Decenas de cables de la embajada estadounidense en Buenos Aires para Washington DC aluden al problema social en distintas formas. Si se consideran únicamente 15 telegramas que se restringen al tema, surge una imagen perturbadora, desde los centros clandestinos de detención hasta la televisión, desde las bombas hasta la literatura nazi. Las comunicaciones de la embajada estadounidense en Buenos Aires revelan preocupación por el antisemitismo en los años de la última dictadura.
Las comunicaciones de la embajada estadounidense en Buenos Aires revelan preocupación por el antisemitismo en los años de la última dictadura.
Entre los documentos desclasificados
Algunos de los documentos se ocupan del uso antisemita que se podría hacer del Caso Graiver y otros del factor antijudío en el secuestro de Jacobo Timerman; otros más reseñan el análisis de los diplomáticos israelíes sobre el peso de antisemitismo en el gobierno de facto o recogen las opiniones del rabino Marshall Meyer sobre ese y otros temas.
Y alrededor de unos 15 tratan el tema exclusivamente,
Un telegrama del 1º de septiembre de 1976 informó que el embajador en Buenos Aires, Robert Hill, se entrevistó en Estados Unidos con Morton Rosenthal, director de la oficina latinoamericana
El rabino Rosenthal habló sobre los casos de «sinagogas que habían sido bombardeadas y comercios [propiedad de individuos] judíos que habían sido baleados», además de «una enorme cantidad de literatura antisemita». Hill se comprometió a ocuparse del tema apenas regresara a la Argentina, y también «a consultar con el embajador israelí y con otros embajadores occidentales sobre el recrudecimiento
Uno de los documentos desclasificados
Uno de los documentos desclasificados
Según el documento, también David Geller, del Comité Judío Estadounidense (AJC), había presentado las mismas preocupaciones a funcionarios del Departamento de Estado. El texto cierra pidiendo que se averigüe la posición oficial de la Casa Rosada ante «el terrorismo contra los judíos», ya que «si no se toman medidas para reducir el antisemitismo argentino», eso podría generar «importantes críticas adicionales» al presidente de facto Jorge Videla.
La pregunta tiene particular sentido en la coyuntura: era el comienzo de la dictadura y las instituciones judías locales no habían denunciado una política antisemita específicamente
Con el paso del tiempo —como registra el informe— la percepción se modificó: «Pero la comunidad judeo-argentina
Lo informaría, en su momento, el embajador que sucedió a Hill, Raúl H. Castro: «Las fuentes judías nos dicen —y nos inclinamos a creerles— que algunos judíos detenidos por razones de seguridad son sujetos a un trato más duro que los no judíos, debido al antisemitismo tradicional entre ciertos elementos policiales y de seguridad».
Uno de los cables se refirió a un presunto Frente Nacional-Social
Otro cable de agosto de 1976 detalló la denuncia del rabino Rosenthal: «En el mes de agosto se vio un aumento considerable del acoso anti-judío. El 1 de agosto se descubrió una bomba en un templo de la comunidad judía en Buenos Aires, pero la policía la sacó antes de que causara daño. El 4 de agosto una cooperativa de crédito judía y una cantidad de comercios de propietarios judíos fueron rociados con fuego de ametralladoras desde un auto en movimiento. Una bomba explotó en un instituto cultural judío el 24 de agosto y dos sinagogas y un comercio fueron atacados el 27 de agosto». El mensaje cierra con el último acontecimiento:
La enumeración fue el contexto que el documento de la embajada en Buenos Aires ofreció para su tema central: «Un grupo, que se autodenomina Frente Nacional-Social
La embajada de los EEUU quería clarificar si el antisemitismo en Argentina era un fenómeno sociocultural o una política de estado. (AP/
La embajada de los EEUU quería clarificar si el antisemitismo en Argentina era un fenómeno sociocultural o una política de estado. (AP/
Un peligro «todavía» no demasiado grave
Sin darle mayor importancia a la banda nazi, el cable recordó que era la misma que «aparentemente se declaró responsable del ataque a un centro de mujeres judías hace un año». La desestimación se fundó en parte en que la embajada consultó a autoridades de la comunidad judía internacional y de la embajada israelí local, quienes habían coincidido en que los incidentes «todavía no constituyen una amenaza grave».
Sin embargo, una semana más tarde los ataques habían continuado y la DAIA había publicado una declaración, «la más fuerte hasta el momento», según el nuevo telegrama, «en repudio de lo que llamó ‘una campaña delictiva repetida y sistemática de antisemitismo».
Según una comunicación de Maxwell Chaplin, las felicitaciones de Jorge Videla al entonces nombrado embajador argentino en Israel no tranquilizaron a una comunidad acosada.
Según una comunicación de Maxwell Chaplin, las felicitaciones de Jorge Videla al entonces nombrado embajador argentino en Israel no tranquilizaron a una comunidad acosada.
El texto habla también del nombramiento del nuevo embajador argentino ante Israel, Enrique Ros, y menciona que la felicitación oficial de Videla al diplomático «no fue vista como particularmente
Días más tarde, cuando se habían producido otros atentados con bombas en la Sociedad Hebraica y el Banco de Israel, ambos en Córdoba, Hill volvió a mencionar la cuestión. Anunció también el cierre de una imprenta antisemita el 13 de septiembre, «Editorial Milicia» y la prohibición de «ocho de sus más recientes publicaciones antisemitas». El documento describió el sello como «responsable de producir la mayoría de las publicaciones pro-nazis, antisemitas que han proliferado en Argentina en los meses recientes».
Otro de los cables reseña el cierre de una editorial antisemita y ocho de sus publicaciones pro nazis.
Otro de los cables reseña el cierre de una editorial antisemita y ocho de sus publicaciones pro nazis.
El «sentimiento» antisemita
Una de las cuestiones que analizan varios cables es la naturaleza generalizada del antisemitismo. El problema no era un grupo en particular, o una política de Estado, sino algo más inasible y ubicuo. Explicó el embajador Hill en enero de 1977:
«El sentimiento antisemita existe en varios grados dentro de las fuerzas de seguridad y la población general también; los agrupamientos son fluidos y en el pasado han llevado una gran cantidad de nombres, de los cuales el Frente Nacionalista Socialista es solo uno. (La Triple A es otro ejemplo de un grupo impreciso de extremistas de derecha que operan de manera separada, aparentemente en conexión con las fuerzas de seguridad cuando es necesario, pero sin organización central, jerarquía o liderazgo.)»
Un extenso telegrama de seis páginas se dedicó a explicar a Washington DC la entrevista antisemita que hizo un reconocido periodista argentino de televisión.
Un extenso telegrama de seis páginas se dedicó a explicar a Washington DC la entrevista antisemita que hizo un reconocido periodista argentino de televisión.
Varios cables describen ese «sentimiento» como «un antisemitismo al estilo del siglo XIX», un «antisemitismo pandémico del siglo XIX», que cada tanto ayudaba a «alimentar una variedad más viciosa y violenta» de odio. Se trata de una matriz cultural que se vuelve visible en episodios como la entrevista de Enrique Llamas de Madariaga al ingeniero Jaime Rozenblum, el 27 de octubre de 1980, a la que la embajada estadounidense en Buenos Aires dedicó un cable de seis páginas.
«Ostensiblement
El cable, además de describir el interrogatorio de Enrique Llamas de Madariaga, da contexto sobre la historia del antisemitismo en la Argentina.
El cable, además de describir el interrogatorio de Enrique Llamas de Madariaga, da contexto sobre la historia del antisemitismo en la Argentina.
El cable ofreció «una muestra de la línea de preguntas de Llamas», que incluyó: «Si los judíos han sido perseguidos durante 4.000 años, debe haber una razón, ¿no cree?; ¿Por qué la gente dice que los judíos son avaros?; ¿Por qué no hay judíos pobres?; ¿Por qué los judíos se emocionan más por Israel que por Tucumán?».
También citó que entre la «limitada reacción de la prensa» se destacaba la columna del rabino Marshall Meyer, quien escribió en The Buenos Aires Herald: «El hecho que de semejante serie de preguntas se le pueda realizar a un judío argentino en un canal de televisión propiedad del gobierno y en hora pico debería ser suficiente para llenar de horror los corazones no sólo de cualquier judío sino de cualquier argentino de mente abierta que ame la libertad y quiera ver una democracia pluralista en el futuro».
Por la misma época en que Montoneros voló la casa de Guillermo Walter Klein, secretario de Programación y Coordinación Económica del ministro José Martínez de Hoz, hubo un atentado contra una yeshivá en Buenos Aires. Un cable para el Departamento de Estado mostró que en el momento se generó cierta confusión entre el atentado en el que nada sucedió a la familia Klein, pero murieron dos custodios, y el ataque antisemita.
El telegrama, con el asunto «Explosión de bomba en escuela rabínica», dijo que se sabía poco sobre el asunto, pero que «algunos miembros de la comunidad judía», preocupados por la posibilidad de «una nueva campaña de atentados antisemitas», se manifestaban también «inclinados a aceptar los rumores de que el atentado contra el seminario fue realizado por el mismo grupo que atacó a Walter Klein y su familia».
Los documentos muestran que el Departamento de Estado no creyó, como la dirigencia de la comunidad judía, que la bomba contra Klein tuviera el mismo origen que las antisemitas.
Los documentos muestran que el Departamento de Estado no creyó, como la dirigencia de la comunidad judía, que la bomba contra Klein tuviera el mismo origen que las antisemitas.
La embajada, sin embargo, tenía otra fuente, «un antiguo observador, equilibrado y bien informado, de Argentina y sus problemas», que ofreció una perspectiva diferente: «Él duda seriamente que la bomba contra Klein y el ataque al seminario hayan sido realizados por las mismas personas». El embajador Castro desarrolló que su fuente suponía que la yeshivá había sido atacada por «individuos que querían hacer una protesta anti judía por la liberación de Timerman», y recordó que «esta clase de acciones anti-judías han estropeado la vida argentina durante muchos años, y que fueron muy intensas en el pasado reciente».
Nada agregó el cable sobre la perspectiva del observador sobre la acción de Montoneros.
El antisemitismo como pieza en el juego político
En 1980 continuaban las amenazas y las bombas contra instituciones de la comunidad judía: un cable del 15 de agosto menciona tres bombas en escuelas (dos explotaron sin causar víctimas) y un promedio de una amenaza telefónica al día en los colegios de Buenos Aires, que la DAIA prefirió no hacer públicas para evitar un efecto de contagio.
Un tema recurrente en los cables de los diplomáticos son las internas en el poder militar, y también aparecen en relación a los atentados antisemitas.
Un tema recurrente en los cables de los diplomáticos son las internas en el poder militar, y también aparecen en relación a los atentados antisemitas.
«El liderazgo de la DAIA tiene dos hipótesis para explicar este aluvión de antisemitismo»,
«Diferencia de enfoque»
En junio de 1976, mientras visitaba Buenos Aires, el entonces secretario de Estado, Henry Kissinger, se reunió con Nehemías Resnizky, presidente de la DAIA, que nuclea a las organizaciones judías del país. «Resnizky dijo que, durante el gobierno terminado de la Sra. Perón hubo manifestaciones
Durante su visita de octubre de 1976, Henry Kissinger, secretario de Estado, habló con el entonces presidente de la DAIA, Nehemías Resnizky.
Durante su visita de octubre de 1976, Henry Kissinger, secretario de Estado, habló con el entonces presidente de la DAIA, Nehemías Resnizky.
«Luego de que el actual régimen militar asumiera en marzo de 1976, existió temor en la comunidad judía de que el escándalo de Graiver degenerase en una ola generalizada de antisemitismo contra la comunidad en su conjunto». El presidente de la DAIA, según el documento, dio crédito por eso al apoyo de los Estados Unidos y de Israel. No obstante, reconoció que en el país existían «elementos de antisemitismo que se originan en el catecismo de las escuelas católicas y las tradiciones militares», pero que la dictadura no tenía una política oficial antisemita.
Esa perspectiva resultó ser polémica en los años que siguieron; no obstante, Resnizky —que en 1977 sufrió la desaparición de uno de sus hijos, Marcos, quien logró sobrevivir— fue reelegido al frente de la DAIA por el periodo 1978-1980. Debido a esas controversias se alejó de su amigo Jacobo Timerman: el famoso editor, secuestrado en 1977, llegó a acusarlo de «complicidad». El rabino Meyer defendió a Resnizky y otros dirigentes: «Creo que fundamentalment
Los documentos desclasificados
Los documentos desclasificados
Ese enfoque debía establecer si un ataque era esencialmente antisemita, por la identidad judía de una persona, no por otras razones, como las ideológicas o políticas. Precisamente ese argumento utilizó Resnizky cuando Kissinger le preguntó por Timerman: el presidente de la DAIA dijo que el editor había sido «injustamente acusado de conexiones subversivas», pero que era «difícil juzgar por qué había sucedido eso».
Un ejemplo llamativo de la evolución de las perspectivas se ve en un cable del 29 de septiembre de 1976. Allí Hill contó que días antes había almorzado con Timerman y se había quedado perplejo cuando, tras sacar el tema del antisemitismo en el país, el entonces propietario del diario La Opinión le había dicho «que no existe tal problema acá y que esa preocupación por este problema en buena medida imaginario se deriva de la exageración de las organizaciones judías en los Estados Unidos». En ese almuerzo Timerman también se refirió a «la lucha interna y las intrigas palaciegas que suceden entre el Ejército y la Armada».
El embajador Hill se mostró sorprendido por la negativa de Timerman a considerar que el antisemitismo era un problema grave.
El embajador Hill se mostró sorprendido por la negativa de Timerman a considerar que el antisemitismo era un problema grave.
Agregó Hill a modo de «Comentario»: «Me parece que el esfuerzo de Timerman por justificar el antisemitismo en Argentina es algo desconcertante.
Meses más tarde, consignó un cable del 26 de enero de 1977, Timerman expresó otra valoración. Hill señala ese cambio: «El influyente director de La Opinión expresó ayer (24 de enero) una mirada más cruda que la que había manifestado antes». Timerman habló sobre los «elementos muy nacionalistas, de derecha y en algunos casos fuertemente antisemitas» que son «particularment
La opinión de Timerman cambió con el curso de los meses y la represión ilegal estatal.
La opinión de Timerman cambió con el curso de los meses y la represión ilegal estatal.
El periodista aludió a la «extraordinaria
Como ejemplo, Timerman puso el caso de Luciano Menéndez en Córdoba: «Aunque probablemente no autorizó la bomba», reprodujo el documento, «su control del área es tal que sin dudas puede descubrir quién lo hizo si lo desea». Pero le resultó más probable considerar que a Menéndez no le interesaba detener a los «cuentapropista
Hill calificó a Timerman de «mercurial» y recomendó que sus opiniones se consideraran sin perder de vista ese rasgo de su personalidad. «No obstante, sus comentarios refuerzan la perspectiva de la embajada y otras fuentes de que el antisemitismo no es un asunto separado y único» en la Argentina de la dictadura.
Luis Antonio Melis Dragunsky