda estadounidense en 1864, y un Acta del Congreso de 1956 (aprobada principalmente como una fuerza opositora al comunismo ateo) lo convirtió en el lema oficial de Estados Unidos.