Desde la primera existencia del pueblo judío Yom Kipur ha sido uno de los días más importantes para la constitución de nuestra identidad. Es una de las festividades judías más celebradas a lo largo del mundo y en gran medida marca el carácter de lo que nos distingue de otros pueblos. Lleva siendo celebrada por más de dos milenios y en cada era repite la misma enseñanza: el amor del pueblo judío a D-os y la importancia del perdón. Como cualquier fecha escogida para ser celebrada Yom Kipur ha tomado un carácter y sentido distinto con el pasar de los años. No eran los mismos judíos del desierto los que más adelante harían sacrificios a D-os en el Templo, y estos últimos no son los mismos que hoy usan tenis de plástico en los pisos de una sinagoga en un día lluvioso o los soldados que lucharon hombro hombro por defender el estado judío en 1973. Sin embargo, a todo ellos los une Yom Kipur y para cada uno ese día tuvo un significado distinto. ¿Cómo se teje nuestra historia a través de la misma celebración? y ¿cuál fue el significado que tuvo en cada época distinta? Son preguntas que quedan por explorar. Me gustaría hacer un breve bosquejo de los múltiples significados que Yom Kipur tomó a lo largo del tiempo.
Quien cree en D-os hoy en día da por hecho que D-os perdona y que “limpia” que no cobra los pecados de los padres a los hijos y que limpia los pecados del hombre. Sin embargo, la idea de un D-os capaz de perdonar proviene del D-os judío. Los dioses griegos podían “ser aplacados” y las penas de los mortales disminuían, sin embargo, la mancha de su ira se quedaba sobre los hombres y eran incapaces de perdonar realmente. Es el D-os judío que por primera vez en la historia de la antigüedad perdona completamente a un pueblo entero y renueva su pacto con ellos. Esa es la historia que Yom Kipur cuenta. El origen de esta fiesta se encuentra en el primer pecado que el pueblo de Israel cometió contra D-os y la primera vez que D-os los perdona plenamente: el suceso con el Becerro de Oro y las Segundas Tablas.
Justo después de haber aceptado la Torá y los Diez Mandamientos el pueblo de Israel peca mientras espera a que Moisés baje del Monte Sinaí al que subió para recibir instrucción de D-os. En ese momento D-os le dice a Moisés que destruirá al pueblo judío y sacará de él una nueva descendencia Moisés pide a D-os que no lo haga y que si acaso ocurriere borrara su nombre de la Tierra. D-os decide acabar con el pueblo judío. Sin embargo, ello no implica que los haya perdonado, implica que aplacó su ira. El verdadero perdón divino llegó cuando el pueblo se arrepiente y D-os vuelve a establecer un nuevo pacto con ellos como si nunca hubieran pecado. Esto se manifiesta a través de la entrega del segundo set de tablas, ahí, con ese gesto se indica que fueron perdonados. Por tradición oral sabemos que ese día fue Yom Kipur.
Desde entonces hasta la fecha se preservó como una festividad en la que el pueblo judío buscaba purificarse frente a D-os y expiar sus pecados. En distintos pasajes de la Torá D-os le dice a Moisés que ese día (el 10 de tishrey) será un día de “kapará” (expiación) y “tahará” (pureza) para los judíos y le da las leyes y lineamientos que deberán seguir por el resto de su historia. Pues es el único día del año en que ello es posible, uno puede enmendar sus errores diariamente y arrepentirse del pecado, pero sólo D-os puede redimirlos; hacer que su efecto en el mundo sea irrelevante y purificar nuevamente a la persona que los cometió, pues la expiación y la pureza la da D-os. En Yom Kipur hacemos todo por recibir ambas bendiciones como pueblo. Por eso cumplimos con los mandatos de hacer teshuva (enmendar nuestras formas), perdonar, pedir perdón y separarnos de lo terrenal, para poder alcanzar esa pureza y abrir la puerta que D-os nos ofrece ese día.
Yom Kipur durante las épocas del Primer y Segundo Templo
Hoy en día estamos acostumbrados a usar sandalias de plástico, ayunar e ir al templo a rezar en los servicios en Yom Kipur. Sin embargo, eso no ocurría de la misma forma cuando existía el Templo en Jerusalén; en esos días los servicios no eran comunitarios sino realizados por el sacerdote en el Gran Templo. Durante las épocas previas al Segundo Templo la gente hacía sus rezos de forma individual y esperaba ciertas señales para saber el estatus y el proceso que estaba siendo llevado a cabo en el día, como el humo de los sacrificios o el cambio de rojo a blanco en el hilo que adornaba los cuernos de la cabra destinada a ser purificada, el cual indicaban que el pueblo había sido perdonado y había encontrado la Redención completa. Era llevado a cabo de esta forma porque la expiación dependía profundamente de los ritos realizados en el Templo.
El pueblo se comprometía a hacer tefila (rezo) y teshuva (enmienda) y la purificación completa dependía de que cada persona lo hiciera con honestidad y fortaleza. Sin embargo, la redención a ellos llegaba a través de las acciones de purificación que el Sumo Sacerdote realizaba. Tenía que haber una simbiosis absoluta entre lo que cada individuo hacía y lo que ocurría en el santuario.
Los rituales requerían de una preparación larga de purificación en la que el Sumo Sacerdote habitaba y purificaba el recinto desde varios días antes de Yom Kipur. Durante los servicios además realizaba numerosos sacrificios, se purificaba en la mikvé y cambiaba sus ropas varias veces al día. Los eventos del día más relevantes y las acciones que más se siguen mencionando aún son las siguientes:
El ritual de las dos cabras: Al inicio del servicio se tiraban suertes sobre dos cabras para decidir cuál sería sacrificada “al Señor” y cuál iría a “Azazel.” La primera era usada como sacrificio de expiación para el Sumo Sacerdote y el resto de su casa; su sangre junto con la de un toro era esparcida sobre el Kodesh Hakadoshim (El Sanctasanctórum, donde se encontraba el Arca Sagrada) y la segunda servía para expiar los pecados del pueblo. Se colocaba un hilo rojo sobre sus cuernos y un pedazo del mismo en la entrada del santuario para que el pueblo pudiera verlo. Se llevaba al lugar de los sacrificios, el Sumo Sacerdote colocaba sus manos sobre la cabra y recitaba los pecados de Israel, mientras cada persona individualmente lo hacía con voz baja. Después se le soltaba en el desierto. Si D-os aceptaba la expiación las dos partes del hilo se volvían blancas y era un día de celebración para Israel, si no lo hacía permanecían rojas.
Además de este evento que es uno de los más simbólicos de la festividad hay acciones que muestran la santidad y el sentido que el día tenía. Era el único día del año en que el Sumo Sacerdote pronunciaba frente al pueblo el nombre de D-os, la gente se postraba al escucharlo, en recuerdo a ello hoy en el servicio de la noche hacemos la finta de hincarnos. También era el único día del año en que el Sumo Sacerdote entraba al Kodesh Hakedoshim (Sanctasanctórum) el lugar más sagrado de la tierra.
Yom Kipur hoy
Hoy aunque no tenemos templo se sigue considerando el día más sagrado del año y el orden de los servicios imita aquel que realizaba el Sumo sacerdote en esos tiempos. Al igual que en tiempos del desierto sigue representando la expiación de los pecados. Sin embargo, ya no es a través de un sacrificio animal, sino a través del trabajo interno, la espiritualidad, el ayuno y las otras cuatro abstenciones que tenemos en este día (no usar artículos de cuero, por eso las sandalias plásticas, no tener relaciones íntimas, no acicalarse en un baño, y no usar ungüentos). De cierta forma nos unimos a las tres eras que componen la historia judía.
Para Israel además, desgraciadamente Yom Kipur tomaría un significado más allá del ritual y la identidad judía, pues en 1973 en este día estalló un conflicto armado con la coalición árabe que Israel estuvo a punto de perder en un inicio. Supo recuperarse a los pocos días pero las perdidas en las batallas quedan en la memoria de la gente. De tal forma que Yom Kipur tiene un significado histórico también para el estado judío. El día en sí mismo recuerda nuestro origen como nación en el desierto, nuestra consolidación a través de la fe y el ritual, las épocas en que vivíamos con un templo en nuestra tierra, la luz de la diáspora, el exilio que se vive hoy en día en que cada judío respeta esta fiesta sin importar dónde viva, y la existencia moderna del estado judío. Es un día que sin duda narra nuestra historia.
Aranza Gleason / Enlace judío