Bajo por la Séptima Avenida. Me dirijo a la Penn Station, en Midtown. Paso frente a un bloque de oficinas; ordinario si no fuera porque en el tercero se exhiben objetos personales de Houdini. Voy media hora adelantado, así que saludo al conserje y me esfumo por el ascensor.
En nuestra confesión han transcurrido muchos héroes, es un hecho destacado y de valor singularmente intenso. Algunos se preguntarán por qué ellos, los héroes, campan a sus anchas a través de nuestra mitología, nuestra literatura e incluso de nuestra historia más moderna. La respuesta a esta pregunta resulta bien sencilla; en el judaísmo no caben santos – están todos vetados – ni otra clase de ídolos o figuritas ornamentadas que, por así decirlo, puedan salvarnos de las turbulencias.
Ante semejante carencia, en nuestra cultura fueron brotando otra serie de entes indestructibles. Desde Moisés, pasaron por ella el gran mago Houdini, Amy Winehouse o Gilat Shalit. Estos héroes de carne y hueso ocupan menos espacio y moralmente encajan mejor.
Fueron saliendo al rescate y con sus hazañas fueron desenbridando nuestro destino como pueblo. En todos ellos subyacían virtudes aumentadas y poderes inconfudibles. Algunos de esos poderes tan asombrosos y variados se obtuvieron por irradiación divina, otros por efecto de la cocaína y en el caso del soldado Shalit[1] fue simplemente mala pata.o quisiera apuntar mi predilección por Harry Houdini, ilusionista judío de origen húngaro. Súper héroe y premutante, un tipo insobornable. Más vistoso que Amy Winehouse[3], siempre afeada por la supremacía helénica de Lady Gaga[4]. Más habilidoso para deslizarse entre sogas y manillas que el mismísimo Príncipe Enmascarado Akhenaton[2], poco atento al juicio del Eterno.
Muchos fueron los que al ver u oír hablar de Houdini y sus ejercicios extremos de escapismo, no dudaron en otorgarle poderes sobrenaturales. A partir de los años veinte y para sorpresa de todos, Houdini aprovechó su imagen de ídolo mundial en la incipiente industria del entretenimiento, para combatir y desenmascarar a médiums, espiritistas, parapsicólogos y sacerdotisas. Nadie mejor que él para destapar los mecanismos del fraude.
Una vez terminada la visita sigo mi rumbo. Las alcantarillas humean y los edificios exhiben sus salidas de incendios como chicas cañón con aparatos en los dientes.
[1] Bajo el atuendo de un joven columnista deportivo de nombre Gilat se oculta Shalit; sargento y héroe de la start-up Nation. Hombre prevenido vale por dos.
[2] Akhenaton es el faraón más misterioso e interesante del Antiguo Egipto. Revolucionó la religión con la introducción del monoteísmo. Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, fue el primero en establecer una conexión entre Akhenaton y Moisés. Desde entonces algunos historiadores consideran que se trata de la misma persona.
[3] Amy Winehouse fue una joven británica de voz profunda y nariz empolvada. Una de sus virtudes era orinar grammies, la muy diva!
[4] Villana irredimible del Upper West Side. Lady Gaga es reconocida por su sentido estético extravagante y su popularidad cósmica con más de 23 millones de discos vendidos.
Daniel Wagensberg