La Fundacion Wallenberg honrara su memoria mediante la emisión de un sello postal conmemorativo
El Dr. Eduardo Martínez Alonso (apodado Lalo) nació en Vigo en 1903. Hijo de padre uruguayo y madre cubana, ambos descendientes de gallegos. En 1912 se instaló con su familia en Glasgow y más adelante se trasladó a Liverpool, de cuya universidad se graduó de médico.
Poco tiempo después, se radicó en Madrid y comenzó a trabajar en el hospital de la Cruz Roja. Con el pasar de los años se convirtió en un médico reconocido. Estableció su propio consultorio y fue médico de las embajadas de Estados Unidos y del Reino Unido.
Alrededor de seis décadas más tarde, su única hija, Patricia Martínez de Vicente, descubrió gracias a los relatos de su madre que durante los oscuros días de la Segunda Guerra Mundial su padre había sido agente secreto del servicio de inteligencia británico (MI6), y que en dicha capacidad había salvado a miles de perseguidos por el nazismo.
Patricia plasmó dicho descubrimiento en su libro “Embassy y la Inteligencia de Mambrú”.
“Embassy” era el nombre de un emblemático salón de té en Madrid, propiedad de la irlandesa Margarita Taylor, situado en el Paseo de la Castellana, cerca de las sedes de muchas embajadas. El establecimiento era el lugar de cita de la alta sociedad y de agentes del MI6 que actuaban bajo el amparo de la neutralidad española. El doctor Martínez Alonso era uno de ellos y desde ese salón coordinó numerosas operaciones de rescates humanitarios clandestinos que resultaron en el salvataje de miles de condenados a muerte por Adolf Hitler, incluyendo judíos, polacos, checos y apátridas que atravesaban el territorio español rumbo a Portugal y Gibraltar.
“Este libro pretende recuperar la memoria de un padre que hizo una labor humanitaria sin contar nada y una documentación para futuras investigaciones”, dijo Patricia. Según ella: “Mi padre se avergonzaba tanto de su generación que a nadie reveló lo que había hecho”.
Como médico de la embajada del Reino Unido, Lalo visitaba un campo de concentración en Miranda de Ebro, donde se recluían los indocumentados allí encarcelados, muchos de ellos judíos que atravesaban ilegalmente la frontera francesa. El doctor Martínez se los llevaba a Madrid bajo el pretexto de que requerían internación hospitalaria, y allí los alojaba en casas del grupo y luego los trasladaba a la finca de su familia en Pontevedra.
La mayoría de los perseguidos seguían su ruta clandestina sin dejar rastro, cruzando la frontera hacia la vecina Portugal, a través del río Miño. Desde Portugal, los refugiados se desplazaban al Reino Unido mientras que Lalo certificaba que habían muerto.
En 1942, alertado de que la Gestapo sospechaba de su actividad clandestina, Eduardo huyó al Reino Unido, en plena luna de miel. Allí continuó colaborando con el Ministerio de Guerra britÁnico, enviando insumos mÉdicos a su país natal.
En 1947, en reconocimiento a su rol durante la guerra, Lalo fue condecorado con la Medalla al Valor (King George) y en 1958 fue nombrado Miembro de los Caballeros de la Cruz de Oro del Mérito por el gobierno polaco.
En 2010, el doctor Mordejai Kremer, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, junto con Patricia Vicente, presentaron a Yad Vashem una petición para que Eduardo sea reconocido como Justo entre las Naciones, trámite aun pendiente.
Las ciudades de Madrid y de Vigo tienen planeado nombrar calles a nombre de Martínez Alonso, mientras que la Federación de Comunidades Judías de España lo nombró “benefactor de los judíos que se salvaron durante el Holocausto”.
Después de la guerra, Lalo volvió a Madrid, donde prosiguió su labor como médico de la Cruz Roja hasta su fallecimiento en 1972.
La Federación de Comunidades Judías de España se suma y apoya la iniciativa de la Asociación Gallega de Amistad con Israel (AGAI) de solicitar una calle para el doctor Eduardo Martínez Alonso.
Se mencionó que su hija se enteró de la hazaña de su padre muchos años después de ocurrida. Efectivamente, en 1986, mientras se desmantelaba del departamento madrileño en el que la familia había residido más de cuarenta años, Patricia encontró por casualidad un diario personal de su padre, titulado “1942”, escrito en inglés. A partir de allí, ella reconstruyó la participación de su padre en la organización de la evacuación de miles de refugiados hacia Portugal y Gibraltar. La información contenida en el diario le reveló que su padre era un agente de inteligencia británico, bajo el nombre de código 055.
Su madre se mostró reticente a confirmar sus sospechas pero con la ayuda de archivos británicos y españoles, Patricia logró reconstruir la historia de su padre, descubriendo que Lalo fue uno de los principales organizadores de las redes de evasión humanitaria, bajo la supervisión del MI6, y fue el mismo quien ideó la ruta de evacuación clandestina a Portugal desde el campo de Miranda de Ebro.
Según Patricia Martínez, su padre y su grupo de colaboradores habrían salvado alrededor de 30.000 vidas.
Martínez Alonso fue un salvador de perfil singular. Su historia debe seguir siendo estudiada y pregonada.
La Fundación Wallenberg ha resuelto homenajear a este héroe mediante la emisión de un sello postal conmemorativo a su persona que será tramitado ante la Autoridad Filatelica del Estado de Israel.
Baruj Tenembaum Infobae
La Fundacion Wallenberg honrara su memoria mediante la emisión de un sello postal conmemorativo
El Dr. Eduardo Martínez Alonso (apodado Lalo) nació en Vigo en 1903. Hijo de padre uruguayo y madre cubana, ambos descendientes de gallegos. En 1912 se instaló con su familia en Glasgow y más adelante se trasladó a Liverpool, de cuya universidad se graduó de médico.
Poco tiempo después, se radicó en Madrid y comenzó a trabajar en el hospital de la Cruz Roja. Con el pasar de los años se convirtió en un médico reconocido. Estableció su propio consultorio y fue médico de las embajadas de Estados Unidos y del Reino Unido.
Alrededor de seis décadas más tarde, su única hija, Patricia Martínez de Vicente, descubrió gracias a los relatos de su madre que durante los oscuros días de la Segunda Guerra Mundial su padre había sido agente secreto del servicio de inteligencia británico (MI6), y que en dicha capacidad había salvado a miles de perseguidos por el nazismo.
Patricia plasmó dicho descubrimiento en su libro “Embassy y la Inteligencia de Mambrú”.
“Embassy” era el nombre de un emblemático salón de té en Madrid, propiedad de la irlandesa Margarita Taylor, situado en el Paseo de la Castellana, cerca de las sedes de muchas embajadas. El establecimiento era el lugar de cita de la alta sociedad y de agentes del MI6 que actuaban bajo el amparo de la neutralidad española. El doctor Martínez Alonso era uno de ellos y desde ese salón coordinó numerosas operaciones de rescates humanitarios clandestinos que resultaron en el salvataje de miles de condenados a muerte por Adolf Hitler, incluyendo judíos, polacos, checos y apátridas que atravesaban el territorio español rumbo a Portugal y Gibraltar.
“Este libro pretende recuperar la memoria de un padre que hizo una labor humanitaria sin contar nada y una documentación para futuras investigaciones”, dijo Patricia. Según ella: “Mi padre se avergonzaba tanto de su generación que a nadie reveló lo que había hecho”.
Como médico de la embajada del Reino Unido, Lalo visitaba un campo de concentración en Miranda de Ebro, donde se recluían los indocumentados allí encarcelados, muchos de ellos judíos que atravesaban ilegalmente la frontera francesa. El doctor Martínez se los llevaba a Madrid bajo el pretexto de que requerían internación hospitalaria, y allí los alojaba en casas del grupo y luego los trasladaba a la finca de su familia en Pontevedra.
La mayoría de los perseguidos seguían su ruta clandestina sin dejar rastro, cruzando la frontera hacia la vecina Portugal, a través del río Miño. Desde Portugal, los refugiados se desplazaban al Reino Unido mientras que Lalo certificaba que habían muerto.
En 1942, alertado de que la Gestapo sospechaba de su actividad clandestina, Eduardo huyó al Reino Unido, en plena luna de miel. Allí continuó colaborando con el Ministerio de Guerra britÁnico, enviando insumos mÉdicos a su país natal.
En 1947, en reconocimiento a su rol durante la guerra, Lalo fue condecorado con la Medalla al Valor (King George) y en 1958 fue nombrado Miembro de los Caballeros de la Cruz de Oro del Mérito por el gobierno polaco.
En 2010, el doctor Mordejai Kremer, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, junto con Patricia Vicente, presentaron a Yad Vashem una petición para que Eduardo sea reconocido como Justo entre las Naciones, trámite aun pendiente.
Las ciudades de Madrid y de Vigo tienen planeado nombrar calles a nombre de Martínez Alonso, mientras que la Federación de Comunidades Judías de España lo nombró “benefactor de los judíos que se salvaron durante el Holocausto”.
Después de la guerra, Lalo volvió a Madrid, donde prosiguió su labor como médico de la Cruz Roja hasta su fallecimiento en 1972.
La Federación de Comunidades Judías de España se suma y apoya la iniciativa de la Asociación Gallega de Amistad con Israel (AGAI) de solicitar una calle para el doctor Eduardo Martínez Alonso.
Se mencionó que su hija se enteró de la hazaña de su padre muchos años después de ocurrida. Efectivamente, en 1986, mientras se desmantelaba del departamento madrileño en el que la familia había residido más de cuarenta años, Patricia encontró por casualidad un diario personal de su padre, titulado “1942”, escrito en inglés. A partir de allí, ella reconstruyó la participación de su padre en la organización de la evacuación de miles de refugiados hacia Portugal y Gibraltar. La información contenida en el diario le reveló que su padre era un agente de inteligencia británico, bajo el nombre de código 055.
Su madre se mostró reticente a confirmar sus sospechas pero con la ayuda de archivos británicos y españoles, Patricia logró reconstruir la historia de su padre, descubriendo que Lalo fue uno de los principales organizadores de las redes de evasión humanitaria, bajo la supervisión del MI6, y fue el mismo quien ideó la ruta de evacuación clandestina a Portugal desde el campo de Miranda de Ebro.
Según Patricia Martínez, su padre y su grupo de colaboradores habrían salvado alrededor de 30.000 vidas.
Martínez Alonso fue un salvador de perfil singular. Su historia debe seguir siendo estudiada y pregonada.
La Fundación Wallenberg ha resuelto homenajear a este héroe mediante la emisión de un sello postal conmemorativo a su persona que será tramitado ante la Autoridad Filatelica del Estado de Israel.
Baruj Tenembaum Infobae
La Fundacion Wallenberg honrara su memoria mediante la emisión de un sello postal conmemorativo
El Dr. Eduardo Martínez Alonso (apodado Lalo) nació en Vigo en 1903. Hijo de padre uruguayo y madre cubana, ambos descendientes de gallegos. En 1912 se instaló con su familia en Glasgow y más adelante se trasladó a Liverpool, de cuya universidad se graduó de médico.
Poco tiempo después, se radicó en Madrid y comenzó a trabajar en el hospital de la Cruz Roja. Con el pasar de los años se convirtió en un médico reconocido. Estableció su propio consultorio y fue médico de las embajadas de Estados Unidos y del Reino Unido.
Alrededor de seis décadas más tarde, su única hija, Patricia Martínez de Vicente, descubrió gracias a los relatos de su madre que durante los oscuros días de la Segunda Guerra Mundial su padre había sido agente secreto del servicio de inteligencia británico (MI6), y que en dicha capacidad había salvado a miles de perseguidos por el nazismo.
Patricia plasmó dicho descubrimiento en su libro “Embassy y la Inteligencia de Mambrú”.
“Embassy” era el nombre de un emblemático salón de té en Madrid, propiedad de la irlandesa Margarita Taylor, situado en el Paseo de la Castellana, cerca de las sedes de muchas embajadas. El establecimiento era el lugar de cita de la alta sociedad y de agentes del MI6 que actuaban bajo el amparo de la neutralidad española. El doctor Martínez Alonso era uno de ellos y desde ese salón coordinó numerosas operaciones de rescates humanitarios clandestinos que resultaron en el salvataje de miles de condenados a muerte por Adolf Hitler, incluyendo judíos, polacos, checos y apátridas que atravesaban el territorio español rumbo a Portugal y Gibraltar.
“Este libro pretende recuperar la memoria de un padre que hizo una labor humanitaria sin contar nada y una documentación para futuras investigaciones”, dijo Patricia. Según ella: “Mi padre se avergonzaba tanto de su generación que a nadie reveló lo que había hecho”.
Como médico de la embajada del Reino Unido, Lalo visitaba un campo de concentración en Miranda de Ebro, donde se recluían los indocumentados allí encarcelados, muchos de ellos judíos que atravesaban ilegalmente la frontera francesa. El doctor Martínez se los llevaba a Madrid bajo el pretexto de que requerían internación hospitalaria, y allí los alojaba en casas del grupo y luego los trasladaba a la finca de su familia en Pontevedra.
La mayoría de los perseguidos seguían su ruta clandestina sin dejar rastro, cruzando la frontera hacia la vecina Portugal, a través del río Miño. Desde Portugal, los refugiados se desplazaban al Reino Unido mientras que Lalo certificaba que habían muerto.
En 1942, alertado de que la Gestapo sospechaba de su actividad clandestina, Eduardo huyó al Reino Unido, en plena luna de miel. Allí continuó colaborando con el Ministerio de Guerra britÁnico, enviando insumos mÉdicos a su país natal.
En 1947, en reconocimiento a su rol durante la guerra, Lalo fue condecorado con la Medalla al Valor (King George) y en 1958 fue nombrado Miembro de los Caballeros de la Cruz de Oro del Mérito por el gobierno polaco.
En 2010, el doctor Mordejai Kremer, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, junto con Patricia Vicente, presentaron a Yad Vashem una petición para que Eduardo sea reconocido como Justo entre las Naciones, trámite aun pendiente.
Las ciudades de Madrid y de Vigo tienen planeado nombrar calles a nombre de Martínez Alonso, mientras que la Federación de Comunidades Judías de España lo nombró “benefactor de los judíos que se salvaron durante el Holocausto”.
Después de la guerra, Lalo volvió a Madrid, donde prosiguió su labor como médico de la Cruz Roja hasta su fallecimiento en 1972.
La Federación de Comunidades Judías de España se suma y apoya la iniciativa de la Asociación Gallega de Amistad con Israel (AGAI) de solicitar una calle para el doctor Eduardo Martínez Alonso.
Se mencionó que su hija se enteró de la hazaña de su padre muchos años después de ocurrida. Efectivamente, en 1986, mientras se desmantelaba del departamento madrileño en el que la familia había residido más de cuarenta años, Patricia encontró por casualidad un diario personal de su padre, titulado “1942”, escrito en inglés. A partir de allí, ella reconstruyó la participación de su padre en la organización de la evacuación de miles de refugiados hacia Portugal y Gibraltar. La información contenida en el diario le reveló que su padre era un agente de inteligencia británico, bajo el nombre de código 055.
Su madre se mostró reticente a confirmar sus sospechas pero con la ayuda de archivos británicos y españoles, Patricia logró reconstruir la historia de su padre, descubriendo que Lalo fue uno de los principales organizadores de las redes de evasión humanitaria, bajo la supervisión del MI6, y fue el mismo quien ideó la ruta de evacuación clandestina a Portugal desde el campo de Miranda de Ebro.
Según Patricia Martínez, su padre y su grupo de colaboradores habrían salvado alrededor de 30.000 vidas.
Martínez Alonso fue un salvador de perfil singular. Su historia debe seguir siendo estudiada y pregonada.
La Fundación Wallenberg ha resuelto homenajear a este héroe mediante la emisión de un sello postal conmemorativo a su persona que será tramitado ante la Autoridad Filatelica del Estado de Israel.
Baruj Tenembaum Infobae