Esta Haftará que acompaña a la parashá del mismo nombre nos conduce al momento en que dos figuras gigantes de nuestro pueblo están pronunciando sus últimas palabras.
En Parashá Haazinu escuchamos a Moshé despedirse de su pueblo.
En nuestra Haftará es el rey David quien se despide.
La poesía siempre ha sido una de las formas más bellas en que el pueblo de Israel ha expresado su sentir más profundo.
Pensamos que en verdad toda la Torá es un poema.
Esta poesía conocida como el Cántico de David, que también podemos encontrar en Salmos, capítulo 18, nos habla de la Misericordia Divina, de la fé absoluta en Ella.
Podemos vivir y luchar, sufrir y vencer siempre que la Presencia Divina nos acompañe.
Entendemos que para que esto ocurra somos nosotros quienes tenemos que recorrer el camino que venimos haciendo las últimas semanas: Retornar, pensar en nuestras ideas y nuestros actos, tratar de curar heridas, de perdonar y ser perdonados.
David era un poeta, un pastor, y un rey creyente, sus palabras nos dicen que era un hombre inspirado en D’s. Y fue quien salvó a nuestro pueblo de los Pelishtim, nuestros enemigos más encarnizados.
Más allá de sus defectos y virtudes nos dice nuestra tradición que de ese tronco provendrá el Mesías.
Lo cierto es que la batalla está en nuestras manos, y con la ayuda de D’s podremos llevar adelante nuestra empresa ya que Él es nuestro socio en todo buen camino que decidamos emprender.
Este cántico fue escrito los últimos días de su vida luego de haber podido vencer obstáculos con la ayuda divina. Suponen nuestros sabios que se refiere tanto a la liberación del pueblo judío de las manos del faraón como de la victoria frente a los adversarios de la época de David, recorriendo así toda nuestra historia.
Esta poesía tan especial nos habla casi indistintamente en presente, pasado y futuro y nos lleva a pensar que nuestro profeta nos invita hoy, a través del tiempo, en este nuevo año que iniciamos, a no bajar los brazos ante nuestros proyectos y luchar con fuerza y confianza sabiendo que estamos acompañados en nuestra ruta por el mejor Socio que alguien pueda desear.
Que podamos, desde estos primeros pasos en un nuevo ciclo, ser bien agradecidos, no guardar rencores y descubrir cada día que estamos bien acompañados.
Que nuestro prójimo como nosotros mismos somos expresiones presentes, pasadas y futuras de una historia inmortal y permanente que quiere ser cada vez ser mejor y más benéfica para toda la humanidad.
Norma Dembo